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Por Fernando DAddario ![]() El Culebrón editó, por separado, un CD y un comic (que presentarán hoy en Duro Pavimento, Chacabuco al 500), pero es imposible desprender una historia de la otra. Eduardo Balán, 33 años, maestro de escuela criado en el partido de San Martín, explica en la entrevista con Página/12 que los personajes que escribió intentan retratar todo lo que el conurbano tiene de indescifrable, de imprevisible, de jodido en algunos casos y también de inquietante. Pero además de ese componente pesado, en el Gran Buenos Aires hay muchísimas experiencias organizativas solidarias, muy novedosas y muy poco convencionales, que sólo se entienden desde adentro. Es por eso que las letras del Culebrón son alucinadas crónicas suburbanas que jamás caen en el panfleto contestatario. No queremos ser la banda que baja línea, subraya Balán, quien emplea parte de su tiempo en una organización que trabaja en asentamientos populares. Preferimos plantarnos en el terreno del misterio, y que nuestra propuesta global no pierda consistencia. Y si no que le pregunten a los miembros de la secta, la enigmática Hermandad del culebrón infinito: aseguran que cambiarán la historia de la humanidad, así que conviene prestarles atención. ¿Por qué eligió retratar experiencias suburbanas desde lo mítico y no desde lo real? Porque ése es el lenguaje más fiel para explicar lo que es el conurbano. A la salida de la iglesia de San Cayetano están las santerías donde se venden estampitas de San Cayetano, pero también símbolos de la macumba y del umbanda. Y más allá están los saunas, las bailantas. Y Gilda, la heroína que se convirtió en santa. Todo eso mezclado. Eso genera una cosa que no sale de la sociología ni de la política convencional. No sé, es una mezcla de García Márquez y Tarantino. Hay quienes comparan la mística de Culebrón Timbal con la que se generaba en los primeros tiempos de los Redondos de Ricota. Quizás tenga que ver con esa cosa de ritual que se establece, y con cierta simbología propia, que hace que los encuentros con la banda sean siempre una especie de fiesta circular. Pero hasta ahí llegaron las coincidencias. En los últimos años se habla mucho de alternatividad. ¿Cuál es su idea al respecto? El público del rock alternativo banca posiciones ideológicas concretas. Hablan del Che y de la revolución. Y es una traición que las bandas de rock les respondamos sólo con acciones políticamente correctas dentro de las reglas del mercado, es decir letras contestatarias, festivales a beneficio, solidaridad declarativa o donaciones artísticas.Tenemos que construir, abajo del escenario, un circuito de producción y distribución territorial de bienes culturales alternativos que no esté regido por el fin de lucro, sino por la relación con los conflictos sociales y las organizaciones de la gente.
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