BOMBA DE TROTYL EN EL DOMICILIO DE UNA MILITANTE DE DERECHOS HUMANOS

Las fieras están sueltas en Rosario

A la 1.20 de la madrugada, al cumplirse 14 años del robo a Tribunales, una explosión sacudió la casa de Mariana Hernández Larguía.

Por José Maggi

El portón se roba el centro de la imagen cuando uno se detiene frente a la vivienda de calle Brassey 7748 en Fisherton. Luego aparecen las rajaduras de las paredes, los vidrios de un local lindero hecho astillas, la puerta quebrada en varios trozos. Hacia el interior, un pasillo de unos cuatro metros conduce a la vivienda de Mariana Hernández Larguía, el mismo que en la madrugada de ayer fue escenario de una violenta explosión producto de un pan de trotyl colocado frente al portón de ingreso y cuyas maderas volaron más de cincuenta metros tras la detonación, que ocurrió a la 1.20 de la madrugada de ayer. La fecha y la hora elegida concuerdan con el 14§ aniversario del robo a los Tribunales, cuando un grupo comando se llevó del edificio de Balcarce y Pellegrini la casi totalidad de los archivos de la represión.

"Eran casi la una y media de la mañana y estábamos tomando mate con mi hijo Gerónimo y unos amigos en el comedor de casa, cuando sentimos que la casa temblaba toda. Vimos un fogonazo y un humo tremendo. En un primer momento creí que podía ser un avión que había caído sobre la casa, pero ni bien lo pensé me di cuenta que era una bomba", relató Mariana, reviviendo cada instante vivido hacia solo horas atrás. "De inmediato apagamos las luces y nos tiramos al piso tratando de no asomarnos a las ventanas, porque temimos que podía ser un grupo que quería entrar �continuó su relato�. Mi esposo se levantó de la cama y salió al pasillo que nos separa unos treinta metros de la calle. Eso nos salvó porque si la nuestra fuese una casa al frente, quizás otro hubiese sido el resultado", remarcó Mariana. "Cuando él llegó a los restos del portón, comenzó a tener una idea del desastre", describió la militante.

Mariana Hernández Larguía reveló a Rosario/12 que durante los últimos días había estado recibiendo en su teléfono reiteradas llamadas anónimas en donde se repetía el mensaje. Luego de preguntar por "Walter", la misma voz acotaba: "Me equivoqué". En tanto Antonio Tessolini, miembro del SERPAJ, también recibió llamadas telefónicas en donde solo se escuchaba una marcha militar.

Después de agrupar a los suyos y comprobar que todos estaban bien, la dueña de casa �una militante de derechos humanos dedicada incansablemente junto a su esposo a recopilar información sobre represores� tuvo por un instante en su mente la imagen de Walter Pagano, un ex agente de inteligencia quien amenazó con matarla en numerosas oportunidades durante los últimos años.

Los encuentros entre Walter Pagano y Mariana Hernández Larguía se remontan a los últimos años de la dictadura. Corría 1982 cuando el agente de inteligencia se apersonó en el local que la APDH tenía en Maipú y Montevideo. Luego con el correr de los años los encuentros se convirtieron en algo casi rutinario y las amenazas de muerte, un ingrediente infaltable. La situación también afectó a personas cercanas a Mariana, como Gustavo Martínez militante de derechos humanos, en tiempos en que se desempeñaba en la Cocina Centralizada, cuando en oportunidad del Tractorazo de diciembre del `94 Walter Pagano se le acercó y le dijo "yo le metí a varios un tiro en la cabeza y se los volvería a meter si se ponen cargosos".

El servicio también tuvo un encontronazo en febrero del `95 con el actual esposo de Mariana, Gustavo Brufman, en las propias escalinatas de la jefatura de policía cuando le dijo que "le cortaría los testículos y que se los haría tragar". La seguidilla de hechos derivó en una presentación judicial realizada por los amenazados ante el ministro de Gobierno de Carlos Reutemann, Jorge Bof, en febrero del `95.

La última oportunidad en que se cruzaron cara a cara fue durante el último año cuando en oportunidad de una visita a Rosario del presidente de la Nación Carlos Menem, Walter Pagano se paró frente al auto que ocupaban Mariana y Lilian Echegoy �otra militante de derechos humanos�

en la esquina de Laprida y avenida Belgrano. El servicio, de impecable saco y corbata y con un handy en su mano, demostrando que se encontraba en plena tarea de seguridad, simuló con su mano un arma de fuego que fingió disparar contra ambas mujeres, quienes lo miraban fijamente desde el interior del vehículo.

En tanto el ministro de Gobierno provincial Roberto Rosúa se comunicó en el día de ayer con la dirigente de derechos humanos, y le ofreció todo lo necesario para su seguridad. "Este es un hecho que preocupa al Poder Ejecutivo provincial y que nos retrotrae a hechos que pensábamos superados en el país" expresó Rosúa. El ministro remarcó que este es "uno de los pocos atentados sufridos en la provincia en esta etapa de la vida democrática" y reveló también que "quienes pueden manejar trotyl en esta provincia son muy pocas personas, no pueden pasar de una decena" por lo que la lista de sospechosos está considerablemente reducida.