Por Pablo Plotkin
Cuando todo hacía
suponer que finalmente no llegaría, cuando el comentario general pasaba por la frase
Qué va a ser... se colgó en la casa, Charly García apareció en el homenaje
que siete bandas más o menos under del circuito porteño le brindaban en el Centro
Cultural Ricardo Rojas, en una fecha especial del ciclo Molotov que se concreta cada
martes por la noche. Rodeado de gente y desafiando a las cámaras, imparable a medianoche,
mientras jugaba con una bola de espejos del tamaño de una ciruela, el rocker se hizo
presente para bendecir y cerrar de manera grandilocuente una velada que guardó algunas
características inéditas en el rock argentino.
En principio, el eje de la convocatoria: recrear las grandes canciones de uno de los
responsables directos de todo lo que ha sucedido en la música hecha por jóvenes (y ya no
tanto) en los últimos veinticinco años, cosa que salvo en el caso del disco Alta
fidelidad Mercedes Sosa interpretando algunos de sus clásicos y en la
canción Los salieris de Charly de León Gieco, no había sucedido tan
específicamente de parte de sus colegas, aun de sus congéneres. En ese sentido debe
agregarse que, por alguna razón mezcla de reconocimiento y admiración pero también de
cierto snobismo, este tributo en vida llega cuando desde ciertos sectores del rock más
alternativo se revaloriza el particular estado de happening musical constante el
famoso constant concept del que suele hablar el mismo García como una forma de
vanguardia. Lo que algunos ven como decadencia, otros lo resignifican y no dudan en
calificarlo de revolucionario o algo así.
Un rato después de su ingreso triunfal frente a una sala repleta, Charly se desgañitaba
sobre el escenario en una performance tan desordenada como pasional, dentro de la línea
que sintetiza el concepto Say No More, su otra expresión favorita de los últimos
tiempos. Para una de las canciones Cerca de la revolución, el
propio Fito Páez se sentó a los teclados mientras el homenajeado, ajeno a todo, sacudía
la guitarra eléctrica y recorría el set con saltos de canguro. Ese final a puro grito,
con el público subido a las butacas para celebrar una versión caótica y festiva del
tema El aguante, fue seguro el momento de mayor temperatura. Pero desde
temprano habían comenzado el desfile de bandas y sus respectivas versiones. Refinado Tom,
un cuarteto devoto y practicante de la música negra, interpretó una digna versión de
Extasis. Luego pasaron Martín Reboredo, 90 Sapos, Ticket (la banda del ex
guitarrista de Avant Press, Juan Carlos Marioni, con una buena versión de Ojos de
video tape), Erica García, El Horreo y Turf. El set utilizado para los dos temas
que interpretó Erica constaba de una guitarra y un órgano. Cuando cantó Los
Dinosaurios, un clásico en el que Charly supo descargar con emoción y lirismo su
furia contra la dictadura militar, el público lo celebró casi como si lo hubiera tocado
el propio autor. Este show no es para hacerle un bien a nadie, ni para demostrarle a
Charly cuánto lo queremos, explicó la ex Mata Violeta. Sencillamente es
venir y cantar algunos temas que siempre quise, sin ninguna solemnidad, aunque reconozco
que estaba sumamente nerviosa, confesó.
El cierre prellegada del hombre de la noche estuvo a cargo de Turf, haciéndose cargo de
Parte de la religión. Joaquín Levinton, voz y guitarra de la banda, opinó
sobre el presente de una de las máximas figuras históricas del rock local. Yo lo
veo muy bien. El hace algo supermoral y ético, deberían reparar más en lo que hace el
Gobierno en vez de fijarse en lo que hace un artista que da todo por su arte. El
artista finalmente llegó y el público deliró. Ya se había hecho insostenible la
retórica del poeta Eduardo Nocera que ¿amenizaba? los intervalos. El primer tema que
tocó García fue Alguien en el mundo piensa en mí, una balada
autoconfesional de su disco Say No More en la que se escucharon más las voces de los
espectadores que la del músico. El final fue todo Aguante y Charly agradeciendo por los
servicios prestados. Así pasó el reconocimiento a un rocker que en los últimos tiempos
protagonizó de igual manera tanto las páginas de la prensa especializada como las
crónicas policiales. Tal vez sea ésa la fórmula para ser una estrella de rock completa,
además de haber escrito buenas canciones. Y esto último, claro está, García lo ha
hecho de sobra.
