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Los papeles de Cattáneo: un listado de cuentas secretas y misteriosas “botellitas”
Cinco hojas para descifrar un enigma

Página/12 tuvo acceso con exclusividad a documentos que Marcelo Cattáneo había entregado al diputado cavallista Guillermo Francos, con un listado de cuentas cuyas denominaciones coinciden con las que el juez Bagnasco investiga en la causa IBM-Banco Nación. Otra pista para la pesquisa.

Una parte de los papeles que entregó Marcelo Cattáneo un mes antes de su muerte.

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Por Susana Viau

t.gif (67 bytes) “Tenés que aportar datos concretos. Insinuar, decir a medias no sirve para nada y a vos tampoco te beneficia.” Guillermo Francos se había retirado de la reunión y era Mariano Gerván, secretario general del cavallismo de la capital, quien hacía la recomendación. Marcelo Cattáneo reflexionó unos instantes y aceptó. Al día siguiente declaró ante los diputados y tiempo después Francos y Gerván recibieron documentos con un listado de cuentas y depósitos. En el encabezamiento de la quinta hoja, tipeada en una máquina de escribir común, se leía: “Botellitas ...29...”, una clave que los destinatarios no pudieron descifrar. El breve texto incluía dos menciones a “Alfredo”.
El Alfredo que figuraba en la causa por el contrato entre IBM y el Banco Nación era Alfredo Aldaco, director del banco. En la primera reunión con Francos y Gerván, hablando de su presencia en la Cámara de Diputados, Cattáneo ya había accedido: “Está bien. Mañana pregúntenme por la licitación del sistema de comunicaciones. Eso todo lo llevó Aldaco”.
Los contactos con los hombres de confianza del ex ministro de Economía comenzaron a pedido del propio Marcelo Cattáneo y por medio de una vía ultrarreservada. El primer encuentro lo mantuvo, a solas, con el abogado Alfredo Castañón, ex número dos del Correo durante la gestión de Haroldo Grisanti. Durante el segundo, el de la noche del miércoles 15 de julio, Cattáneo no hizo mucho por ocultar la sorpresa que le había producido el conocimiento que Gerván tenía de la causa. Sin embargo, sólo contestó con un “mirá lo que me pedís” cuando éste le explicó que, a su criterio, la única actitud posible era dar los nombres de los destinatarios finales del dinero de la operación. También, recuerda Gerván, le hizo una advertencia: que no se hiciera evidente que la pregunta estaba acordada. Pero al día siguiente, en la comisión investigadora de los contratos de IBM con el Estado, las explicaciones de Cattáneo apenas modificaron la ambigüedad de sus intervenciones anteriores.
Tiempo más tarde, Francos volvió a cruzarse con él en la calle. Y a los pocos días –era principio de setiembre– los cavallistas recibieron los papeles. Dos de las cinco páginas tenían un título: “Documentación privada a requerir”. Era un listado de depósitos efectuados en la Banque Privée Edmond de Rotschild S.A. (con un error en el nombre del barón, que estaba escrito como “Rothsschild”) y en la Banque Bruxelles Lambert de Suiza. Los depósitos se habían hecho en las cuentas Duquesa (4), Gateway (7), Putter (10) y Flexi (8). Curiosas denominaciones: “Gateway” es el nombre del autódromo de Saint Louis, en Estados Unidos y “Putter”, el palo de golf que se utiliza para hacer hoyo sobre el green.
La tercera hoja tenía la aclaración “Cheques cobrados por mostrador o con empresas de fantasías”.
La cuarta era una planilla con algunos de los mismos depósitos detallados en las dos primeras páginas.
El encabezamiento de la quinta, escrita a máquina, fue un verdadero misterio para Francos y Gerván: “Botellitas...29...”. Lo que seguía a continuación era fácilmente descifrable: “Cobrado de anticipo U$S 9.000.000”; “a cuentas Alfrdo (sic) por Banco General de Negocios de la cuenta corriente de CCR, dólares 5.000.000”; “a ctas Alfredo por Banco General de Negocios no se sabe de que (sic) cuenta, dólares 300.000”; “a cuenta USA sin identificar, dólares 1 millón”; “enttran (sic) en el Edmond Rotschild en las siguientes cuentas 3.900.000 abficus; 4.100.000 filasa”; “se distribuyen en las siguientes subcuentas: Duquesa, Gateway, Putter, Flexi (no tengo los montos de cada una pero están en el expediente)”. El mensaje remataba con una frase escrita en mayúsculas: “Movimientos con posterioridad al depósito inicial cuyo origen no fue identificado” .
Marcelo Cattáneo no presentó estos papeles ante el juez Adolfo Bagnasco. Francos y Gerván no entendieron del todo por qué enfilaba los cañones sólo contra Aldaco (a quien siempre se consideró ligado a Juan Schiaretti, exinterventor en Santiago del Estero) y dejaba en la sombra a Genaro Contartese, el otro propietario de las cuentas, el más allegado al presidente Carlos Menem, con quien compartía las jornadas de golf en los links del country Las Praderas. Tampoco entendían de qué se trataban las “botellitas”.
Las semanas que siguieron fueron agitadas para los equipos de Acción por la República y nadie tuvo posibilidades de preguntar: Domingo Cavallo viajaba a Moscú y Francos también se ausentaba del país. Pero Página/12 cotejó los depósitos hechos en el listado enviado por Cattáneo y coinciden con el número de las “botellitas”; efectivamente son 29. Qué quiso decir Cattáneo con “botellitas” sigue siendo un enigma. Por supuesto, mucho menor que el que rodea a su muerte, aunque quizá no sea ajeno a ella.

