Por Susana Viau
Tenés que
aportar datos concretos. Insinuar, decir a medias no sirve para nada y a vos tampoco te
beneficia. Guillermo Francos se había retirado de la reunión y era Mariano
Gerván, secretario general del cavallismo de la capital, quien hacía la recomendación.
Marcelo Cattáneo reflexionó unos instantes y aceptó. Al día siguiente declaró ante
los diputados y tiempo después Francos y Gerván recibieron documentos con un listado de
cuentas y depósitos. En el encabezamiento de la quinta hoja, tipeada en una máquina de
escribir común, se leía: Botellitas ...29..., una clave que los
destinatarios no pudieron descifrar. El breve texto incluía dos menciones a
Alfredo.
El Alfredo que figuraba en la causa por el contrato entre IBM y el Banco Nación era
Alfredo Aldaco, director del banco. En la primera reunión con Francos y Gerván, hablando
de su presencia en la Cámara de Diputados, Cattáneo ya había accedido: Está
bien. Mañana pregúntenme por la licitación del sistema de comunicaciones. Eso todo lo
llevó Aldaco.
Los contactos con los hombres de confianza del ex ministro de Economía comenzaron a
pedido del propio Marcelo Cattáneo y por medio de una vía ultrarreservada. El primer
encuentro lo mantuvo, a solas, con el abogado Alfredo Castañón, ex número dos del
Correo durante la gestión de Haroldo Grisanti. Durante el segundo, el de la noche del
miércoles 15 de julio, Cattáneo no hizo mucho por ocultar la sorpresa que le había
producido el conocimiento que Gerván tenía de la causa. Sin embargo, sólo contestó con
un mirá lo que me pedís cuando éste le explicó que, a su criterio, la
única actitud posible era dar los nombres de los destinatarios finales del dinero de la
operación. También, recuerda Gerván, le hizo una advertencia: que no se hiciera
evidente que la pregunta estaba acordada. Pero al día siguiente, en la comisión
investigadora de los contratos de IBM con el Estado, las explicaciones de Cattáneo apenas
modificaron la ambigüedad de sus intervenciones anteriores.
Tiempo más tarde, Francos volvió a cruzarse con él en la calle. Y a los pocos días
era principio de setiembre los cavallistas recibieron los papeles. Dos de las
cinco páginas tenían un título: Documentación privada a requerir. Era un
listado de depósitos efectuados en la Banque Privée Edmond de Rotschild S.A. (con un
error en el nombre del barón, que estaba escrito como Rothsschild) y en la
Banque Bruxelles Lambert de Suiza. Los depósitos se habían hecho en las cuentas Duquesa
(4), Gateway (7), Putter (10) y Flexi (8). Curiosas denominaciones: Gateway es
el nombre del autódromo de Saint Louis, en Estados Unidos y Putter, el palo
de golf que se utiliza para hacer hoyo sobre el green.
La tercera hoja tenía la aclaración Cheques cobrados por mostrador o con empresas
de fantasías.
La cuarta era una planilla con algunos de los mismos depósitos detallados en las dos
primeras páginas.
El encabezamiento de la quinta, escrita a máquina, fue un verdadero misterio para Francos
y Gerván: Botellitas...29.... Lo que seguía a continuación era fácilmente
descifrable: Cobrado de anticipo U$S 9.000.000; a cuentas Alfrdo (sic)
por Banco General de Negocios de la cuenta corriente de CCR, dólares 5.000.000;
a ctas Alfredo por Banco General de Negocios no se sabe de que (sic) cuenta,
dólares 300.000; a cuenta USA sin identificar, dólares 1 millón;
enttran (sic) en el Edmond Rotschild en las siguientes cuentas 3.900.000 abficus;
4.100.000 filasa; se distribuyen en las siguientes subcuentas: Duquesa,
Gateway, Putter, Flexi (no tengo los montos de cada una pero están en el
expediente). El mensaje remataba con una frase escrita en mayúsculas:
Movimientos con posterioridad al depósito inicial cuyo origen no fue
identificado .
Marcelo Cattáneo no presentó estos papeles ante el juez Adolfo Bagnasco. Francos y
Gerván no entendieron del todo por qué enfilaba los cañones sólo contra Aldaco (a
quien siempre se consideró ligado a Juan Schiaretti, exinterventor en Santiago del
Estero) y dejaba en la sombra a Genaro Contartese, el otro propietario de las cuentas, el
más allegado al presidente Carlos Menem, con quien compartía las jornadas de golf en los
links del country Las Praderas. Tampoco entendían de qué se trataban las
botellitas.
