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La moneda de las urnas dio vuelta el contexto y los revolucionarios alemanes ganaron en el cuarto oscuro lo que, hace 30 años, habían perdido en las calles de Berlín, Francfort y Stutgart. La influencia del '68 es visible entre los miembros de la guardia de Schroeder. El futuro canciller alemán se destacó más en el combate pacifista y antinuclear de los años '70 que en las jornadas del '68 y sus debates intelectuales. Schroeder, que en ese entonces estudiaba derecho en Gotinga y formaba parte de las estructuras políticas de su partido, no tenía inclinaciones declaradas por Adorno o Habermas: "Nunca participe en lo del '68. Además, esos autores eran demasiado teóricos para mí. Siempre aparecí como alguien que leía las solapas, no el contenido", reconoce hoy el líder del SPD. Sin embargo, Schroeder estuvo muy influenciado por ese gran movimiento que sacudió a Alemania en el '68 y se prolongó durante la década de los '70 hasta desembocar en los '80 en la creación del partido ecologista. Wolfang Kraushaar, politólogo del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales de Hamburgo, sostiene que la llegada al poder de "esa generación de revolucionarios es más bien un espantapájaros que los conservadores sacaron durante la campaña electoral". Thomas Schmid, ex teórico del movimiento revolucionario que agitó Francfort en el '68, fue contratado hace poco por Die Welt, la flor más conservadora de la prensa de derecha. "Las ideas del '68 no tienen más curso entre los verdes", afirma Schmid. "El partido fue uno de los más ricos en visiones pero las perdió. Los verdes se distinguen por su gran pragmatismo. De todas formas, el conjunto de la sociedad se liberalizó. ¿Qué van a ofrecer de nuevo? Tal vez legalizar el matrimonio homosexual. ¿Eso es un paso adelante?". Otra ilustración de ese gran "pragmatismo verde" la sintetiza la diputada ecologista Antje Vollner, de 55 años. Como muchos ecologistas y socialdemócratas alemanas, no define una ruptura ni un mejor reparto sino que asume, en nombre del '68, una suerte de responsabilidad generacional: "Nuestra generación --dice-- vivió en condiciones materiales y espirituales más que favorables: paz, libertad, pleno empleo, formación universitaria. Nuestra tarea consiste hoy en garantizar que las generaciones siguientes tengan por lo menos la mitad de los privilegios de que gozamos nosotros. Ello implica que deberemos tomar decisiones importantísimas en los campos del medio ambiente, el endeudamiento del Estado y la jubilación". A propósito de la generación del '68, Daniel Cohn-Bendit habla incluso de "generación de posguerra". El concepto es doble: posguerra fría y posguerra de verdad, la Segunda Guerra Mundial. Para el líder del Mayo Francés, lo realmente decisivo "está en el hecho de que esas generaciones que llegan ahora al poder no estuvieron formadas en el traumatismo de la guerra, como fue el caso de Helmut Kohl. Estas generaciones no conciben la política como un sacrificio con el fin de superar la guerra. Ejercen la política por las posibilidades que la política ofrece". Pero la diputada Vollner se esmera por demostrar que a los verdes no los mueve sólo el pragmatismo. "Nosotros tenemos un proyecto, una visión de la sociedad, de la libertad, de la economía y de la política que difiere en todo de los liberales. No hace falta ser de ultraizquierda o revolucionario para cambiar una sociedad. Sólo hay que entender cómo se hace y corregir los errores del pasado, las aberraciones en las que todos participamos". Realismo, honestidad y pragmatismo son los signos de distinción de lo que en Europa ya se denomina "la generación de las posibilidades". Pero los verdes alemanes cuentan con una gran virtud, ausente en sus semejantes europeos. En vez de haber formado un "club cerrado" con exclusivos miembros del '68, los ecologistas alemanes se abrieron a los jóvenes del '90 integrando en su plataforma las necesidades de una generación para la cual el '68 está en los libros de historia.
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