 


 

UN PERITO INTERPRETA LOS ANTEOJOS Y EL RECORTE DE DIARIO
“Forman un mensaje mafioso”

Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Para el perito Hugo Nandin “tanto los anteojos de sol como el recorte encontrado en la boca de Marcelo Cattáneo son parte de un mensaje mafioso”. Como médico legista, Nandin participó en las investigaciones de asesinatos encubiertos como los de Mirabete, Durán, Schiavini y Pérez. Página/12 le preguntó qué pueden revelar las pericias pendientes sobre el traje, el auto y las vísceras de Cattáneo.
–¿Qué se puede descubrir en el análisis de la ropa?
–Se pueden buscar indicios de dónde estuvo Cattáneo, y con quién. En la ropa de las víctimas siempre queda información importante: puede tener pelos de terceras personas o hilos de otras prendas. Periciarlas también sirve para saber con seguridad qué tenía puesto la víctima en el momento en que murió. A través de los restos de sudor, si la tela quedó muy impregnada, se puede conocer si la persona estuvo sometida a una situación de mucho stress.
–Una de las mangas del saco de Cattáneo estaba rasgada. ¿Se puede determinar cómo se rompió?
–Se puede determinar si la rotura se produjo con un elemento cortante, o si hubo un tironeo, por ejemplo. En este caso lo más revelador puede ser cruzar esa información con las pericias hechas sobre el cadáver.
–¿Qué huellas secundarias quedan en el cuerpo de un ahorcado?
–Depende de cuánto tiempo tarde en morir. Antiguamente el verdugo saltaba agarrado a la víctima, para que cayera con más violencia; así se desprendía la segunda vértebra, que se introducía en el bulbo raquídeo, y se lograba una muerte inmediata. Pero cuando alguien salta sin sobrepeso y desde poca altura, la muerte llega después de 4 o 5 minutos, en los que esa persona pasa por un período convulsivo. Cattáneo debería tener golpes y escoriaciones en las piernas, marcas dejadas a consecuencia de las convulsiones. Al parecer Cattáneo tuvo esas convulsiones, porque apareció con la lengua mordida.
–Si fuera así, ¿se le deberían haber caído los anteojos, o el papel que tenía en la boca?
–Faltan elementos para saberlo con seguridad. Son cosas que me llaman enormemente la atención, y que en realidad parecen ser parte de un mensaje mafioso. También es llamativo que en el lugar donde apareció muerto Cattáneo no se hayan tomado las precauciones necesarias para levantar huellas y determinar si hubo otras personas. Se creó un bache que bien pudo haber sido usado para disimular un homicidio. Si el lugar del hecho se hubiera resguardado, cruzando la información recogida allí con la autopsia hoy prácticamente no quedarían dudas.
–El lugar fue pisoteado, la ropa manipulada por quienes la encontraron, y el auto todavía no fue entregado a los jueces que investigan la muerte de Cattáneo.
–Sí, casi todos los elementos ya fueron contaminados.
–Supongamos que Cattáneo fue drogado, y luego ahorcado. ¿Todas las sustancias son detectables por los estudios toxicológicos?
–La mayoría sí, pero no todas. La insulina, por ejemplo, que en dosis elevadas produce la muerte, no se detecta.
–Como perito, ¿cree que todavía hay probabilidades de esclarecer lo que pasó?
–Pocas. Es difícil decirlo
–De uno a diez, ¿en cuánto están?
–De uno a 10 le doy dos o tres, como máximo.

