Por Horacio Cecchi
En El Alcázar
nadie puede entender. Los 1500 habitantes del pueblo, ubicado a 150 kilómetros de
Posadas, sobre el Alto Paraná, y sus 4 mil colonos que viven desperdigados en el monte
misionero apenas si contienen la respiración mientras balbucean preguntas incoherentes
sin respuesta. A las 6.30 de ayer, una bomba casera disimulada en una caja de pescadores,
con clavos de una pulgada y media como esquirlas, estalló en las manos de un chico de 11
años que iba a la escuela, destrozándolo, mientras que un amigo de la misma edad sufrió
serias heridas en sus piernas. Los investigadores no se animan aún a descartar ninguna
hipótesis. La bomba había sido colocada frente a la casa de Fernando Salazar del Risco,
ex candidato a intendente por el PJ y médico muy respetado en el poblado.
Estaba listo para levantarme, eran las 6.30 y con mi esposa escuchamos un ruido
terrible, recordó Salazar del Risco. Creímos que era un árbol que había
quedado muy mal después de un tornado que hubo hace unas semanas. Pero me asomé y me
encontré con un espectáculo dantesco: el cuerpo de un chiquito totalmente eviscerado, se
le había abierto la pared del abdomen, tenía muchas fracturas. Para más terrible, digno
de una película macabra, todavía estaba prendido fuego, le salía humo del cuerpo.
Había un amiguito, que se había alejado unos 20 metros, con su pierna derecha bien rota,
el hueso al aire, y con unos 10 centímetros de pérdida de la masa muscular. Se había
sentado a mirar el cadáver de su amiguito.
Jorge Daniel Brítez, el Pelado, como lo llamaban sus amigos del equipo de
fútbol donde jugaba de 10, tenía 11 años. Era alumno del 4º grado de la Escuela
Primaria 272, de El Alcázar. Todos los días recorría en línea recta las pocas cuadras
que separan su casa de la escuela. Siempre iba con tres amigos, entre ellos Maximiliano
Piriz. Ayer, el Pelado y Maxi siguieron un camino que nunca hacían. Tomaron por el
bulevar Belgrano, que termina justo en la plaza céntrica. Jorge apretaba en su puño dos
pesos, y pensaba en el regalo del Día de la Madre. Maximiliano lo acompañaba.
Sobre la esquina de Belgrano y Colón, justo frente a la puerta del garaje de la casa del
médico, los dos chicos vieron una caja de pescadores, roja y blanca, cerrada con un
candado y con un ladrillo encima. A Jorge se le ocurrió averiguar qué había dentro, y
movió el ladrillo. La caja estalló en mil pedazos y mató al chico en el acto. Un
policía de civil y profesor universitario pasaba en ese momento por el lugar. Fue
el primero en llegar en ayuda, lo escuché pegar unos tremendos alaridos, declaró
Salazar. Yo llegué después a socorrer al otro chiquito. Estaba lúcido, contó lo
que había pasado, le hice las primeras curaciones y después lo llevaron a la clínica
Samic, en El Dorado.
Para tener idea de la conmoción provocada por la tragedia, basta un dato: de la
investigación se hizo cargo el director general de Seguridad de la provincia, el
comisario general Jorge Prochasko, que hizo base en la comisaría del pueblo, con la
cúpula de la Unidad Regional y 50 hombres.
La bomba era casera, del tipo cazabobos explicó Prochasko a Página/12.
Dentro de la caja había un matafuegos donde se había colocado el explosivo. Agujerearon
la válvula y en el orificio colocaron la espoleta. Un elástico la activó al despegar el
ladrillo de la caja. Al matafuegos habían pegado clavos de una pulgada y media (casi 4
centímetros) como esquirlas. Con la explosión, los clavos se dispersaron en un
radio de 25 metros. Es demasiado pronto. No descartamos ninguna hipótesis,
aseguró el oficial. De todas formas, nadie parece tener dudas de que el atentado estuvo
dirigido a Salazar: la bomba había sido colocada a menos de un metro donde una de sus
hijas, de 8 años, todos los días a las 7.30 se sienta a esperar el micro escolar.
Una de las conjeturas podría señalar un atentado político: Salazar fue candidato a
intendente por el PJ en 1995. Hay una trágica coincidencia: Jorge Brítez, el padre del
chico fallecido, había sido candidato a concejal en la misma lista. También se analiza
cierta disconformidad dealguien que habría derivado en un juicio por mala
praxis, según revelaron fuentes judiciales. Salazar, limeño, de 42 años,
ginecólogo, tuvo una clínica en El Alcázar. Hace dos años y medio quebró y se fue a
trabajar a Puerto Libertad y después a Andrecito. En junio regresó a El Alcázar, donde
retomó su cargo como director de la Unidad Sanitaria, fue nombrado médico municipal y
abrió su consultorio, muy concurrido. Pero quizás, sus ingresos más importantes
provengan de haberse incorporado a la capitación del PAMI y otras obras sociales para
jubilados, entre ellas Medinea, que concentra buena parte de la atención médica
provincial. De todas formas, ninguna de estas hipótesis resiste la sociedad con una bomba
de clavos que destrozó a un niño. Por el momento, en El Alcázar, las hipótesis son
meros balbuceos.
