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QUANTIN PIDE VEINTE MEDIDAS PARA QUE AVANCE LA INVESTIGACION
Cómo leer la mente del muerto

Los exámenes revelan que Marcelo Cattáneo no había sido drogado. Sin embargo, no se descarta la hipótesis del homicidio. El fiscal pide una “autopsia psicológica” para indagar si Cattáneo tenía intenciones de suicidarse.

Norberto Quantín, fiscal de Cámara que trabajó todo el fin de semana en la investigación.
“En cuarenta años que llevo en la Justicia vi cientos de suicidios, pero nunca uno tan raro como éste.”

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Por Susana Viau

t.gif (67 bytes) Los estudios toxicológicos y anatomopatológicos practicados al cadáver de Marcelo Cattáneo descartan la existencia de drogas y venenos. No obstante, casi al filo de quedar al margen de la investigación, el fiscal de Cámara Norberto Quantín solicitó 20 nuevos puntos periciales a realizar sobre la ropa, los zapatos y el automóvil del ex directivo de Consad. Parte de esos 20 puntos están dirigidos a peritar el suelo de la caseta donde se produjo el ahorcamiento y el terreno adyacente a la construcción. Quantín dedicó el fin de semana largo y la mañana de ayer a una línea de investigación que considera sustancial: la llamada “autopsia psicológica” del empresario.
Con los estudios psicológicos post mortem busca detectar si Cattáneo dio a sus familiares o amigos señales que pudieran poner de manifiesto su intención de quitarse la vida. El alejamiento de Quantín de una causa que monopolizó la atención de la opinión pública durante la última semana quizá lleve algo de alivio al Gobierno que, desde un primer momento y con premura, se pronunció en favor de la tesis del suicidio (ver página 2).
Nadie en el cuerpo de fiscales que colaboraron con Quantín en la búsqueda apostaba fichas a la posibilidad de que la autopsia arrojara luz sobre un eventual asesinato. Y, quizá sin saberlo, en eso coincidieran con Osvaldo Curchi, el médico legista que practicó el examen. Todos ellos piensan que los aspectos oscuros están en “el montaje” que rodeó la muerte: la vestimenta inusual, la página de un periódico en la boca, las gafas oscuras con marco blanco que llevaba puestas para algo que ocurrió entre las cinco y las siete de la mañana del domingo, las dudas respecto al día en que la furgoneta que utilizaba fue abandonada, el desolado, sórdido y casi inaccesible paisaje elegido como escenario y básicamente las razones, fueran móviles o motivos. De ahí el empeño en localizar la tienda en la que se realizaron las compras de la ropa que Cattáneo vestía en el momento de morir y que su mujer, Silvina de la Rúa, consideró extrañas a su estilo habitual.
El equipo de fiscales no dejó de bucear en la situación financiera y familiar de Cattáneo. Resultaba difícil llevar adelante la investigación en una doble dirección y mantener el equilibrio entre ambas opciones: la de un hombre agobiado por la dudosa popularidad que había adquirido su apellido, vinculado estrechamente al escándalo IBM-Banco Nación y los signos que hacían evocar a una “vendetta” mafiosa (por sobre todo la escasa formalidad de la ropa, los anteojos y la página del diario que lo mencionaba doblada en cuatro). “Uno podría jurar que es un asesinato, pero también podría jurar que nunca se va a saber quién lo cometió”, había comentado a Página/12, con desaliento, un joven funcionario cercano a la investigación. El propio Quantín admitió que “en los cuarenta años que llevo en la Justicia he visto cientos de suicidios, pero nunca uno tan raro como éste”.
Ese es uno de argumentos que llevaron al fiscal a trabajar sobre una de las técnicas inaugurada por la moderna medicina legal: la “autopsia psicológica”, una amplia encuesta realizada con la colaboración de psiquiatras sobre el universo de amigos, familiares, compañeros de trabajo para determinar si en las actitudes o expresiones que pudieron tomar como comunes se encuentra la clave de un estado de ánimo desencadenante del suicidio.

 

Claves

* El fiscal Quantín pidió 20 medidas de prueba para despejar dudas.
* Una “autopsia psicológica” ayudaría a determinar si Cattáneo pudo haber llegado a decidir una muerte por propia voluntad.
* El Gobierno espera que la Cámara otorgue la causa a Enrique Velázquez, lo cual desplazaría casi automáticamente al fiscal Quantín.
* Velázquez es juez
subrogante. A fin de mes el caso podría pasar a otro magistrado, y una causa importante se convertiría en una calesita.
* Becerra pidió a la Corte Suprema la designación de un equipo especial de dos fiscales, dos peritos y dos policías expertos en homicidios.