 


 

EXTRAÑO SUICIDIO EN UN EDIFICIO
Un ahorcado frente al juez

t.gif (862 bytes) Un hombre que vivía en el mismo edificio del juez Enrique Velázquez, uno de los jueces a quienes tocó la causa por la muerte del empresario Marcelo Cattáneo, se suicidó colgándose de una baranda de la escalera del piso 15, el mismo en el que vive el magistrado. Jorge Pérez, de 78 años, fue encontrado ayer a la madrugada pendiendo frente a la puerta misma del departamento de Velázquez por el portero del edificio, Ramón Fernández.
Pérez trabajaba en la zapatería Giorgio y se había mudado hace cinco meses al edificio ubicado en Jaramillo 2656. Según relató a Página/12 el portero, “hace tres días me dijo que se iba a matar. Que lo habían estafado y que estaba quebrado. Dijo que había perdido cuatro millones de dólares”. Fuentes policiales informaron que la viuda de Pérez informó que “tenía antecedentes de intentos de suicidio y estaba deprimido desde que perdió su negocio”.
Pérez vivía en el piso 19. Bajó hasta el 16 y utilizando un alargador se colgó de la baranda. Allí quedó pendiendo hasta que a las seis de la mañana el portero lo encontró cuando se disponía a limpiar el piso 15, donde vive Velázquez.
Tanto el juez como el fiscal Norberto Quantín consideraron que “es una mera coincidencia” e inclusive fuentes judiciales señalaron que Pérez “dejó una carta en la que decía que había sido engañado y estafado”.

 


 

La plácida estadía en Río Negro de Josef Mengele

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Mengele, von Manstein, Boehme y von Papen (en sentido horario).
Correspondencia con los jerarcas nazis y albergue para el médico.

 

t.gif (862 bytes) Josef Mengele. Uno de los nombres más denostados del mundo, mano ejecutora del Holocausto judío, el médico loco obsesionado por crear superhombres arios, por lo que hacía experimentos genéticos con indefensos prisioneros. La pesadilla que provocó la muerte de 400 mil personas en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, la mano ejecutora de la “solución final” diseñada y comandada por Adolf Eichmann desde su escritorio en el centro del Tercer Reich. El hombre que se habría refugiado los primeros seis meses de 1960 en el Alto Valle de Río Negro.
Según una investigación publicada ayer por el diario Río Negro, Mengele vivió durante seis meses en una chacra en la localidad de Cervantes, a 15 kilómetros de la ciudad de General Roca, propiedad del también alemán Albrecht Boehme, un productor frutícola que había llegado legalmente a la Argentina en los primeros años de la década del ‘50.
De acuerdo con relatos hechos al periódico rionegrino, aseguran haber visto a Mengele en General Roca en compañía de Boehme.
–Era un hombre callado, siempre de traje impecable, al que Boehme presentaba como “un amigo”.
“Hablaba el castellano con alguna dificultad y entraba y salía de los negocios siempre en compañía de Boehme”, afirmó a Río Negro un vecino de Roca, acotando que “un día, le pregunté quién era su amigo y la respuesta fue amable pero firme: ‘Es Mengele’.
Otro vecino de General Roca relató que recordaba haber reconocido a Mengele en la chacra de Boehme en Cervantes. “Fue hace muchos años –contó el testigo–, concretamente en el año ‘60. Por entonces me dedicaba al negocio de chatarra y fui hasta la bodega de Boehme a buscar fierros y ahí me encontré con Mengele, al que veía de tanto en tanto en fotos porque lo andaban buscando”.
Albrecht Boehme era uno de los vínculos regionales con los ex jerarcas del nazismo que huían de sus condenas por crímenes de guerra y lesa humanidad. Según la investigación de Río Negro, Albrecht había combatido en la Segunda Guerra como oficial de la Fuerza Aérea alemana –la famosa Luftwaffe–, integrando las tropas aerotransportadas de la División Herman Goering.
En su vida en la Argentina, Boehme nunca dio la imagen de estar consustanciado en extremo con la ideología nazi. Según el periódico sureño, “era un hombre de orden, de maneras parcas pero amable, siempre lo movió una significativa predisposición a trabajar por el mejoramiento de la región. A poco de llegar al país tejió una amplia trama de relaciones con el poder militar argentino, especialmente de oficiales de alto rango del Ejército”. Uno de los principales interlocutores de Boehme fue el comandante del V Cuerpo de Ejército con jurisdicción en la Patagonia, el general Enrique Guglialmini. Boehme incluso habría participado, por invitación del Ejército, en ejercicios de la VI Brigada de Infantería de Montaña con asiento en la provincia de Neuquén.
La correspondencia y las agendas de quien fue fundador de la Cámara de Productores de Cervantes y presidente de la desaparecida Corpofrut, una cooperativa de productores frutícolas, son más que interesantes.
Entre las amistades listadas en las agendas de Boehme consultadas por Río Negro constan, además de diversas direcciones de Mengele, miembros de la comunidad alemana en la Argentina, criminales de guerra y miembros del Tercer Reich buscados por la Justicia, y militares y funcionarios de la Alemania nazi investigados o juzgados por los Aliados tras la guerra y dejados en libertad. Boehme mantuvo una abultada correspondencia con ellos.
Entre las cartas enviadas a Boehme desde Alemania, ya avanzada la década de los ‘60, están las del ex canciller alemán y embajador en Austria y Turquía durante el régimen nazi, Franz von Papen, y por el mariscal de campo Erich von Manstein. Von Papen fue juzgado por los tribunales de Nüremberg, pero no recibió condena. Von Manstein, fue detenido por los Aliados luego de la capitulación alemana, aunque tampoco recibió condena.
Otro de los interlocutores de Boehme fue el ingeniero alemán Kurt Tank, que ingresó a Argentina con documentación falsa a fines de 1947, durante el primer gobierno de Juan Perón. Tank proyectó el primer avión a reacción argentino, el “Pulqui”, un prototipo similar a lo que después sería el Mig soviético. Boehme también se carteó con regularidad con el general Walter von Seydlitz, que figura en los archivos de Simon Wiesenthal como uno de los artífices del Holocausto.
El 7 de febrero de 1979, el “Angel de la Muerte” encontró la muerte ahogado en las playas al norte del estado de San Pablo. Años después, análisis genéticos confirmaron que la osamenta enterrada en Embú, a 20 kilómetros de la ciudad de San Pablo, pertenecía a Josef Mengele. Los años que transcurrieron entre su escape de Alemania y su muerte siguen siendo un rompecabezas que se va armando pieza a pieza, como ésta de Río Negro.

