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Por Pablo Rodríguez ![]() Cuando firmó junto a Arafat los acuerdos de Oslo en 1993, el entonces premier israelí Yitzhak Rabin esgrimía el lema paz por tierras. Luego de su asesinato por parte de un extremista israelí, Netanyahu basó la campaña electoral que lo llevó al triunfo en una fórmula muy distinta: Paz por seguridad. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, coincidió con Netanyahu en que si Arafat hace un esfuerzo del 100 por ciento para combatir el terrorismo en su territorio, creará una gran diferencia. De todos modos, el mismo Clinton reconoció que ambas partes deben ceder porque ninguna de ellas puede esperar el ciento por ciento en todos los puntos. Sin embargo, si de porcentajes se trata, los números no le cierran a Arafat. Según los acuerdos de Oslo, el 4 de mayo de 1999 el 90 por ciento de Cisjordania debe estar en manos palestinas para decidir el estatuto final de los territorios. Faltan menos de siete meses para esa fecha y el líder palestino está en Washington para conseguir apenas un 13 por ciento de Cisjordania, del cual un 3 por ciento debe destinarse a una reserva ecológica. Además de debilitar la imagen de Arafat, esta falta de avances fomenta el enojo de los palestinos. Un sondeo publicado ayer por el Centro Palestino de Investigaciones indica que, aunque el 66 por ciento de los encuestados dentro de la ANP apoya el proceso de paz, un 61 por ciento no cree que la cumbre de Washington tenga resultados positivos y un 51 por ciento está de acuerdo con que haya ataques violentos contra Israel. Del lado israelí, el clima es igual de tenso. Netanyahu nombró el viernes pasado a Ariel Sharon como canciller, quien alguna vez dijo que jamás estrecharía la mano de un terrorista como Arafat, y el Ministerio de Defensa israelí aprobó ayer la construcción de 1200 nuevas viviendas de colonos judíos en Cisjordania. Sin embargo, estos signos de endurecimiento son insuficientes para la extrema derecha israelí, que ante el temor de un acuerdo organizó anteayer una manifestación de 100.000 personas cerca de la casa de Netanyahu y ocupó un edificio abandonado de Jerusalén Oriental, vecino a la sede de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), bajo la excusa de que fue una sinagoga. En este estado general de movilización, el Movimiento de Colonos envió su propia delegación a Washington para asegurarse de que nada altere el statu quo.
Nobel de la Paz cantado
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