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Por Jon Henley desde Londres ¿Qué sucede con los franceses y las huelgas? Durante el verano francés fueron los pilotos de aerolíneas, los maleteros, el personal de los subterráneos y los conductores de trenes. El mes pasado fueron los camioneros y la semana pasada los conductores de ómnibus. Esta semana, benditos sean, les tocó el turno a los estudiantes secundarios. Como si fuera una rutina, en Francia los campesinos arrojan sus cosechas en los caminos y tapan con ladrillos las oficinas del gobierno; los ferroviarios dejan varados a millones de pasajeros; los camioneros hacen anualmente barricadas en las autopistas, bloquean puertos y provocan que las compras se disparen por temor a la escasez; ni la policía queda exenta de trabajar a reglamento. Las huelgas, las manifestaciones y los paros son una molestia permanente, un hecho recurrente de la vida, un pleito interminable que les permite a los franceses ejercer la queja. Nadie, en realidad, estaría feliz sin huelgas: son un asunto de perverso orgullo nacional. Supuestamente, gran parte de eso tiene que ver con el hecho que desde 1789, los franceses han creído en el derecho a protestar y con algún justificativo en su efectividad. Sin embargo, no siempre han tenido que llegar al extremo de inventar un nuevo y eficiente instrumento de ejecución, decapitar a la familia real y remover a toda la clase gobernante... Desde la Revolución, todo gobierno francés sensato fue, con razón, sumamente cauto del poder de la calle. Miren el tic nervioso sobre la regordeta mejilla del Ministro de Educación, Claude Allegre, confrontado a las perturbadoras imágenes de decenas de miles de chicos de escuela, marchando enojados aunque bien vestidos y muchos de ellos con anteojos por las calles de París, Lyon, Saint Etienne, Burdeos, Grenoble y 35 otras ciudades francesas. El movimiento de protesta de los estudiantes del liceo comenzó en las antiguas ciudades de Nimes y Montpellier como algo pequeño. Las quejas de los estudiantes, comunes a muchas escuelas en todo el país, incluía a las clases de más de 40 alumnos por aula, escuelas con edificios deteriorados, equipos antiguos, horario anticuado, escasez de maestros y escuelas con el doble de alumnado para el que fueron construidas. Y así el movimiento aumentó, hasta tener unos 100.000 chicos en las calles esta semana, con banderas, carteles y un slogan agradablemente profesional: Dans les grèves, il y a des rêves (En las huelgas, hay sueños). En general se comportan bien, salvo por algún saqueo de disquerías y panaderías y algunos coches dados vuelta. Nada de importancia para Francia: más de 30 arrestos y un par de batallones de policía antidisturbios llamados para restablecer el orden. Todavía se puede convertir en algo serio. No en una segunda edición del Mayo del 68, cuando después de un mes de manifestaciones de estudiantes universitarios, 10 millones de obreros franceses terminaron haciendo huelga. Pero lo que es tan tranquilizante de todo esto es que gran parte de Francia ya está firmemente detrás de sus manifestantes aprendices. Fue una alegre improvisación dijo alegremente el martes Libération, que dedicó su editorial al tema. Estos son los desafortunados consumidores de un servicio al que tienen derecho. Están llenos de la frescura anárquica de un movimiento que comienza. Una nueva generación de activistas franceses zurdos está asegurada. Francia puede respirar tranquila. Como dijo Julien, de 16 años: Esta es mi primera manifestación. Mi maestra me alentó a unirme. Mis padres están orgullosos de mí. Si uno no está contento por algo, hay que salir y hacer ruido sobre el tema. Traducción: Celita Doyhambéhère
PRODI NO PUDO FORMAR otro GOBIERNO EN ITALIA El hilo
de la Tercera Vía rojorosa europea se estaría cortando por lo más fuerte. El ex
primer ministro italiano Romano Prodi fracasó en su intento de formar un nuevo gobierno
luego de la crisis desatada la semana pasada, con lo cual avanza la hipótesis de que la
coalición del Olivo, una de las más sólidas agrupaciones de centroizquierda de Europa
occidental, está a punto de desaparecer para siempre. El futuro Ejecutivo podría ser
encabezado por el secretario general de los Democráticos de Izquierda, el ex comunista
Massimo DAlema, que quiere organizar una nueva coalición. Estamos ante un
país en desbandada, dijo Prodi, que presentó su renuncia al encargo hecho el
martes por el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro.
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