Por Marcelo Justo desde Londres
La arrasadora
victoria en las pasadas elecciones del laborista Tony Blair se cobró cuatro cabezas del
gabinete del entonces primer ministro John Major, entre ellas la del último canciller
conservador británico Malcolm Rifkind, que en setiembre del 95 firmara el acuerdo
petrolero con el gobierno argentino. Como otros conservadores que perdieron su escaño
parlamentario, Rifkind pasó a ocupar un puesto en el directorio de una importante firma,
convirtiéndose en su caso, sorpresa, sorpresa, en director de estrategia internacional de
una multinacional petrolera, la BHP Petroleum. En diálogo con Página/12, Rifkind
analizó los pasos que condujeron a la visita de Carlos Menem a Gran Bretaña y el impacto
que tendrá sobre las relaciones bilaterales y sobre el espinoso tema de la soberanía de
Malvinas.
¿Por qué la visita ahora, con el laborismo, y no durante los siete años de
gobierno de John Major?
En varios momentos se habló de una posible visita del presidente Carlos Menem, en
especial en los dos últimos años del gobierno del primer ministro John Major. Pero hubo
diversos problemas que no permitieron que se produjera esta visita, tal como era el deseo
del gobierno conservador.
¿Qué problemas?
Ambos países atravesaron en distintos momentos procesos electorales. También hubo
problemas de coordinación en la agenda de ambos, que impidieron encontrar una fecha
conveniente para Argentina y el Reino Unido. Pero lo cierto es que hubo discusiones para
una visita que al final no se concretó.
De modo que el hecho de que la visita se produzca durante un gobierno laborista
refleja la continuidad de una política de Estado más que una cuestión partidaria.
Exactamente. Esta visita refleja el hecho de que en los últimos años las
relaciones bilaterlaes han mejorado continuamente. Por supuesto que hay temas que nos
dividen. Pero lo cierto es que tanto el gobierno de Carlos Menem como el del Reino Unido
han aceptado que es más importante lo que nos une que lo que nos separa.
Esa es la línea oficial británica desde hace varios años. Sin embargo hay muchos
temas pendientes como, por ejemplo, el del embargo militar.
Somos conscientes de que hay temas pendientes. Lo que pasa es que hay heridas que
tardan en cicatrizar. Ese es el significado ahora de estos temas pendientes.
¿Es hora entonces de terminar con el tema del embargo?
Espero que podamos movernos en esa dirección.
Usted firmó el acuerdo petrolero en setiembre de 1995. ¿Qué esperaba conseguir y
qué cree que se logró?
Las posibilidades de una explotación de hidrocarburos en el Atlántico Sur era muy
importante y necesitábamos encontrar una solución que fuera beneficiosa para Argentina,
el Reino Unido y las islas. Esto requería dejar de lado el tema de la soberanía para que
no nos impidiera progresar en este aspecto. De esta manera no sólo se pudo avanzar en el
terreno de la exploración sino que, al crear un área de cooperación entre Argentina, el
Reino Unido y las islas, mejoraron las relaciones entre las partes.
En cuanto a la soberanía, visto desde la Argentina, uno de los problemas es
comprender que Gran Bretaña pueda arrogarse la soberanía de unas islas que tiene a 10
mil millas de distancia.
En primer lugar las islas también están bien lejos de Argentina (800 millas). Pero
además creo que en el mundo moderno el principio más importante para regir las
relaciones internacionales es el de autodeterminación. En este sentido la posición
británica debería sercomprensible y compartida por Argentina. El futuro de las islas
debe estar en manos de los isleños.
¿Ve alguna posibilidad de cambio para el futuro?
Ya ha habido cambios. Creo que Argentina ha aceptado que una solución a este
problema debe satisfacer a los isleños. Esto es muy importante. Antes Argentina hablaba
de los intereses de los isleños, ahora acepta que hay que tener en cuenta sus deseos.
Desde el punto de vista británico también es necesario que seamos flexibles para
encontrar puntos en común que nos permitan avanzar en este tema. En la medida en que los
isleños participen y sus deseos sean tomados en cuenta no hay razón para que no se pueda
avanzar en las negociaciones.
