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Los militares represores lograron su promoción

La Cámara de Senadores aprobó ayer los pliegos de ascenso de  los tenientes coroneles Luciano Teodoro Parszyk y Ricardo  Frecha, acusados de serias violaciones a los derechos humanos.

 

Parszyk y Frecha lograron tener el visto bueno de Senadores.
Ambos están acusados de participar activamente de la represión.

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Por F.A.

t.gif (67 bytes) La Cámara de Senadores aprobó ayer los pliegos de ascenso de dos militares acusados de serias violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar. Se trata de los tenientes coroneles Luciano Teodoro Parszyk y Ricardo Manuel Frecha, quienes de ahora en más lucirán sobre sus hombros las jinetas de coronel, consumando la continuidad de una cadena de mandos implicada en la represión ilegal. Un tercer miembro del Ejército no logró superar la Comisión de Acuerdos. Jorge Alberto Burlando deberá perfeccionar su ingenio para convencer a los legisladores de su ignorancia sobre los hechos que ocurrieron entre 1976 y 1979 en la Argentina.
Luciano Parszyk y Ricardo Frecha, en cambio, superaron la pobre indagatoria a cargo de los miembros de la Comisión de Acuerdos del Senado, quienes ya habían sido debidamente advertidos de la participación y responsabilidad que se les adjudicaba a ambos militares durante la represión ilegal, tal como anticipó Página/12 en su edición del domingo. Sin embargo sus ascensos pasaron al recinto donde ayer fueron aprobados.
Frecha logró el voto favorable del oficialismo y la oposición. La Alianza argumentó que, como las denuncias presentadas en contra del militar en la Conadep eran anónimas, no estaba probada su participación en los hechos que se le imputaban, y por lo tanto debían votar por la afirmativa. Parszyk, en cambio, sólo obtuvo la aprobación del justicialismo –a la que se sumaron algunos provinciales–, y el voto en contra de la minoría aliancista.
u El caso Frecha. Según el legajo 3861 de la Conadep, el entonces teniente primero Frecha habría participado de un operativo en el que fueron secuestrados cuatro jóvenes, los que después habrían sido alojados en el campo clandestino de detención conocido como “La Cacha”. Otro militar, que mantuvo su nombre en reserva, testimonió ante el organismo su propia participación y la de Frecha en esa acción represiva. También dijo que a los secuestrados “de La Cacha los pasaron a un avión y los tiraron al río”. Sin embargo, Frecha no sólo negó ante los senadores estar involucrado en los hechos, incluso llegó a afirmar que ningún integrante de su regimiento –RI 7– había participado de actividad represiva alguna. Los legisladores no formularon nuevas preguntas.
u El caso Parszyk. Se desempeñó en el destacamento de Inteligencia 141, en Córdoba, entre 1979 y 1982. Estuvo a cargo de la Unidad Penitenciaria Uno en la que estaban alojados los presos políticos de la dictadura militar. En esa unidad se registraron no menos de 33 asesinatos de presos durante traslados. Otros dos detenidos aparecieron muertos en el patio de la cárcel con claras señales de haber soportado prolongados tormentos. En la Conadep quedaron registrados dos testimonios que involucran a Parszyk con esas muertes. El militar declaró ante los senadores que ignoraba la existencia del campo de detención conocido como “La Rivera”, y que nunca le impartieron una orden ilegal.

 


 

ANOTO COMO PROPIOS HIJOS AJENOS
La no justicia del juez

Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) Un juez de la nación, Aníbal Olivieri, reconoció en una causa civil que anotó como propios a dos hijos que no son suyos y que incluso podrían ser hijos de desaparecidos, ya que en las partidas de nacimiento falsas figura un partero de Campo de Mayo, el doctor Carlos Alberto Rafinetti.
La jueza María Servini de Cubría, que se ocupó de este caso en la década pasada, reabrió inmediatamente la causa y citó a declarar a Olivieri y a su ex esposa. El magistrado le dijo a Servini que efectivamente aceptó en la causa civil que los hijos no son suyos y que las partidas son falsas, pero que eso fue “una simple estrategia civil”. La ex esposa del juez Olivieri, María Luisa Petcoff, que es delegada en la Capital de la Fiscalía de Estado Bonaerense, directamente se negó a declarar, aunque en otras causas también reconoció que los hijos no son propios. En la mañana de hoy, Servini se reunirá con las Abuelas de Plaza de Mayo para analizar el caso.
Desde enero de 1997 está pendiente un proceso de juicio político al magistrado impulsado por su ex esposa, pero el caso se convirtió en explosivo después que el noticiero “24 horas”, de Canal 9, revelara que Olivieri reconoció expresamente haber falseado las partidas de nacimiento. O sea que Su Señoría se apropió de dos chicos que no eran suyos y aun así sigue impartiendo justicia.
Tras la declaración ante Servini de Cubría, el expediente pasará seguramente al fiscal Horacio Comparatore, pero es muy posible que la magistrada –que mantiene muy buenas relaciones con Abuelas– ordene profundizar la investigación. Al mismo tiempo, es posible que ese gesto impulse el proceso de destitución que está trabado en La Plata y que ya cuenta con la opinión del Colegio de Abogados de San Martín, que también se pronunció por la remoción de Olivieri.
Valentina y Aníbal fueron inscriptos como hijos del magistrado a fines de la década de los ‘70. Tras una denuncia de las Abuelas, el magistrado aceptó que Valentina se someta a una prueba de ADN, pero no se pudo determinar ningún lazo de parentesco con desaparecidos ya que no hubo compatibilidad con las muestras –incompletas– que existen en el banco de datos del Hospital Durand. En la época en que se hicieron las pruebas, Olivieri aseguraba que ambos hijos eran propios e incluso su esposa acompañó una foto en la que parecía embarazada. Ahora ambos reconocieron en sede judicial que tal embarazo no existió.
En la reunión de hoy, la magistrada y Abuelas dialogarán sobre el caso. Si Valentina y Aníbal no son hijos de desaparecidos, el magistrado igual incurrió en los delitos de supresión de identidad, falsedad ideológica, falso testimonio; pero Olivieri ya adelantó que pedirá la prescripción porque han pasado casi 20 años.

 

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