Las semanas que siguieron fueron agitadas para los equipos de Acción por la República y
nadie tuvo posibilidades de preguntar: Domingo Cavallo viajaba a Moscú y Francos también
se ausentaba del país. Pero Página/12 cotejó los depósitos hechos en el listado
enviado por Cattáneo y coinciden con el número de las botellitas;
efectivamente son 29. Qué quiso decir Cattáneo con botellitas sigue siendo
un enigma. Por supuesto, mucho menor que el que rodea a su muerte, aunque quizá no sea
ajeno a ella.
UN PERITO INTERPRETA LOS ANTEOJOS Y EL RECORTE
DE DIARIO
Forman un mensaje mafioso
Por Laura Vales
Para el perito Hugo
Nandin tanto los anteojos de sol como el recorte encontrado en la boca de Marcelo
Cattáneo son parte de un mensaje mafioso. Como médico legista, Nandin participó
en las investigaciones de asesinatos encubiertos como los de Mirabete, Durán, Schiavini y
Pérez. Página/12 le preguntó qué pueden revelar las pericias pendientes sobre el
traje, el auto y las vísceras de Cattáneo.
¿Qué se puede descubrir en el análisis de la ropa?
Se pueden buscar indicios de dónde estuvo Cattáneo, y con quién. En la ropa de
las víctimas siempre queda información importante: puede tener pelos de terceras
personas o hilos de otras prendas. Periciarlas también sirve para saber con seguridad
qué tenía puesto la víctima en el momento en que murió. A través de los restos de
sudor, si la tela quedó muy impregnada, se puede conocer si la persona estuvo sometida a
una situación de mucho stress.
Una de las mangas del saco de Cattáneo estaba rasgada. ¿Se puede determinar cómo
se rompió?
Se puede determinar si la rotura se produjo con un elemento cortante, o si hubo un
tironeo, por ejemplo. En este caso lo más revelador puede ser cruzar esa información con
las pericias hechas sobre el cadáver.
¿Qué huellas secundarias quedan en el cuerpo de un ahorcado?
Depende de cuánto tiempo tarde en morir. Antiguamente el verdugo saltaba agarrado a
la víctima, para que cayera con más violencia; así se desprendía la segunda vértebra,
que se introducía en el bulbo raquídeo, y se lograba una muerte inmediata. Pero cuando
alguien salta sin sobrepeso y desde poca altura, la muerte llega después de 4 o 5
minutos, en los que esa persona pasa por un período convulsivo. Cattáneo debería tener
golpes y escoriaciones en las piernas, marcas dejadas a consecuencia de las convulsiones.
Al parecer Cattáneo tuvo esas convulsiones, porque apareció con la lengua mordida.
Si fuera así, ¿se le deberían haber caído los anteojos, o el papel que tenía en
la boca?
Faltan elementos para saberlo con seguridad. Son cosas que me llaman enormemente la
atención, y que en realidad parecen ser parte de un mensaje mafioso. También es
llamativo que en el lugar donde apareció muerto Cattáneo no se hayan tomado las
precauciones necesarias para levantar huellas y determinar si hubo otras personas. Se
creó un bache que bien pudo haber sido usado para disimular un homicidio. Si el lugar del
hecho se hubiera resguardado, cruzando la información recogida allí con la autopsia hoy
prácticamente no quedarían dudas.
El lugar fue pisoteado, la ropa manipulada por quienes la encontraron, y el auto
todavía no fue entregado a los jueces que investigan la muerte de Cattáneo.
Sí, casi todos los elementos ya fueron contaminados.
Supongamos que Cattáneo fue drogado, y luego ahorcado. ¿Todas las sustancias son
detectables por los estudios toxicológicos?
La mayoría sí, pero no todas. La insulina, por ejemplo, que en dosis elevadas
produce la muerte, no se detecta.
Como perito, ¿cree que todavía hay probabilidades de esclarecer lo que pasó?
Pocas. Es difícil decirlo
De uno a diez, ¿en cuánto están?
De uno a 10 le doy dos o tres, como máximo.
