"ESTAMOS FRENTE A UNA CRISIS TERMINAL"
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Por Fernando D'Addario La situación del cine nacional es gravísima. La prueba más contundente, a despecho del arsenal de cifras y acusaciones de índole política que se cruzan, es aportada por nueve entidades del sector, que esquivaron (por una vez en la vida) celos y diferencias tan afines al ambiente para encolumnarse tras un objetivo común. "Hasta aquí llegaron nuestras coincidencias", dice Marcelo Piñeyro, que conoce el paño. Todos ríen. Es la única alusión jocosa frente a un panorama que preocupa: el proyecto de ley de presupuesto para 1999 prevé un importante recorte en las partidas destinadas al cine y, además, el Estado arrastra una deuda millonaria con el INCAA, que no se engorda con subsidios aportados por el Tesoro Nacional, sino con fondos genuinos generados por el propio cine (ver aparte). Los realizadores Luis Puenzo, Lita Stantic, Carlos Galettini y el ya citado Piñeyro, en representación de distintas entidades vinculadas con el cine, coincidieron en entrevista con Página/12, en que "el cine nacional está viviendo una situación de colapso, absolutamente terminal", hecho que se puede comprobar con la paralización de varios proyectos que estaban en marcha. Buscarán soluciones en el ámbito político, y si no obtienen respuestas satisfactorias iniciarán medidas de fuerza, la primera de las cuales sería el boicot al festival de Mar del Plata que se realizará en noviembre. "Es incoherente que el Instituto gaste su dinero en la realización del festival cuando el cine argentino se está muriendo", resume la realizadora de Un muro de silencio. En la discusión, sobrevuelan dos temas que en algún punto confluyen: las sospechas de corrupción, y los temores de que esta situación confusa sirva de antesala para una futura privatización del INCAA. "Queremos advertir sobre eso, porque nosotros consideramos que el Instituto es imprescindible. Lo que queremos, también, es que su manejo sea transparente", argumenta Puenzo. Y Piñeyro apoya: "Está claro que la cultura no puede quedar librada a las reglas del mercado. En ese caso, un Instituto privatizado sólo protegería a un sector del cine, el que le convenga". --¿Hay un mal manejo político o ustedes consideran que existe corrupción? Piñeyro: --Es muy lícito sospechar, es como que se está alimentando una caja negra, y ni siquiera los diputados pudieron saber en qué se gastan los dineros del Instituto. Pero más allá de que creamos que pueda existir corrupción, lo que sí es seguro es que existe una pésima asignación de los recursos de que dispone el INCAA. Quieren que haya un Instituto rico con una cinematografía muerta. Puenzo: --El tema es político. La política es la que decide si se quiere producir cultura o lo único que interesa es la fiesta, que esté contenta la farándula y que venga Gina Lollobrigida. --Bueno, en ese caso, no habría incoherencia entre la situación del cine y el momento general que vive el país... Piñeyro: --Lamentablemente es así. Quieren que también la cultura entre en la bolsa de los 0-600 y los concursos televisivos. Si es que realmente pretenden eso, bueno, que lo digan de una vez. Puenzo: --Lo grave es que la ley del cine contempla una serie de variables que protegen a la cinematografía en general, a las óperas primas y a las grandes producciones. Ahí en la ley está todo previsto, desde Pizza, birra, faso hasta Un argentino en Nueva York. Estaba todo dado para que existiese una evolución del cine nacional, por el aumento sostenido de estrenos, de óperas primas, y ahora pasa esto. --¿Maharbiz tiene que irse? Puenzo: --No sin antes rendir cuentas. La cultura se merece una transición más ordenada. Que el que vaya a venir después se encuentre con los números claros. Porque se le va a venir un paquete... Piñeyro: --Ojalá fuera tan simple como pedirle a Maharbiz que se fuera. Estamos en contra de esta mirada sobre el cine que se ha instalado. Pero que se vaya Maharbiz para que después venga Sofovich... en ese caso me quedo con el que está, al menos lo conozco. Nosotros no pusimos a Maharbiz, así que tampoco lo vamos a sacar, del mismo modo que nosotros no elegimos a Roque Fernández. Es un funcionario al que pusieron en ese sitio. A lo mejor yo preferiría a otro que fuera más educado, que no gritara tanto, pero bueno, está él. Lo que exigimos es que cumpla la ley. --Resulta paradójico que contando con herramientas legales para que el cine argentino pudiese pasar por un buen momento, se tenga que vivir esta situación de colapso. Piñeyro: --Se habló mucho del supuesto boom del cine nacional. Eso fue un invento mediático y una propaganda del Instituto para posicionarse políticamente. Pero la situación es agónica. Y lo peor es que podría remediarse fácilmente, con una decisión política. --Hay una sensación que flota en el ambiente, seguramente incentivada desde los organismos oficiales: se sugiere que no está mal restarle dinero al cine, para privilegiar otras necesidades más urgentes de la población... Piñeyro: --Pero independientemente de la falacia que esa sugerencia lleva implícita, porque con esta reducción no se gana ni una sola gasa para los hospitales ni se aumenta un centavo el subsidio por desempleo, existe una situación concreta: los fondos del cine no salen del Tesoro nacional. Salen de lo que produce el mismo cine. Stantic: --Y aun desde esa lógica errónea, lo que se conseguiría con la muerte del cine sería una disminución de la actividad económica y un aumento de la desocupación, con la cantidad de trabajadores ligados al cine que