Alcázar, un pueblo de 5000 personas Lejos
de la fama de su homónima española, El Alcázar misionero sin embargo tiene su propio
Toledo, el comisario del pueblo. Ubicado a cinco kilómetros de Paranaí el puerto
que ya estaba cuando no había ruta y no había nada, dicen los vecinos,
el pueblo se encuentra en camino desde Posadas y Puerto Iguazú, sobre el Alto Paraná, 30
kilómetros antes de llegar a El Dorado, sobre la ruta 12. Hay que internarse dos
kilómetros asfaltados para llegar al casco urbano. Dentro de El Alcázar, las calles son
de empedrado brasilero, de piedras irregulares y planas.
La actividad principal del pueblo es la industria maderera. Hay muchos aserraderos, fuente
de trabajo de buena parte de la comunidad. En uno de ellos trabaja Jorge Brítez, el padre
del chiquito fallecido. También hay pequeñas explotaciones yerbateras y tabacaleras.
La intendencia está a cargo de Gualterio Bauman, por el PJ, el mismo cargo para el que se
postulaba en 1995 Salazar del Risco. El Alcázar es un pueblo muy pequeño: tiene 5500
habitantes, una plaza céntrica y poco más de diez cuadras de extensión. Pero sólo 1500
viven en el pueblo. Los 4 mil restantes son colonos diseminados por el distrito.
La avenida Belgrano es la principal y tiene un bulevar en el medio. Por esa misma avenida
fueron caminando Jorge y Maximiliano, hasta toparse con la bomba frente a la vivienda de
Salazar, en la esquina con la calle Colón. En comparación con la media de El Alcázar,
la casa del médico es importante. Frente de ladrillos rojizos, chimenea,
grandes ventanas, acondicionador de aire y un enrejado rodeando todo el perímetro.
Mirando hacia el frente, hacia la izquierda, se encuentra el garaje, con puerta de rejas
que permiten ver su interior. Al costado, junto a un reborde de ladrillos, habían
colocado la bomba, sobre la misma vereda.
Pensé que iba a morir en esta tierra colorada pero de vejez, y casi casi dejo el
cuero, sin ningún tipo de honores, murmuraba ayer, por la mañana, Salazar del
Risco, sentado sobre la misma vereda de su casa, mirando hacia el lugar donde un rato
antes se encontraba el cuerpo del chiquito. |
LA EXPLICACION DE LOS EXPERTOS
Un armado casero
Una caja
de pesca, un matafuego, un detonador, clavos, elástico y pólvora son los elementos
necesarios para construir la bomba que mató a Jorge Brítez en El Alcázar. Según
Eduardo Frigerio, perito experto en explosivos, se trata de un armado casero.
Sin embargo, para hacer este tipo de explosivo se necesitan conocimientos específicos.
Este saber se puede adquirir en diferentes cursos que dicta el Estado al personal de las
Fuerzas Armadas y de seguridad. Pero ésta no es la única manera: navegando por Internet
o leyendo manuales de circulación corriente de hace veinte años los neófitos también
pueden armar una bomba de este tipo.
Frigerio, quien fue perito en el accidente de Carlitos Menem, aseguró que por la
descripción del aparato puede inferir que se trata de una bomba destinada a proyectar
objetos metálicos los clavos que estaban en la caja y el envase del matafuego que
se fracciona a modo de esquirlas. El armado es relativamente sencillo: hace un
par de décadas atrás circulaban manuales de cómo hacerlo, los usaba el ERP, dijo
el perito experto en explosivos. Frigerio afirmó que este tipo de bombas está
destinada a causar temor y aterrorizar a la sociedad y que generalmente su
uso es político. Sin embargo, su colega Osvaldo Laborda, que realizó
peritajes en el atentado contra la Embajada de Israel, opinó que toda bomba que
contiene trampa y esquirlas tiene como único objeto matar. La bomba que explotó en
El Alcázar es del tipo de las llamadas trampa cazabobos, porque se activan
cuando un desprevenido la levanta.
La mayoría de los elementos que conforman la bomba son de fácil adquisición, pero el
explosivo y el detonador no se compra en cualquier negocio. Por la magnitud de la
explosión, los expertos especulan con que la carga podría ser de pólvora aluminizada,
que se compone con carbón, azufre, y colrato o nitrato de potasio, sustancias que se
obtienen en una farmacia o droguería. La bomba también podría contener una pequeña
carga de un explosivo más refinado y de difícil adquisición. El detonador se usa en
minería y canteras, pero en el caso de esta bomba el dispositivo completo se termina
caseramente, por ejemplo, usando broches de madera, tachuelas, cables y pilas. El trámite
más difícil es la compra del detonador. Para convertirse en poseedor de un objeto de
este tipo, es necesario estar inscripto en un registro de usuarios regulado por la Ley de
Armas y Explosivos. Sin embrago, afirmó Frigerio, todo se puede conseguir por
izquierda. Dentro de los mercados negros, el de armas es uno de los más grandes del
mundo.
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