EXTRAÑO SUICIDIO EN UN EDIFICIO
Un ahorcado frente al juez
Un hombre
que vivía en el mismo edificio del juez Enrique Velázquez, uno de los jueces a quienes
tocó la causa por la muerte del empresario Marcelo Cattáneo, se suicidó colgándose de
una baranda de la escalera del piso 15, el mismo en el que vive el magistrado. Jorge
Pérez, de 78 años, fue encontrado ayer a la madrugada pendiendo frente a la puerta misma
del departamento de Velázquez por el portero del edificio, Ramón Fernández.
Pérez trabajaba en la zapatería Giorgio y se había mudado hace cinco meses al edificio
ubicado en Jaramillo 2656. Según relató a Página/12 el portero, hace tres días
me dijo que se iba a matar. Que lo habían estafado y que estaba quebrado. Dijo que había
perdido cuatro millones de dólares. Fuentes policiales informaron que la viuda de
Pérez informó que tenía antecedentes de intentos de suicidio y estaba deprimido
desde que perdió su negocio.
Pérez vivía en el piso 19. Bajó hasta el 16 y utilizando un alargador se colgó de la
baranda. Allí quedó pendiendo hasta que a las seis de la mañana el portero lo encontró
cuando se disponía a limpiar el piso 15, donde vive Velázquez.
Tanto el juez como el fiscal Norberto Quantín consideraron que es una mera
coincidencia e inclusive fuentes judiciales señalaron que Pérez dejó una
carta en la que decía que había sido engañado y estafado.
La plácida estadía en Río Negro de
Josef Mengele
Mengele, von
Manstein, Boehme y von Papen (en sentido horario).
Correspondencia con los jerarcas nazis y albergue para el médico.
Josef
Mengele. Uno de los nombres más denostados del mundo, mano ejecutora del Holocausto
judío, el médico loco obsesionado por crear superhombres arios, por lo que hacía
experimentos genéticos con indefensos prisioneros. La pesadilla que provocó la muerte de
400 mil personas en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, la mano
ejecutora de la solución final diseñada y comandada por Adolf Eichmann desde
su escritorio en el centro del Tercer Reich. El hombre que se habría refugiado los
primeros seis meses de 1960 en el Alto Valle de Río Negro.
Según una investigación publicada ayer por el diario Río Negro, Mengele vivió durante
seis meses en una chacra en la localidad de Cervantes, a 15 kilómetros de la ciudad de
General Roca, propiedad del también alemán Albrecht Boehme, un productor frutícola que
había llegado legalmente a la Argentina en los primeros años de la década del 50.
De acuerdo con relatos hechos al periódico rionegrino, aseguran haber visto a Mengele en
General Roca en compañía de Boehme.
Era un hombre callado, siempre de traje impecable, al que Boehme presentaba como
un amigo.
Hablaba el castellano con alguna dificultad y entraba y salía de los negocios
siempre en compañía de Boehme, afirmó a Río Negro un vecino de Roca, acotando
que un día, le pregunté quién era su amigo y la respuesta fue amable pero firme:
Es Mengele.
Otro vecino de General Roca relató que recordaba haber reconocido a Mengele en la chacra
de Boehme en Cervantes. Fue hace muchos años contó el testigo,
concretamente en el año 60. Por entonces me dedicaba al negocio de chatarra y fui
hasta la bodega de Boehme a buscar fierros y ahí me encontré con Mengele, al que veía
de tanto en tanto en fotos porque lo andaban buscando.
Albrecht Boehme era uno de los vínculos regionales con los ex jerarcas del nazismo que
huían de sus condenas por crímenes de guerra y lesa humanidad. Según la investigación
de Río Negro, Albrecht había combatido en la Segunda Guerra como oficial de la Fuerza
Aérea alemana la famosa Luftwaffe, integrando las tropas aerotransportadas de
la División Herman Goering.
En su vida en la Argentina, Boehme nunca dio la imagen de estar consustanciado en extremo
con la ideología nazi. Según el periódico sureño, era un hombre de orden, de
maneras parcas pero amable, siempre lo movió una significativa predisposición a trabajar
por el mejoramiento de la región. A poco de llegar al país tejió una amplia trama de
relaciones con el poder militar argentino, especialmente de oficiales de alto rango del
Ejército. Uno de los principales interlocutores de Boehme fue el comandante del V
Cuerpo de Ejército con jurisdicción en la Patagonia, el general Enrique Guglialmini.