se quedarían sin trabajo. --Existe otra especulación, que quizás encierre también un argumento falaz: ¿para qué se gasta tanto dinero en cine si cada vez se hacen peores películas? Piñeyro: --Eso entra en el terreno de lo discutible. Habría que discutir con respecto a qué es hacer peor o mejor cine, compararlo con otros momentos, con otros lugares, y exigiría hacer un análisis mucho más fino. Pero en este momento no me importa. Necesitamos que el cine exista para que después podamos establecer esa discusión. Tenemos que defender la realización de películas, así sean buenas o malas. El film que por esas cosas de la vida sale mal, también tiene derecho a ser visto, porque el cine no es una ciencia exacta. Y para defender a Kiarostami tenemos que defender también lo que se hace acá. Porque si se muere el cine nacional cada vez va a haber más Godzilla y menos Scorsese. Galettini: --Lo que hay que evitar es la macdonalización de la cultura que nos quieren imponer. --¿El aporte de la televisión contribuye a esa concepción de un cine para consumo rápido y despersonalizado? Puenzo: --Yo creo que la ley del cine generó muchos aspectos positivos: la posibilidad de surgimiento de nuevos productores y el acercamiento de la televisión. En Europa no hay película que no se haga con apoyo de la televisión. Piñeyro: --Bueno, pero la televisión europea no es como la argentina, ¿no? Yo, particularmente, no tengo nada en contra de la televisión. Lo que me molesta es el afán monopólico de los holdings que se quieren apropiar del cine. Puenzo: --Lo ideal es que haya lugar para todo. Y para eso hay que defender un espacio. En Estados Unidos no existirían los hermanos Coen si no existiera Godzilla. Hay diversidad porque hay una industria. Piñeyro: --Eso es cierto. Y además, Un argentino en Nueva York le sacó público a Godzilla, no a Kiarostami o a Agresti. Los que estamos en el cine también tenemos que evitar el dogmatismo, que es totalitario. Queremos Comodines, pero también Picado fino. Puenzo: --El punto es no privilegiar uno sobre el otro. Yo tampoco quiero que sólo haya un cine subsidiado, experimental, que dé lo mismo si al público le gusta o no. --Históricamente, siempre se alertó sobre "la grave situación que vive el cine argentino". ¿Esta vez es peor? Piñeyro: --Es verdad que tantas veces nos quejamos que nos puede pasar como en la fábula, que cuando realmente pase algo nadie nos lleve el apunte. Pero esta vez el lobo está viniendo de veras.
EL AGUJERO NEGRO DEL INSTITUTO NACIONAL DE CINE ALÍ BABA Y LOS CUARENTA MILLONES El proyecto de ley de presupuesto para 1999, que en los próximos días deberá votar el Congreso, prevé una quita de poco menos del 50 por ciento (unos 27 millones de dólares) para el INCAA con respecto a la partida de este año. De esa cifra, el 40 por ciento estará destinado a gastos operativos y sólo un 15 por ciento a subsidios de fomentos de la producción. La Ley del Cine, promulgada hace tres años, tendía a remediar un problema aparentemente insoluble: sólo con la explotación comercial, las películas no recuperaban la inversión de los productores. Fue por eso que se estableció, a través de impuestos directos sobre la actividad, un fondo para el fomento del cine nacional. Este fondo no sale del Tesoro nacional, sino de lo que produce el cine, a través de los films que están en cartel (un diez por ciento de las entradas va a parar allí), del alquiler de videos y de la exhibición de películas por televisión. Este reintegro contemplado en la Ley del Cine no se ha cumplido hasta ahora, y Economía utilizó parte de estos fondos para otros fines. Algunos "salvatajes" de último momento por parte del Poder Ejecutivo intentaron paliar ese desfase, pero entre lo que se recortó y lo que se volvió a dar quedó un balance negativo de 40 millones de dólares. "Lo curioso es que el funcionamiento natural de la ley da lugar a un sistema que no le quita dinero al país. Y lo que pasa ahora es al revés: es el país el que le quita dinero al cine. La ley es un muy buen instrumento", argumenta Puenzo. Como consecuencia de esta situación, existe una deuda considerable con la mayoría de las productoras nacionales, algunas de las cuales han parado sus proyectos y/o han entablado juicios contra el Estado. Es el caso de Plata quemada, la novela de Ricardo Piglia que Piñeyro quiere llevar al cine. "Iba a ser una coproducción--explica el director- con un 50 por ciento de inversión europea. El 'costo argentino' es de aproximadamente 2,5 millones de dólares, pero ante la incertidumbre que se generó con este incumplimiento por parte del Estado, los productores nacionales no pueden hacerse cargo del proyecto. Necesitarían que la vieran 1,5 millón de personas para recuperar la inversión. Esto provoca que yo tenga que buscar otras variantes para filmar, y una de ellas es filmar afuera. Está la posibilidad de cambiar el lugar de la historia. En lugar de Argentina-Uruguay, se desarrollaría en la frontera Texas-México. Como se ve, ya no tendría nada que ver con el cine argentino. Sería otra película. Y así puedo zafar yo, pero ante situaciones similares, el cine nacional se muere". Así están las cosas, y entre reuniones con diputados y funcionarios de distinto rango (solicitaron audiencia con el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, y hoy martes se reunirán con De la Rúa), las entidades vinculadas con el cine nacional buscarán un guiño político que permita descomprimir la situación. Mañana, por otra parte, Julio Maharbiz dará su versión del estado de las cosas.
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