Por Lila Pastoriza
Los siete
represores del circuito Santa Fe, encabezados por el actual juez federal Víctor Brusa,
fueron incorporados por el juez Baltasar Garzón a la lista de 157 imputados en la causa,
cuyos nombres consigna explícitamente. El juez ordenó el embargo preventivo de los
bienes de todos ellos para que las víctimas puedan ejercer el derecho legítimo de
resarcimiento, enviando comisiones rogatorias no sólo a Argentina sino a Suiza y
Estados Unidos, donde muchos tienen cuentas e inmuebles. El magistrado español, que días
pasados solicitara a las autoridades británicas la retención de Augusto Pinochet a fin
de interrogarlo sobre el Plan Cóndor implementado en los años 70,
solicitará en la semana entrante a las autoridades estadounidenses la remisión de la
documentación existente acerca de aquella coordinación represiva que operó en el Cono
Sur y de órdenes secretas de los militares argentinos, depositada en organismos
judiciales y de seguridad de ese país.
Como respuesta a la solicitud hecha días pasados por la acusación popular en la causa
que por los delitos de genocidio y terrorismo se lleva adelante en Madrid, el juez
Baltasar Garzón agregó a su lista de imputados a los siete integrantes del llamado
circuito Santa Fe, que fueran denunciados en setiembre por las testimoniantes
Ana Oberlin y Patricia Isasa. Entre ellos se encuentran un represor que hoy, como miembro
del Partido Justicialista, preside una comuna santafesina, un ex oficial de policía
incorporado actualmente a la División Drogas Peligrosas de la policía provincial y un
juez federal que en aquellos años, como secretario de juzgado, interrogara en los centros
clandestinos a detenidas víctimas de torturas y violaciones.
Garzón consigna uno por uno los nombres de los 157 imputados y dispone el bloqueo y
embargo preventivo de todos sus bienes (incluidas cuentas, acciones, etc.) para evitar que
los hagan desaparecer (basándose en las maniobras realizadas a tal fin en las cuentas
bancarias suizas) y argumentando que existe constancia de que los represores se apoderaron
de los bienes de numerosos prisioneros. El magistrado enfatiza en su decisión la
necesidad de posibilitar que las víctimas ejerzan el derecho legítimo de
resarcimiento en el campo moral y en el económico aunque, dice, la
compensación del sufrimiento sea casi imposible de lograr.
Entre los 157 imputados sobresalen, además de los conocidos de siempre Massera,
Bignone, Anaya, Harguindeguy, Acosta, Ernesto Nabo Barreiro, torturador
de La Perla y prócer carapintada, Pedro Durán Sáenz, jefe de El Vesubio donde
torturaban al niño Pablo Míguez delante de su madre y violaban sistemáticamente a las
mujeres, y Pablo García Velazoco, sindicado como jefe del operativo en el que murió
Rodolfo Walsh.
Por su parte, la acusación popular solicitará el próximo lunes al juez Garzón que
dicte la orden de prisión incondicional de los ya querellados Miguel Etchecolatz,
Federico Minicucci, Carlos Suárez Mason, Juan Bautista Sasiaiñ, Osvaldo P. Richieri y
Santiago Omar Riveros e impute a varios represores denunciados por su responsabilidad en
el centro clandestino de La Cacha, que funcionara en las inmediaciones de La Plata.
Tras el Cóndor
En el conocimiento de la coordinación represiva que Eduardo Galeano denominara el
Mercosur del terror, implementada a partir de 1973 en Argentina, Chile,
Uruguay, Paraguay y Brasil bajo la denominación de Plan Cóndor, reside el
interés del juez Garzón en interrogar al senador Pinochet en su lecho londinense. Robert
Scherrer, agente especial del FBI, describió en un informe de 1976 las tres fases del
Cóndor, en tanto coordinación e intercambio de información, de acciones
militares represivas y de grupos especiales que actuaron en otros países. Los pilares
fueron la DINA chilena comandada por el general Manuel Contreras y de los servicios de
inteligencia argentinos. Garzón pedirá en la semanaentrante a Estados Unidos la
documentación que sobre el Cóndor, las órdenes secretas de los militares argentinos,
las disposiciones sobre el destino de los niños y otras estrategias represivas existen en
organismos de justicia y de defensa de ese país.
UN INTOCABLE DEL ESTABLISHMENT SANTAFESINO QUE
FIGURA EN EL NUNCA MAS
Un rugbier amante de la represión
Por Juan Carlos Tizziani desde
Santa Fe
Víctor Brusa, el primer
magistrado federal de la Argentina imputado por su colega Baltasar Garzón en la causa
abierta en España por genocidio, terrorismo de Estado y torturas, era un
intocable del establishment santafesino. Hoy es un hombre preso de su pasado.
Brusa fue denunciado hace años por su rol en el sistema represivo. Pero, a pesar de que
los testimonios y las pruebas constan en la Conadep, el justicialismo lo premió con un
estrado. Pocas voces se alzaron entonces para advertir sobre una operación impulsada por
los dos senadores de Santa Fe, Luis Rubeo y Liliana Gurdulich. Sólo los diputados Juan
Pablo Cafiero, Alfredo Bravo, Pedro García y Oscar Alende dijeron que aquel ex
colaborador de Mántaras y luego secretario del Juzgado no podía ser juez. El caso
de Brusa figura en el Nunca más y su nombre fue mencionado por un ex detenido como
participante de un interrogatorio ilegal, dijeron los legisladores. Corría junio
del 92. El 11 de agosto, la mayoría en el Senado aprobó el pliego del santafesino.
El despacho oficialista tuvo las firmas de Bittel, Amoedo, Benítez y Constanzo, entre
otros.
Poco después, Brusa se instaló en su despacho. Ya no importaban los antecedentes que
había escrito de puño y letra para que llegaran al Congreso. Eran sólo cuatro líneas,
pero hoy, seis años después, vale repasarlas textualmente: No poseo antecedentes
profesionales, ya que al haberme graduado como abogado, me encontraba empleado en el
Juzgado Federal en el que me desempeño como secretario, motivo por el cual me está
vedado el libre ejercicio de mi profesión.
Tras la renuncia del juez federal número 2, Raúl Dalla Fontana, Brusa quedó en los
últimos meses a cargo de los juzgados: el propio, el de su ex colega, más la competencia
electoral, un área que resulta clave para entender la protección política.
Amante de la navegación, Brusa tuvo su día fatídico. El 8 de noviembre de 1997, varios
testigos lo acusaron de haber arrollado al mando de una lancha blanca a un
aspirante de guardavidas, Miguel Pedernera, quien cumplía su última práctica en la
laguna Setúbal. El joven de 24 años tuvo que ser rescatado dos metros abajo del agua con
una fractura de diez centímetros en el cráneo y un brazo desgarrado. En la embarcación
aparecieron después según un inventario de la Prefectura dos botellas de
champagne y un corcho. El caso desató un escandalete público en Santa Fe hasta que el
juez federal ad hoc Danilo Kilibarda lo imputó por supuestas lesiones graves
culposas y le pidió el juicio político. Sin embargo, la Cámara Federal de Rosario
declaró la incompetencia federal y mandó la causa a un juez provincial que devolvió
gentilezas. Hoy, el expediente duerme en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Brusa nunca dejó de practicar su deporte preferido: el rugby, en un club que comparte con
uno de sus mejores amigos, el diputado radical Julio Tejerina. Ya no entra en los campos,
ahora entrena chicos.
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