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El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu viajó ayer miércoles rumbo a Estados Unidos para reunirse hoy con el presidente palestino Yasser Arafat, con quien celebrará una cumbre extraordinaria auspiciada por el presidente norteamericano Bill Clinton. Con el encuentro se quiere poner fin a 19 meses de congelamiento del proceso de paz. Netanyahu está dispuesto a mostrarse firme en sus posiciones y a reclamar a los palestinos seguridad como contrapartida a cualquier tipo de concesión territorial en Cisjordania, según aseguró el jefe de gobierno israelí a sus ministros en una larga reunión de gabinete, preparatoria de la reunión en Estados Unidos. Los preparativos de la cumbre de Washington tuvieron como prólogo una larga conversación telefónica personal que el presidente norteamericano Bill Clinton mantuvo con sus invitados. El diálogo, de media hora de duración para cada interlocutor, estuvo destinado a conocer sus posiciones respecto de los temas de debate y los aspectos técnicos y formales de la cumbre. La reunión se iniciará en Washington, en la Casa Blanca, donde Arafat y Netanyahu serán recibidos por el presidente norteamericano, para trasladarse con su séquito pocas horas más tarde a la casa de huéspedes de Wye Plantation en el estado de Maryland a medio centenar de kilómetros de la capital que durante el gobierno de Yitzhak Rabin en 1995 y 1996 sirvió de escenario de los tres encuentros que dirigentes sirios e israelíes llevaron a término para negociar una posible retirada de El Golan. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, representará a Bill Clinton en Wye Plantation, donde se desarrollarán por un período aún no determinado las conversaciones, tratando de ultimar un acuerdo que sería solemnemente firmado con el presidente norteamericano, según han asegurado fuentes diplomáticas. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores israelí Ariel Sharon no viajará con el séquito oficial de Netanyahu, sino que lo hará un día mas tarde por participar en un acto oficial que se celebró hoy en Latrún, a unos 50 kilómetros de Tel Aviv. Mientras se ultimaban en Jerusalén los detalles de la cita, se produjo un incidente no clarificado, cuando dos supuestos ciudadanos palestinos tirotearon en la localidad de Ora, a unos cinco kilómetros al oeste de la capital religiosa, a dos jóvenes israelíes cuando éstos se bañaban en una fuente. Los disparos fueron efectuados a quemarropa y produjeron la muerte instantánea de uno de los muchachos mientras que el otro resultó gravemente herido. Al designar a Ariel Sharon como ministro de Relaciones Exteriores, Netanyahu neutralizó a la mayoría de la oposición de derecha, y ya parece cierto un acuerdo sobre una retirada israelí del 13 por ciento en los territorios ocupados. Hasta ahora, el ganador innegable en las negociaciones es el premier israelí Netanyahu, quien regateó cada uno de los términos del eventual acuerdo y logró que Arafat perdiera prestigio en el mundo árabe por las concesiones que hizo. Si se llega un acuerdo, el territorio de Arafat se va a multiplicar por seis en 12 semanas a costa de Cisjordania, que se reducirá en un quinto. No es de extrañar, entonces, que los colonos israelíes que están instalados allí no quieran a Netanyahu. Pero el premier israelí no regala nada. A cambio, quiere que los palestinos destruyan la infraestructura terrorista fundamentalista, reduzcan en un tercio a los 36.000 efectivos de la policía palestina, confisquen todas las armas ilegales, transfieran a Israel a los sospechosos de terrorismo que Palestina tiene en custodia, y la revocación definitiva del ideal palestino de la destrucción del Estado de Israel. En el largo plazo, el acuerdo podría ser el epitafio político de Arafat. El Estado palestino que emergería de los acuerdos ocuparía finalmente sólo un 40-50 por ciento de Cisjordania, y una ruta controlada por Israel lo conectaría con Gaza. La sorpresa es que Arafat parece resignado a no reclamar mucho más, apurado en su enfermedad por cerrar el acuerdo. Yahora queda claro que incluso en el anterior gobierno laborista de Yitzhak Rabin, cuando todavía vibraba el entusiasmo de cambiar tierras por paz, poco más que la mitad de Cisjordania estaba en oferta.
LA PAZ ARMADA DE LA OTAN REINA EN YUGOSLAVIA Por Martin Kettle desde Washington
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