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 En una nueva
encíclica, difundida ayer --víspera del vigésimo aniversario de su papado--, Juan Pablo
II advirtió contra una ciencia y una filosofía de orientación exclusivamente
"mundana", que lleva a la destrucción del hombre y, al mismo tiempo, rechazó
el pensamiento posmoderno que, según aseguró, prescinde de la trascendencia y de Dios.
En la encíclica, titulada "Fides y ratio" (Fe y razón), refuta de nuevo la
teología de la liberación, se tira contra las bases del pensamiento filosófico del
francés Michel Foucault y critica la "new age".La decimotercera encíclica de este Papa, que analiza las relaciones entre la razón y la fe, examina conceptos profundos de la filosofía y se refiere a las intervenciones de la Iglesia ante diversas tesis filosóficas, a la vez que menciona "la importancia que tuvo el rechazo católico de la filosofía marxista y del comunismo ateo". Una investigación orientada sólo pragmáticamente, sin referencia a las "preguntas sobre el sentido último" puede convertirse en "un destructor potencial de la especie humana", afirma el Sumo Pontífice en el documento. La encíclica, de 180 páginas, difundida ayer en el Vaticano, se ocupa sobre todo de la "crisis" de la época actual. Reafirma la posición teológica clásica, según la cual la verdad sólo puede ser reconocida mediante la revelación divina. El presidente de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Joseph Ratzinger, definió la encíclica como "respuesta a los desafíos culturales de nuestro tiempo" y recalcó que "la verdad es valedera para todos, y también el cristianismo, porque es valedero". Por el contrario, aseguró el cardenal, el pensamiento de la filosofía moderna se apoya "en la duda" y no reconoce la revelación. "Por eso es que el pensamiento actual es a veces vacío y sin sentido", criticó. Juan Pablo II defiende la postura de que las "cuestiones últimas" son decisivas para la humanidad, puesto que llevan a la revelación divina. Por lo tanto, la filosofía moderna no las puede dejar de lado y tampoco evitar la fe ni la metafísica. Actualmente, la filosofía difunde una desconfianza respecto de la verdad. "Con una falsa modestia nos conformamos con respuestas parciales provisorias, sin intentar hacer siquiera preguntas radicales sobre el sentido de la vida", señala el Papa. Esto tiene como consecuencia que muchas personas "arrastren su vida hasta el borde del abismo, sin saber en realidad a qué se enfrentan". El documento responde también a los filósofos como el francés Michel Foucault, que sostenía que "la verdad los convertirá en esclavos", de acuerdo a la interpretación del obispo polaco Miroslav Zycinski, arzobispo de Lublin. El obispo opinó que el filósofo temía el regreso del "fanatismo, del odio y la imposición a otros de las propias convicciones" y aseguró que su pesimismo nacía tras los totalitarismos de este siglo, lo que "de todos modos, no lo autoriza a rebelarse contra la verdad como valor, ni a considerarla un instrumento para el esclavismo". Zycinski sostuvo además que el mensaje de la encíclica denuncia a las nuevas tendencias filosóficas "como la new age, la astrología, el esoterismo, que son subrogados de la metafísica y que demuestran la pobreza intelectual de nuestra época". El Papa decidió celebrar sus veinte años al frente de la Iglesia Católica con su vigesimotercera encíclica. En tren de festejos, no pudo dejar de sucumbir a otro de los fenómenos actuales, que sin embargo, no mencionó en la encíclica: los medios de comunicación masivos. El martes por la noche dejó boquiabiertos al presentador y a los invitados del programa de la RAI "Porta a porta", llamando sorpresivamente desde el Vaticano para dar las gracias por el programa en su homenaje que estaba al aire.
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