 


 

LA PELEA ENTRE JUECES TRABA LA INVESTIGACION
Los enigmas sin respuesta

Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) En medio de la pelea sobre qué juez y qué fiscales deben quedarse con la investigación –y en gran parte debido a esa disputa–, siguen sin tomarse medidas básicas para esclarecer qué pasó con Marcelo Cattáneo. A continuación, varios enigmas sin respuesta.
u Un sábado en blanco. Sigue el misterio sobre dónde y con quién estuvo el empresario el día anterior a su muerte. La última vez que lo vieron fue el viernes 2 de octubre. Estaba solo. A partir de entonces, se pierde su rastro. La indefinición sobre la competencia hizo que ayer se suspendiera la declaración del testigo que dice que lo encontró cerca de la cancha de River, cuando ya había abandonado su casa.
u Un auto rojo. Tampoco fueron llevados a declarar los pescadores que contaron que había un vehículo rojo y una camioneta similar a la de Cattáneo en Ciudad Universitaria la noche de su muerte. Ni el testigo que asegura que, días antes del hecho, vio a tres hombres de negro con linternas rondando la antena donde después apareció colgado el empresario. El lugar era de difícil acceso: si Cattáneo lo eligió para suicidarse debió antes trepar al techo de la casilla, saltar al interior de un patio cerrado por altas paredes y volver a subir por la antena. Una maniobra inexplicable si se tiene en cuenta que en la zona hay árboles accesibles.
u Los llamados. Por algún motivo, Cattáneo había dejado de usar su celular desde 20 días antes a su desaparición. La familia recibió un llamado intimidatorio el mismo día de su muerte. Recién ayer se pidió un listado de todas las llamadas entrantes y salientes al celular. Sobre la base de esos datos, los funcionarios estimaron que solicitarán que se aplique un sistema –similar al Excalibur usado en el caso Cabezas– para reconstruir los contactos de Cattáneo en sus últimos meses de vida.
u La Fiorino. A una semana y media del hallazgo del cadáver, los investigadores de la Policía Federal todavía no conocen el resultado de las pericias que los técnicos bonaerenses hicieron en la Fiorino de Cattáneo. Ninguno de los dos jueces incorporó el vehículo a la causa. Esto, a pesar de que hay fuertes indicios de que fue manejado después de la muerte del empresario: las cubiertas tenían barro, lo que indicaría que estuvo en marcha el domingo, cuando comenzó a llover; los testigos vieron el vehículo estacionado en Olivos recién después del lunes.
A fines de la semana pasada, cuando la jueza María Gabriela Lanz levantó el secreto de sumario, el abogado Luis Dobniewski denunció la errática actitud de la Justicia. “El juez que debió difundir las fotos de Marcelo cuando aún estaba vivo no lo hizo; al cuerpo lo encontró un pescador, el auto un vecino y la ropa dos linyeras”, dijo Dobniewski en una crítica que incluyó a los dos magistrados.

 


 