 


 

LOS ULTIMOS DIAS DE LA VICTIMA
En busca de una clave

Por P. V.

t.gif (862 bytes) Los fiscales que investigan la muerte de Marcelo Cattáneo intentan reconstruir cómo fueron sus últimas semanas de vida. Por eso quieren que se llame a declarar a los amigos más cercanos y a los compañeros de trabajo del empresario, con la convicción de que allí puede estar guardada alguna clave que ayude a entender los motivos de su misteriosa muerte. No se descarta que entre los citados figure su hermano Juan Carlos, sospechoso de ser el responsable de las dos firmas a través de las cuales se pagaron las coimas del escándalo IBM-Banco Nación.
También volverán a interrogar a la empleada que vendió el jogging y las zapatillas con las que fue encontrado ahorcado. “Todavía no estamos seguros de que Cattáneo no las haya comprado –aseguró a este diario el fiscal Aldo De la Fuente–, porque las fotografías que mostramos a los empleados no eran suficientemente claras.” Las prendas se compraron el sábado 3 de octubre en la sucursal Martínez de la cadena Show Sport, pero ninguna de las dos mujeres que estuvieron a cargo de la venta pudo identificar al muerto. Sólo recuerdan que atendieron a un hombre de unos 40 años –Cattáneo tenía 41– que no estaba de traje.
Los investigadores siguen convencidos de que el empresario abandonó su casa por propia voluntad y consideran que todavía no hay elementos para inclinarse por la hipótesis del suicidio o la del asesinato. Ayer se supo que Cattáneo había dejado de usar su teléfono celular veinte días antes de desaparecer, y que poco después de su muerte una de sus hijas atendió un llamado telefónico intimidatorio.
Las mayores esperanzas de esclarecer el caso pasan ahora por el resultado de los exámenes toxicológicos, que buscan establecer si Cattáneo fue drogado antes de morir. El forense Osvaldo Curci estimó ayer que los estudios estarán terminados a mitad de semana. El fiscal de Cámara Norberto Quantín anticipó por otra parte que pedirá una pericia de la ropa que el empresario llevaba puesta al desaparecer, en busca de indicios sobre dónde y con quién pasó las últimas horas de su vida.

 

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