Boehme incluso habría participado, por invitación del Ejército, en ejercicios de la VI
Brigada de Infantería de Montaña con asiento en la provincia de Neuquén.
La correspondencia y las agendas de quien fue fundador de la Cámara de Productores de
Cervantes y presidente de la desaparecida Corpofrut, una cooperativa de productores
frutícolas, son más que interesantes.
Entre las amistades listadas en las agendas de Boehme consultadas por Río Negro constan,
además de diversas direcciones de Mengele, miembros de la comunidad alemana en la
Argentina, criminales de guerra y miembros del Tercer Reich buscados por la Justicia, y
militares y funcionarios de la Alemania nazi investigados o juzgados por los Aliados tras
la guerra y dejados en libertad. Boehme mantuvo una abultada correspondencia con ellos.
Entre las cartas enviadas a Boehme desde Alemania, ya avanzada la década de los 60,
están las del ex canciller alemán y embajador en Austria y Turquía durante el régimen
nazi, Franz von Papen, y por el mariscal de campo Erich von Manstein. Von Papen fue
juzgado por los tribunales de Nüremberg, pero no recibió condena. Von Manstein, fue
detenido por los Aliados luego de la capitulación alemana, aunque tampoco recibió
condena.
Otro de los interlocutores de Boehme fue el ingeniero alemán Kurt Tank, que ingresó a
Argentina con documentación falsa a fines de 1947, durante el primer gobierno de Juan
Perón. Tank proyectó el primer avión a reacción argentino, el Pulqui, un
prototipo similar a lo que después sería el Mig soviético. Boehme también se carteó
con regularidad con el general Walter von Seydlitz, que figura en los archivos de Simon
Wiesenthal como uno de los artífices del Holocausto.
El 7 de febrero de 1979, el Angel de la Muerte encontró la muerte ahogado en
las playas al norte del estado de San Pablo. Años después, análisis genéticos
confirmaron que la osamenta enterrada en Embú, a 20 kilómetros de la ciudad de San
Pablo, pertenecía a Josef Mengele. Los años que transcurrieron entre su escape de
Alemania y su muerte siguen siendo un rompecabezas que se va armando pieza a pieza, como
ésta de Río Negro.
LOS ULTIMOS DIAS DE LA VICTIMA
En busca de una clave
Por P. V.
Los fiscales que
investigan la muerte de Marcelo Cattáneo intentan reconstruir cómo fueron sus últimas
semanas de vida. Por eso quieren que se llame a declarar a los amigos más cercanos y a
los compañeros de trabajo del empresario, con la convicción de que allí puede estar
guardada alguna clave que ayude a entender los motivos de su misteriosa muerte. No se
descarta que entre los citados figure su hermano Juan Carlos, sospechoso de ser el
responsable de las dos firmas a través de las cuales se pagaron las coimas del escándalo
IBM-Banco Nación.
También volverán a interrogar a la empleada que vendió el jogging y las zapatillas con
las que fue encontrado ahorcado. Todavía no estamos seguros de que Cattáneo no las
haya comprado aseguró a este diario el fiscal Aldo De la Fuente, porque las
fotografías que mostramos a los empleados no eran suficientemente claras. Las
prendas se compraron el sábado 3 de octubre en la sucursal Martínez de la cadena Show
Sport, pero ninguna de las dos mujeres que estuvieron a cargo de la venta pudo identificar
al muerto. Sólo recuerdan que atendieron a un hombre de unos 40 años Cattáneo
tenía 41 que no estaba de traje.
Los investigadores siguen convencidos de que el empresario abandonó su casa por propia
voluntad y consideran que todavía no hay elementos para inclinarse por la hipótesis del
suicidio o la del asesinato. Ayer se supo que Cattáneo había dejado de usar su teléfono
celular veinte días antes de desaparecer, y que poco después de su muerte una de sus
hijas atendió un llamado telefónico intimidatorio.
Las mayores esperanzas de esclarecer el caso pasan ahora por el resultado de los exámenes
toxicológicos, que buscan establecer si Cattáneo fue drogado antes de morir. El forense
Osvaldo Curci estimó ayer que los estudios estarán terminados a mitad de semana. El
fiscal de Cámara Norberto Quantín anticipó por otra parte que pedirá una pericia de la
ropa que el empresario llevaba puesta al desaparecer, en busca de indicios sobre dónde y
con quién pasó las últimas horas de su vida.
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