CHINA ZORRILLA, HOMENAJEADA POR EL GOBIERNO
PORTEÑO
¡Cuánto gastaste, Fernando!
Por Hilda Cabrera
Calificada de
artista de dos ciudades y puente ideal entre las dos orillas, la
actriz y directora teatral uruguaya China Zorrilla demoraba el martes su ingreso en el
Teatro Presidente Alvear a la espera de que Fernando de la Rúa llegara al lugar elegido
por el Gobierno de la Ciudad para homenajearla. El circuito en la limusina blanca que la
trasladaba duró casi una hora. La entrada debía ser conjunta. Eso era lo previsto en el
tributo a esta artista maravillosa, mujer generosa y de un corazón enorme, a la que
todos amamos, como se declaró reiteradamente durante el acto. De la Rúa
tiene muchas ocupaciones, se comentó en la platea, colmada. Las cosas buenas
se hacen esperar, apuntó obsequioso Andrés Perciavalle, quien, en el escenario,
convertido en salón de té, oficiaba de conductor. Instalada en un primer momento en un
palco, la actriz fue invitada a ocupar la mesa central, ante la que desfilarían luego
amigos, familiares y artistas.
Dibujando un inquietante paralelo, Percivale comparó a China con Sheherazade (por aquello
de ser cantera de historias) y Zorrilla demostró durante toda la ceremonia una envidiable
inventiva y habilidad para rematar situaciones. Incluso elaboró un esquicio al comentar
que en un principio creyó que el homenaje era una broma, porque la llamó San Pedro (así
se apellida una de las productoras). Entre los invitados, Enrique Pinti inauguró el té
derramando conceptos elogiosos: A vos las cosas no te pasan de costado, dijo,
admitiendo además haber conocido las ciudades del mundo a través de los relatos de la
actriz: Londres es más linda contada por China, ejemplificó. Zorrilla leyó
después un escrito del poeta uruguayo Mario Benedetti, y entonó sin enfatizar aquello de
en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Entre los invitados, Edda
Díaz ensayó una imitación y Héctor Alterio en comunicación telefónica le
transmitió su admiración utilizando una referencia futbolera. Su fervor era el de los
hinchas de River despidiendo al uruguayo Francescoli. Sin apabullarse, la actriz le
contestó: ¡Pucha que vale la pena estar vivo!. También convidado
al té, Carlos Perciavalle contó haberla perseguido siempre para que le creara canciones,
y Soledad Silveyra la llamó actriz hermana y madre del teatro nacional.
Yo le digo a la Asociación (Argentina) de Actores que en adelante hay que esperar
que San Pedro llame por teléfono, aconsejó la actriz al actor Onofre Lovero, quien
representando a la entidad la saludó e informó a todos sobre la difícil
situación por la que atraviesa Actores debido a una intimación de la DGI. Dueña
indiscutida del escenario, la actriz acalló con apenas el movimiento de una mano el
bronco murmullo que se generó en un sector de la platea cuando aparecieron las Trillizas
de Oro. Cantaron Amanece, a capella. La letra pertenece a China y fue
estrenada por las animadoras en su debut. Hubo otras presencias: la del director Oscar
Barney Finn, Alberto Favero, Thelma Biral... Tengo varias ideas para la
ciudad, le dijo a De la Rúa, cuando éste le entregó un viejo escudo de la
ciudad con los barcos que van y vuelven de Uruguay y un retrato del dibujante
Hermenegildo Sábat. ¡Cuánto gastaste, Fernando! exclamó luego, admirada
ante la cantidad de rosas que le llevaban a la mesa. Te van a acusar de
corrupto. Ponela en la fórmula que ganamos al galope, gritó entonces
un correligionario apostado en el pullman.
|