¿En qué dirección?
Queremos una solución que sea aceptable a los isleños pero que a su vez sea
satisfactoria para Argentina y el Reino Unido. Esto requiere flexibilidad de todas partes.
Se habló de soberanía compartida.
Es cierto. Pero nuevamente el punto crucial son los deseos de los isleños.
Aceptaremos cualquier solución que sea aceptable para ellos.
SIR REX HUNT, GOBERNADOR DE LAS MALVINAS EN
1982
El lobbysta de los kelpers
Por M. J. desde Londres
Pequeño, enérgico,
cortés e imperial, el gobernador de las Malvinas en 1982, Sir Rex Hunt, lamentó la
visita de Carlos Menem a Gran Bretaña durante una entrevista con Página/12. Es
demasiado prematura. Mientras Argentina siga reivindicando la soberanía de las islas, un
gesto de este tipo puede ser malinterpretado, señaló Hunt.
16 años después, ¿qué recuerda del 2 de abril?
Es como si fuera hoy para mí. Recuerdo la sensación de incredulidad cuando supimos
que la Armada argentina se dirigía hacia las islas. Pensé que era muy estúpido de parte
de Galtieri hacer eso. Invadir era un último recurso. Nos sorprendió a todos. Hasta que
nos enteramos de que habían desembarcado, pensamos que quizás era un simple ejercicio de
intimidación. Estaba enojado porque un ataque tan poco provocado hubiera tenido lugar.
¿Qué piensa de la visita del presidente Menem?
Bueno, es una visita que ayuda a las relaciones bilaterales ya que mucho ha mejorado
en ese aspecto desde 1982. Pero me alivió mucho que el primer ministro y el canciller y
el ministro responsable de Malvinas, Tony Lloyd, dijeran que el tema de la soberanía no
está en la agenda, no es negociable. Esa era la posición de Margaret Thatcher. Y me
alegra que siga siendo la posición del gobierno. Porque hubo mucha hipérbole en los
medios argentinos sobre esta visita. Se está promoviendo la esperanza de que, cuando
regrese, Menem le dirá a la gente que las Malvinas serán argentinas en el 2000, o que al
menos una bandera argentina flameará en ese año. La prensa ha dicho que el presidente
abordará el tema de la soberanía. Si lo hace, los ministros dirán que la soberanía no
está en la agenda y que lo mejor es que se siga hablando de temas comerciales.
¿Le parece entonces que la visita del presidente Menem a Gran Bretaña es quizás
un poco prematura?
Mi opinión personal es que es un poco prematura. A diferencia de Alemania, cuando
la derrotamos en la Segunda Guerra, que dejó de reclamar el resto de Europa, Argentina no
abandonó su reclamo de la soberanía de las islas. En mi opinión, el asunto fue definido
en 1982, militarmente. Cuando el presidente deje de reclamar la soberanía de las islas,
será recibido con los brazos abiertos.
Aun si lo deseara, no es posible. El reclamo de eso no es posible debido a la
Constitución.
Sí, soy consciente de eso.
En ese sentido, ¿no avanza un poco la posición argentina el hecho de que haya sido
invitado a pesar de que es un poco prematuro?
No. Es positivo que Argentina y el Reino Unido tengan mejores relaciones y que
mejoren el comercio, pero la soberanía de las islas no está en discusión.
¿Piensa que este statu quo puede sostenerse por mucho tiempo?
Sí. Mientras los isleños no quieran mantener relaciones con Argentina, ésta será
la situación.
¿Teme un ataque argentino?
No. Ustedes tienen un gobierno democrático ahora. Y el presidente Menem siempre
indicó que quiere obtener las islas por medios pacíficos.
¿Y usted le cree?
Sí. Yo creo que ningún líder político o militar argentino se atrevería a
realizar la misma aventura. Porque saben que el resultado sería el mismo, Y quiero
aclarar algo. No tengo nada contra Argentina o los argentinos. Me llevo muy bien con
ellos. Y me agradaron los argentinos que conocí. No siento rencor por lo ocurrido. Pero
creo que la única soluciónal problema es que Argentina reconozca que los isleños tienen
el derecho a la autodeterminación.
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