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OPINION
Solo y sin el banquito
Por Mario Wainfeld

Un boxeador inolvidable por su porteña desfachatez, el peso pesado Oscar “Ringo” Bonavena sintetizaba así su relación con allegados e hinchas: “Todos me alientan, me dan consejos, me dicen ‘dale Ringo, matálo Ringo’... pero a la hora de la verdad me dejan solo en un ring frente a un negro de cien kilos y hasta el banquito me
sacan”.
Quienes compiten electoralmente en democracia saben bien de qué hablaba Ringo. Un candidato, –un candidato presidencial mucho más– vive rodeado de asesores, amigos, aliados que tienen cien cosas para darle pero que en algún momento lo dejan solo. La relación del candidato con la gente es personal e intransferible, solitaria.
Una campaña es un fenómeno fascinante, generador de adrenalina y afrodisíaco como pocos. Pero cuesta. El que gana crece, para el que pierde puede ser letal. Basta recordar a los candidatos a presidentes derrotados: Italo Luder desde el ‘83, Eduardo Angeloz en el ‘89. Horacio Massaccesi y José Octavio Bordón en el ‘95. Para todos, el traspié fue el comienzo de un declive no menor.
Eduardo Duhalde es candidato a presidente desde hace mucho (las campañas políticas en Argentina son cada vez más largas). Es más, a principios del año pasado, era número puesto para ganar. Desde entonces ha subido y bajado, mostrando incluso momentos de flaqueza que hicieron pensar que desertaría. No lo hizo, y ahora está en una situación no ideal (viene perdiendo pero está recuperado terreno) que con todo es bastante mejor que la de cualquiera de sus compañeros del PJ y
que la que él mismo tenía desde su derrota electoral
del ‘97.
El sábado 17 Duhalde aspira a llenar la Plaza de Mayo en un acto que lo tendrá como único orador. Se mostrará solo, por cuestión de imagen, para evitar la visión “herminista” de un palco atiborrado, poblado de impresentables, empujándose para salir en la foto. También para no anticipar nada acerca de su sucesión que no es
fácil de dirimir y que para nada le conviene ventilar en público.
Son razones prácticas –muchas seguramente sugeridas desde afuera del ring– que justifican que esté solo. También lo estará en un sentido más vasto, como a su modo, lo están en momentos cruciales Fernando De la Rúa, Graciela Fernández Meijide o Ramón Palito Ortega. Como Ringo, poniendo la cara y sin el banquito.

 

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