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Por Juan Carlos Gumucio desde Belfast John Hume, el líder nacionalista católico, y David Trimble, el dirigente unionista protestante del Ulster, vieron sus esfuerzos recompensados con el Premio Nobel de la Paz pero expresaron que el mejor tributo a su trabajo vendrá recién con el futuro triunfo del proceso de reconciliación en Irlanda del Norte. El anuncio del premio para el jefe del Partido Social Demócrata Laborista (SDLP) y su contraparte del Partido Unionista del Ulster (UUP) confirmó algo que se rumoreaba hace días: el galardón iba a ser concedido a los hombres que con más tesón están empujando el proceso para poner fin a la guerra de 30 años en Irlanda del Norte. Quizás la única sorpresa fue la exclusión de Gerry Adams, el líder de Sinn Fein e interlocutor indispensable en las negociaciones políticas mediante las cuales se busca, a corto plazo, eliminar el arsenal de su brazo armado, el IRA (Ejército Republicano Irlandés). Hume dijo que la omisión no debe ser interpretada como un desdén ya que el premio es para todo el pueblo irlandés y sus partidos políticos. Minutos después del anuncio efectuado en Oslo y acosado por miembros de la prensa que se habían aglomerado en una sala de conferencias de Londonderry, el líder católico declaró que este es un importante espaldarazo para el proceso de paz, un impulso para la construcción de la Nueva Irlanda. Hume es el arquitecto de ese proceso y el hombre que en 1994 estableció los primeros contactos con el IRA que producirían más tarde la primera tregua en la larga y cruenta lucha guerrillera. Trimble tomó el extraordinario riesgo de conducir al campo unionista por la senda del diálogo con el Sinn Fein, a pesar de la enorme oposición protestante a cualquier contacto político con los nacionalistas mientras el IRA mantenga sus arsenales. Ambos son vistos como exponentes de una nueva generación de políticos dispuestos a asumir riesgos históricos en pos de un acuerdo duradero capaz de garantizar la paz en Irlanda del Norte. Con apoyo de Washington, Londres y Dublín están patrocinando el proceso que el 31 de este mes debe continuar con la instalación del comité ejecutivo de la Asamblea autonómica elegida en junio. Para los unionistas, el Nobel representa un largamente esperado reconocimiento internacional a su causa de mantener sus vínculos con Londres e impedir la reunificación de Irlanda. En realidad, el Nobel este año no premia a un logro concreto sino que reconoce los esfuerzos de políticos empeñados en llevar adelante un proceso que desde un comienzo se perfiló arduo y accidentado. Fuentes de casi todo el espectro político norirlandés estaban ayer de acuerdo: el Nobel a Hume y Trimble va a comprometer aún más denodados esfuerzos para vencer los obstáculos. Y éstos no son pocos. Para comenzar, los unionistas de Trimble mantienen su oposición a que el Sinn Fein se integre al ejecutivo norirlandés sin antes arrancar del IRA un compromiso para el desarme total. Tampoco existe una fórmula de compromiso en torno a la espinosa cuestión de la reforma de la policía, el Royal Ulster Constabulary (RUC), una fuerza de 12.000 efectivos formada casi totalmente por protestantes y que los nacionalistas ven como una extensión del poder militar británico en la isla. El Comité Nobel del Parlamento noruego, que por decisión testamentaria de Alfred Nobel es el encargado de adjudicar el premio de la paz que lleva ese nombre, decidió premiar a los líderes norirlandeses por su contribución al proceso que condujo al acuerdo de paz en Irlanda del Norte el pasado mes de abril. Las peripecias de ese proceso fueronevocadas por el presidente del Comité Nobel, Francis Sejersted, quien se refirió al elevado número de víctimas que el conflicto ha causado en sus casi 30 años de duración y destacó el papel jugado por los dos hombres que hoy son premiados. Sejersted describió a Hume como un hombre que ha luchado durante décadas por una solución política del conflicto y que jugó un papel fundamental en convencer al IRA sobre la necesidad de sentarse a la mesa de las negociaciones. Del líder protestante David Trimble, el presidente del Comité Nobel noruego elogió su gran coraje político en un momento crítico del proceso de paz, que lo hizo optar por impulsar soluciones que condujeron al acuerdo. Cuando hace cuatro años Trimble fue elegido para la jefatura del mayor partido protestante de Irlanda, muchos temieron que el incipiente proceso de paz naufragaría, como había ocurrido anteriormente, por el radicalismo de Trimble. Pero el jefe de los unionistas arriesgó su propia carrera política en su partido hay fuerzas minoritarias pero poderosas que rechazan el acuerdo y lo consideran un traidor, decidió revisar sus posiciones y sumarse con toda determinación al proceso de paz.
UN EDITORIAL DEL DIARIO BRITANICO THE
GUARDIAN Y el
ganador es...¡Irlanda del Norte! De este tenor eran los chismes que llegaban desde Oslo
antes del anuncio de ayer del Premio Nobel de la Paz de 1998. Los equipos de TV habían
estado deambulando por la provincia durante varios días, calculando que el Acuerdo de
Viernes Santo había sido el mayor logro pacífico del año. Pero si el premio lo hubiera
recibido Belfast, ¿a nombre de quién debía estar el sobre?
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