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Por Fernando DAddario Pete Best recorre el mundo como un juglar de la derrota. Dibuja una sonrisa cansada, que se acomoda en su rostro como garante de que está todo bien, y comienza a ejercer su oficio: transitar los caminos de la beatlemanía con su historia a cuestas. En cada ciudad que visita debe satisfacer el morbo ajeno contando una y otra vez su desgracia. Que fue el primer baterista de Los Beatles, que realizó con ellos la legendaria gira por Hamburgo, y que minutos antes de que estallara el furor por los Cuatro de Liverpool, un estiletazo del destino decretó que no sería él sino Ringo Starr quien obtendría los favores de la gloria. Ahora le toca el turno a Buenos Aires, una ciudad que suele identificarse con historias de losers simpáticos. El próximo viernes 16 actuará con su banda, la Pete Best Band, en el teatro Coliseo. En la entrevista con Página/12, cuenta lo que todos quieren saber. Hay dos versiones respecto de su salida de Los Beatles: una dice que usted no podía dar con el tiempo de Love me do. La otra sugiere que los otros miembros de la banda estaban celosos de su éxito con las mujeres ... Tocábamos Love me do en las grabaciones del mismo modo en que lo hacíamos en vivo, y nadie me decía que yo lo estaba haciendo mal. George Martin no me dijo que yo fuera malo tocando la batería. Además, esas primeras versiones no tenían gran calidad, eran los intentos iniciales. Si no es que tocaba mal, queda lo de las chicas ... (Se ríe.) Algunos dicen que mi salida de Los Beatles fue porque les robaba las chicas a los otros miembros de la banda, pero si fue realmente por eso, se trata de una razón realmente tonta. Cada uno tenía sus fans, había para todos. Y si estaban celosos, no me lo demostraron. En realidad, debían estar contentos de que las chicas gritaran por alguien. ¿Cómo era la vida en Hamburgo? Salvaje. Teníamos 17 años, así que ni dormíamos. Tocábamos ocho horas por día en un barrio lleno de bares, alcohol, prostitutas, pastillas. Nosotros, al menos en la época en que yo estuve, tomábamos más alcohol que pastillas, y aguantábamos y nos divertíamos muchísimo. Cuando volvimos a Liverpool, éramos otros. Llegamos con botas de cowboys y chaquetas de cuero. La gente notaba que lo que veía en el cine, James Dean, Marlon Brando y todo eso, lo tenía entonces ahí, en el barrio. ¿No siente una sensación extraña cuando toca clásicos de los Beatles que fueron compuestos después de que usted dejara el grupo? No, no me importa que yo no haya estado en ese momento. Igual disfrutamos las canciones. Muchas de ellas son leyendas, les pertenecen a todos, y también yo puedo tocarlas sin sentirme incómodo. El público espera escuchar música de los Beatles y nosotros la hacemos. Pero no los copiamos. Tocamos aquellas canciones, pero con un sonido sucio, de los 90. ¿Por qué nunca llamó a alguno de Los Beatles después de lo que pasó? Es muy fácil preguntar ahora por qué no los llamé, por qué no les pedí explicaciones ni nada. Pero en ese momento, nuestros caminos se separaban cada vez más. Cuanto más famosos se volvían ellos, me resultaban más inaccesibles. Así que fui construyéndome una vida diferente, como una persona común, no como alguien que podía haber llegado a ser una estrella. Y los amigos, los vecinos, ¿qué le decían? No era necesario que me dijeran nada. Prendía la tele y estaban Los Beatles, prendía la radio y estaban Los Beatles, abría el diario y allí aparecían ellos. Yo seguía viviendo en Liverpool, pero si hubiese estado en Nueva York o en Berlín, habría pasado lo mismo. Ni siquiera necesitaba comprarme los discos. Venían mis amigos y me los regalaban. Eso no parece muy buena onda ... Sin embargo lo hacían con buena intención. Me decían: Ey, tenemos algo para vos ... el último LP de Los Beatles. Y yo lo recibía con gusto. Se dice que usted cobró 8 millones de dólares en concepto de regalías correspondientes a An-thology ... Bueno, creo que no fueron tantos millones. Pero van llegando los dólares. No todos juntos, de a poco. A medida que llegan esta sonrisa que tengo se me ensancha cada vez más. Si se encontrara un día en la calle con Mc Cartney, ¿qué le diría? Le diría hola, ¿cómo estás?. He recibido millones de sugerencias acerca de lo que debería decirle si se diera esa ocasión, pero no hablaría de aquel problema. Preferiría hablar de lo que nos ocurre hoy en nuestras vidas. Lo que pasó, pasó. Y lo que no pasó, no pasó.
LA HISTORIA DEL FAMOSO DESPIDO Pete Best vivió la pre-historia de los Beatles, hasta que un buen día mal día para él sus compañeritos de banda conocieron a Ringo Starr, quien estaba probando suerte con su propio grupo en la misma ciudad. A George Martin, el productor, no le gustaba cómo tocaba Pete, y tanto McCartney como Lennon y Harrison no se mostraron muy dispuestos a defenderlo. Y en la primera de cambio le pidieron a Brian Epstein que se hiciera cargo de su despido. Un 15 de agosto de 1962, el manager lo esperó en su oficina y le dijo que los chicos te quieren fuera de la banda. Quedaron grabaciones sueltas de aquella época, que luego fueron editadas en Live at the BBC y Anthology I. Después de su despido, Pete tocó en varias bandas pero no pasó nada memorable. A fines de los 60 se casó, tuvo un hijo y dejó temporariamente la música. Empezó a trabajar para el gobierno británico, en programas de entrenamiento para desocupados. Tuvo más hijos, y luego nietos. En 1987 lo invitaron a una convención beatle que se hizo en Liverpool. Juntó a algunos viejos amigos y tocaron aquellas canciones. Su mamá le dijo un día que le gustaría verlo actuar arriba de un escenario junto a Roag Best, su hermano menor y desde entonces la banda de Best tiene dos baterías. Editó tres CDs: Live at the Adelphi (1992), Back to the beat (1995) y Once a Beatle allways (1996). Una productora europea está filmando un documental sobre su vida. Y los centenares de miles de dólares que le llegan en concepto de regalías por las canciones de las antologías quizás mitiguen parcialmente el dolor de no haber sido.
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