CAVALLO DENUNCIO LAS MAFIAS EN LA ARGENTINA
Mingo prendió el ventilador

t.gif (862 bytes) Domingo Cavallo volvió a la carga. Desde España, reiteró sus denuncias sobre la existencia de una mafia en el país y ejemplificó su teoría con el caso Cattáneo. “No tengo ninguna duda de que existe una mafia en la Argentina. También estoy seguro de que hay asesinatos que conllevan mensajes mafiosos. Yo diría, desde el vamos, que el caso de Cattáneo debe ser inscripto en esta sospecha”, dijo el diputado de Acción por la República. También consideró que “las mafias tienen amedrentado al presidente Menem”.
Ayer, Cavallo disertó en la Bolsa de Comercio madrileña sobre las expectativas de la economía latinoamericana frente a la crisis financiera internacional. Pero el ex ministro no puede con su genio y los temas locales lo ganaron en una conferencia de prensa. “Los que descartan la existencia de asesinatos mafiosos son los mismos que desde hace dos o tres años cierran los ojos ante la realidad del crimen organizado en la Argentina”, disparó. Luego explicó que la actitud de “no querer llegar a la verdad” es “muy mala” y expresó la necesidad de “investigar ante la menor sospecha”, vinculando todas las muertes dudosas que se produjeron en los últimos tiempos alrededor de casos de corrupción.
Más tarde afirmó que el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, está “desesperado” desde que se enteró de la muerte de Marcelo Cattáneo y que al presidente Carlos Menem “las mafias lo tienen amedrentado”. Cuando le pidieron nombres de mafiosos, respondió enojado que esos datos ya los aportó en su libro El peso de la Verdad. “No los voy a repetir, ya que lo único que provocan son ataques judiciales en mi contra”, comentó. Sólo recordó que “intervinieron personas para evitar que se profundizaran las investigaciones” y volvió a apuntar sus cañones hacia el ex procurador Angel Agüero Iturbe porque “se hizo el burro” al separar las causas vinculadas con casos de corrupción.
También cuestionó a los legisladores justicialistas que integran la comisión antimafia “porque hicieron creer que el mafioso era yo”.
Alfredo Yabrán no podía estar ausente. Sobre la muerte del presunto autor intelectual del fotógrafo José Luis Cabezas, señalado en 1995 por Cavallo como “el jefe de la mafia” dijo: “Para mí hay una organización mafiosa que no fue desarticulada, a pesar de que quien aparecía como máximo líder también parece haberse suicidado”.
Agregó que “no se está investigando el tema con la seriedad de las denuncia que yo hice. Actuó mal la Justicia, que en lugar de unificar las causas las mantuvo independientes”. Aseguró que si se investiga, como él aconseja, “se va a poder descubrir qué organización está detrás de estos hechos”.

 


 

OPINAN DUHALDE Y GRACIELA
Dos estilos de sospecha

t.gif (862 bytes) Para Eduardo Duhalde el crimen es una “posibilidad cierta” en el caso de Marcelo Cattáneo. Aunque no quiso entrar en detalles, el gobernador bonaerense se diferenció así del menemismo, que impulsó desde el principio la hipótesis del suicidio. Más dura con el Gobierno, la diputada Graciela Fernández Meijide afirmó ayer que “si siguen impidiendo que se investigue, el Presidente y sus secuaces van a convertirse en encubridores”.
“Podemos estar frente a un mensaje mafioso o ante un suicidio en el cual quien se suicidó estaba buscando dejar algún mensaje que hay que descifrar”, dijo ayer el gobernador bonaerense en la Biblioteca Nacional, donde asistió a la presentación de un libro de su esposa. Sobre el crimen, el gobernador aseguró que “es lo que está apareciendo como una posibilidad cierta, desde sus familiares que no creen en la idea de un suicidio, hasta esa compleja situación que pone muchas dudas, muchos puntos suspensivos respecto de este tema”. Duhalde definió como “rarísimo” el marco que rodeó la muerte del empresario y afirmó que tiene “las dudas normales que en un caso tan complejo como éste se tienen”.
Por su parte, la diputada Graciela Fernández Meijide acusó directamente al Gobierno de encubridor. “Ante cada muerte que nos marca un paso adelante en la impunidad, el menemismo reacciona de la misma manera: que no se hable, que no se mire, que la Justicia no toque nada”, aseguró durante una recorrida proselitista por Lanús. La precandidata aliancista agregó que “en la Argentina estamos en una situación tal de corrupción y de maridaje mafioso que la policía no fue capaz de encontrar ni el cuerpo, ni la ropa, ni nada de Cattáneo” y recalcó las vinculaciones entre “el más alto nivel del Gobierno” y las “trabas impuestas a las investigaciones”. Para Fernández Meijide, “quien debería ocuparse y tiene la obligación de dar explicaciones” sobre los hechos de corrupción “es quien tiene la responsabilidad de gobernar y ese hombre es Menem”.

 


 

El sueño oficial de contar con un juez amigo se llama Velázquez

El Gobierno quiere a Quantín lejos del caso Cattáneo. Y esta vez los dioses lo ayudan: hay razones para que un protegido de Arias reciba la causa.

Enrique Velázquez, el juez que recibió la primera denuncia, cuando Cattáneo desapareció.
Si la Cámara decide que él toma el caso, será difícil que Quantín colabore con sus fiscales.

