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Su gestión creció al amparo del reino del rector Oscar Shuberoff y esta semana trece votos contra tres lo confirmaron en sus funciones hasta el 2002. Raúl Courel, 52 años, decano de la Facultad de Psicología (UBA) desde 1994, no duda en afirmar que quiso retener el puesto "para avanzar y desarrollar la reforma estructural del plan de estudios y del sistema administrativo-académico". Pero se muestra cauto. "Las currículas son un esqueleto y no pueden cambiarse todos los días", advierte. Tiene una convicción: "La precarización laboral y el desempleo aumentan la demanda social de atención psicológica", asegura. Pero también un gran problema: "Tener 13 mil alumnos estudiando en la facultad y una matrícula en constante aumento es un disparate. No alcanzan las aulas ni las bibliotecas. Y tampoco hay medios para garantizar la formación práctica y el acceso a la red de hospitales", advierte. --Buenos Aires es una ciudad donde abundan los psicólogos, ¿cómo maneja la facultad esa tendencia? --Tenemos 13 mil alumnos y una matrícula en permanente expansión. Es un disparate. No aumentan los recursos, al punto de afectar la calidad de la formación. No alcanzan los medios edilicios, las bibliotecas ni las aulas. Tampoco hay medios para garantizar la formación práctica y el acceso a la red de hospitales. Se dice que hay una sobrepoblación de psicólogos, pero la precarización laboral y el desempleo aumentan la demanda de atención psicológica para la sociedad. --En un contexto de crisis económica, ¿qué sentido tiene educar tantos profesionales que van a poner consultorios privados? --Los consultorios privados son sólo una de las posibles inserciones del psicólogo. La tendencia actual muestra que los profesionales deben insertarse en equipos interdisciplinarios, no sólo desde la atención individual de pacientes, sino también desde la psicoepidemiología, psicohigiene, la psicoprofilaxis, la psicología social y la promoción de la salud en hospitales. El espectro es muchísimo más amplio que la clínica privada. --¿Cuál es el perfil de alumno que se quiere formar? --Tradicionalmente, hubo una fuerte especialización en la clínica. Pero estamos trabajando en la reforma del plan de estudios para desarrollar también otras áreas. Aunque no es fácil. La currícula es el esqueleto de una facultad y no se puede cambiar todos los años. Necesitamos graduar gente con una información general más sólida, que le permita funcionar en contextos diversos y que la haga dúctil para adaptarse y ser instrumental en campos heterogéneos. Por eso, habrá un primer ciclo general más sólido y después se entrará en la especialización. --Muchos graduados dicen que la facultad no les sirve para afrontar el examen y la práctica de la residencia. --Esto no se debe tanto a un déficit en la formación como a desajustes en el ingreso de los residentes. Es cierto que las vacantes son pocas pero la formación es anárquica. Cuando hace trece años Psicología todavía se dictaba como una carrera de la Facultad de Filosofía y Letras, era la única disciplina que tenía un perfil profesional. Pero la enseñanza siempre fue teórica. Esto aún hoy es un contrasentido: los profesionales no realizan prácticas de aprendizaje en los contextos reales. Y es indispensable que puedan hacerlo. Por eso, estamos gestionando ante el Consejo Superior y el Gobierno de la Ciudad la apertura de la red de hospitales de la universidad. --También se critica que los posgrados sean arancelados. --Los recursos apenas alcanzan para financiar los títulos de grado. El arancel permitió que los posgrados alcanzaran una oferta más amplia, pero también significó un límite para los cursos "no rentables". A pesar de que existe un sistema de becas, el arancel restringió las posibilidades de muchos. Evidentemente, lo ideal sería contar con más recursos para invertir en especializaciones independientemente del mercado de alumnos, pero el Gobierno destina un porcentaje bajísimo del PBI a la educación. --¿Cómo afecta a la psicología esa mercantilización del saber? --Como a todas las demás disciplinas científicas. Es la gran paradoja de la universidad pública. Si la autonomía universitaria supone que la razón no se supedite a intereses espurios que coarten el despliegue del saber, pero en esta época de liberalismo el dinero es cruel. La ciencia se dice autónoma, pero las áreas que más se desarrollan son las que tienen más mercado. En Psicología, esto se nota en cómo se atiende el malestar: prima la exigencia de atender muchos pacientes a bajo costo y sólo puede hacerse a través de los psicofármacos, que nunca estuvieron tan extendidos como ahora. Escuchar sale caro, no es económicamente rentable.
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