Panorama
Economico
La operación des-Mayo
Por Julio Nudler
El Banco
Mayo tenía a junio de este año (último dato publicado por el BCRA) un Patrimonio Neto
de 149,5 millones de pesos. El del Citigroup era, a fin de 1997, de 44.000 millones. La
relación es de 294 a 1. El Banco Mayo tenía a junio de este año activos totales por
1577 millones. El Citigroup ostentaba 697.500 millones de dólares. La relación es de 442
a 1. Sin embargo, para que el Citi absorba al Mayo (ni siquiera todo, sino las partes que
escoja) se hace preciso armarle todo un operativo de asistencia financiera. De éste
participa el Banco Central, que regentea un sistema financiero cuyo Patrimonio Neto total
suma 16.540 millones, representando el 37,5 por ciento del que posee el Citi, y cuyos
activos totales, de 162.277 millones, son el 23,3 por ciento de los que posee el banco
estadounidense. Para ayudar a que el Citi pueda hacerse cargo del trozo que más le
apetezca del Mayo --desechando los créditos, los empleados y las sucursales que no le
caigan bien-- también se hace preciso el auxilio del Fondo Fiduciario de Capitalización
Bancaria, al que sólo le quedan disponibilidades por 200 millones, y el de Sedesa (Seguro
de Depósitos), que hoy dispone de una suma equivalente.
La justificación es conocida: hay que darle plata al comprador para
que se muestre dispuesto a asumir los pasivos del banco hundido --es decir, los
depósitos--, partiendo del supuesto de que los activos que se le transfieran no
alcanzarán a cubrir ese valor. Esta es, sin embargo, una verdad discutible. Se sabe que
si un día reabrieran algunas sucursales del Mayo, pero llevando en el frontispicio, en
lugar del emblema verdiazul del Cabildo, una rosa de los cuatro vientos, distintivo del
Citi, los depositantes no retirarían sus fondos. En lugar de acreedores ávidos por
llevarse su plata, pasarían a ser clientes heredados. La chapa del banco norteamericano
habría obrado la transformación.
En cuanto a la cartera de créditos de la entidad suspendida, lo que
hace el comprador en estos casos es --como se dice en la jerga financiera-- castigar
durísimamente ese activo. Si el Mayo tiene valuada su pila de créditos en 100, el Citi
dirá que en realidad valen 15 ó 20, además de poder elegir para sí los préstamos de
mejor calidad (la ley llama a esto "exclusión"), y dejar los clavos para que
Sedesa trate de recuperar con su cobranza el dinero que ponga. Si posteriormente el
comprador comprueba que los deudores del banco eran mejores de lo que supuso o dijo, la
diferencia será ganancia suya.
Todos estos procesos tienen su amplio costado de socialización de
pérdidas (o maniobras fraudulentas) privadas. Por de pronto, el Banco Central utilizó
fondos públicos para otorgarle al Mayo redescuentos por más de 300 millones, que en
principio sirvieron para responder ante los depositantes que huían en la corrida de las
últimas semanas, aunque nadie garantiza que parte de esos fondos no hayan sido desviados
hacia créditos de último momento a personas y empresas elegidas. Contra esos
redescuentos, el Central obtuvo diversas garantías, cuya calidad se desconoce. El
organismo no es muy transparente en estos asuntos. Prefiere no informar sobre las
pérdidas que hizo en decenas de salvatajes anteriores.
El Fondo Fiduciario usa también plata de todos, ya que se formó con
un aporte del Tesoro Nacional y un crédito del Banco Mundial a 15 años, que habrá que
devolver. Lo que hace es financiarle al comprador, en condiciones muy blandas, el capital
que a éste le exige el BCRA en función de los activos que absorba. Como ese
requerimiento oscila en el 12 por ciento, ésta es la suma que suele aportar el Fondo.
Pero las normas también permiten que el adquirente suba su pretensión al 25 por ciento
de los activos, cuando el zozobrado es un banco chico. De cualquier forma, el concepto
está claro: el Citi, o cualquier otro comprador, no tiene que poner capital propio. La
plata, incluso en exceso, se la presta el Fondo a una tasa de 8 ó 9 por ciento anual, a
cambio de una Obligación Negociable subordinada (adjetivo que significa que va al último
lugar de la fila de acreedores).
La participación de Sedesa en el operativo des-Mayo responde también
a una lógica discutible. Calcula cuánto le costaría pagar la garantía si el banco de
Rubén Beraja fuera liquidado, y esa cifra la toma como referencia. Cualquier aporte
menor, que ayude a aceitar el traspaso, lo considerará buen negocio. Bien mirado, el
reciente aumento del tope garantido, que subió de 10/20.000 pesos a 30.000, decidido en
medio de la corrida del Mayo, no la detuvo ni irá al bolsillo de los depositantes de
éste, sino que permitirá efectuarle un mayor aporte al Citi para esta operación. Los
recursos de Sedesa provienen del aporte mensual que efectúan todas las entidades
financieras, y que va del 0,03 al 0,06 por ciento de los depósitos. En última instancia,
es plata que sale de los clientes del sistema bancario.
El paquete de facilidades que recibiría el Citi, o quien arroje en su lugar el
salvavidas, incluirá otras franquicias menos públicas pero probablemente significativas,
como la posibilidad de constituir menores requisitos de liquidez que los exigidos por las
normas. De todas formas, la gente puede estar tranquila: la Superintendencia de Entidades
Financieras y Cambiarias vigila. Aunque, a decir verdad, está acéfala, porque al
superintendente Miguel Angel Ortiz se le venció el mandato. |