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t.gif (862 bytes) El Gobierno ya tomó partido en el caso Cattáneo. Quiere que la causa quede en manos del juez Enrique Velázquez, un protegido político del diputado César Arias, y su máxima aspiración es que se aparte de la investigación el fiscal de Cámara Norberto Quantín. Esta vez, la suerte lo acompaña: si la Cámara de Apelaciones le otorga el caso a Velázquez, los funcionarios judiciales interpretarán que procedió con lógica porque el juez fue el que recibió la denuncia por la desaparición de Marcelo Cattáneo. El juzgado 31 en el que interviene Velázquez en realidad está vacante por la jubilación de un juez, y los magistrados rotan para cubrirlo. A fin de mes, entonces, Velázquez dejará a su vez la causa y será el turno de un colega. Uno de los casos más resonantes de los últimos tiempos girará en una calesita.
De las dos semanas que Velázquez tuvo la causa en sus manos, en la primera rigió el secreto del sumario. Cuando la etapa de veda terminó, la familia accedió al expediente y quedó impresionada: Velázquez no había hecho ninguna diligencia concreta para esclarecer uno de los casos más enigmáticos de los últimos años.
El juez compitió en parsimonia con la jueza María Gabriela Lanz, que se hizo cargo de la causa cuando apareció el cadáver de Cattáneo colgando de una cuerda en una antena cercana a la Ciudad Universitaria.
Quien sacudió la modorra fue Quantín cuando, después del secreto, tomó parte de la investigación en sus manos, pidió medidas de prueba y requirió a los peritos más elementos como para que una muerte dudosa quedase más clara ante la Justicia.
“Solo quiero llegar a una verdad científica sobre las causas de la muerte de Cattáneo”, dijo ayer Quantín. “Y la gente de Tribunales sabe que tenemos defectos, pero también sabe que entre ellos no se encuentra el ser dependientes o atender el teléfono”, dijo en aparente alusión a presiones políticas sobre la causa.
Para que el Gobierno pueda cumplir con su sueño de que sea un juez amigo el que investigue el caso, y para que lo haga sin la compañía de Quantín, a quien el oficialismo no controla, falta todavía resolver una cuestión formal. La Cámara de Apelaciones debe resolver que el juez competente es Velázquez y no Lanz.
Hasta ahora, la presencia de Quantín respondía al esquema que sigue:
* Velázquez trabaja con el fiscal Ricardo Sáenz.
* A Lanz le corresponde el fiscal Aldo de la Fuente.
* Ni Velázquez ni Lanz movieron el expediente.
* Pero Quantín es el jefe de De la Fuente, y entonces lideró iniciativas de investigación. na02fo02.jpg (9970 bytes)
Si Velázquez toma la causa, todo el esquema se cae, y funcionarios judiciales consultados por Página/12 sostenían ayer que no habrá demasiados elementos formales para cuestionar el cambio.
A favor de la entronización de Velázquez como jefe de la pesquisa la Cámara podría decir que solo un error pudo haber hecho que la jueza Lanz recibiera la causa. Podría argumentar que si ya había un juez a cargo –Velázquez– no debió abrirse otra instancia.
“Hilando fino, en el fondo no hay un problema de competencia y no es descabellado pensar que Velázquez debería hacerse cargo de la causa”, razonó ante este diario el procurador Nicolás Becerra, jefe de todos los fiscales. Becerra pidió a la Corte Suprema la designación de un equipo especial de dos fiscales auxiliares, dos policías de Homicidios y dos forenses.
¿En ese equipo estará Quantín? Una compulsa entre juzgados, fiscales y funcionarios del Poder Ejecutivo apuntaba anoche a la negativa. También en este punto razones formales parecían facilitar cualquier intención política:
* Si Velázquez toma la causa, lo más lógico es que trabaje con su propio fiscal, que es Sáenz. * Quantín teóricamente podría colaborar con Sáenz, pero sus jurisdicciones chocan.
La Procuración ya ordenó a Quantín y su equipo de fiscales una nueva tarea: deberán investigar la trama del robo de bebés que se ha puesto en evidencia las últimas dos semanas.
En Tribunales se conoce el objetivo –socarronamente– como “Operativo Pañalín”.
“No es que el tema no sea importante para la población”, admitió ayer a este diario una autoridad del Poder Judicial que refleja bien el pensamiento de varios de los fiscales. “Es que, otra vez, lo sacan a Quantín de cualquier caso que pueda tener algún tipo de ramificación política. Y este caso lo tiene: incluso si se suicidó por propia voluntad, Cattáneo fue un protagonista del escándalo IBM-Banco Nación.”
La formación de un equipo especial lejos de la política tiene un antecedente fresco. Cuando Becerra asumió en la Procuración, puso a Quantín a investigar sobre la fabricación e importación de medicamentos falsificados.

 

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