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Por Pedro Lipcovich Pero, ¿qué es el Día de la Madre? Un mero invento de los comerciantes, dicen muchos mientras compran su regalo obediente. Un rito de otros tiempos, que ya debería sustituirse, dirá una de las entrevistadas en esta nota. Es el pago de una deuda imposible de pagar, dirá otra. Es una taradez, precisará una tercera. Quizás el Día permita dar un paso hacia el misterio de la maternidad, ese ácido oscuro de Neruda en Residencia en la tierra. ¿Qué piensan del Día de la Madre las mujeres que no piensan como se les enseñó a pensar? ¿Quiénes les dicen no al Día de la Madre, o le dicen que sí pero de otra manera? En esa incertidumbre puso Página/12 a su cronista para que, como un chico perdido, se pusiera a buscar mamás. ¿Por qué sigue habiendo un Día de la Madre igual que hace un par de generaciones, si la maternidad ha cambiado tanto?, se pregunta Mabel Burín, psicóloga especialista en temas de género, profesora en la Universidad Bar Ilan. Y responde que también el Día debería cambiar: Ya en muchas escuelas esta celebración se cambió por el Día de la Familia u otros festejos. Es que, según Burín, Hoy, por lo menos para muchas mujeres de sectores medios urbanos, es difícil cumplir el requisito de madre suficientemente buena, que animó la idea de la maternidad en los años 60 y 70. Desde la década pasada y especialmente en esta última, las mujeres intensificaron su trabajo extradoméstico, y tienen más opciones e intereses que hace una o dos generaciones. El hecho es que muchas no desean tener hijos o postergan la maternidad hasta que su reloj biológico ya casi dice basta. Si mi mamá tiene tantos problemas y actividades y todavía se ocupa de mí, quiere decir que sigue siendo muy buena se esperanza el cronista. Pero no. Para Burín, la glorificación del amor y la entrega maternal, que sustenta el Día de la Madre, oculta otras cosas. Oculta, por ejemplo, el odio de la madre: La hostilidad, como forma de expresión de la maternidad, suele admitirse fácil cuando se trata de la relación con hijas adolescentes. Pero, cuando se trata de la relación de una madre con su hijo pequeño, estos rasgos suelen permanecer ocultos, negados. Esto conduce al tema del maltrato infantil siguió Burín, implacable-. Si bien en otras épocas se apelaba más a los castigos físicos, hoy se dan actitudes de maltrato psíquico, como la retirada de amor, las burlas. ¿Retirada de amor? Sí, sí. Es cierto que ciertos maltratos son ahora más visibles porque son denunciados, hay más dispositivos para la protección de los niños. En fin, esto va a la cuenta de lo que estaba invisibilizado en la glorificación del Día de la Madre. En todo caso hay una diversidad de maneras de ser madre, no sólo el estereotipo de mamá cariñosa desde el cual se generó el festejo del Día de la Madre. Lo que afirma la doctora Burín puede ser cierto pero, como dice mi mamá razonó el cronista, no hay que apurarse a creer lo que dice cualquier mujer. Mejor buscar más opiniones. Es claro que el Día de la Madre está diseñado para habilitar el consumo, las ventas, pero este hecho de mercado no funciona en el vacío -observa Martha Rosenberg, psicoanalista, integrante del Foro por los Derechos Reproductivos y precandidata a defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires: otros Días, el del amigo, el del abuelo, no tienen el peso masivo del de la Madre. Claro, ¿vio? El de la Madre tiene éxito porque la gente se identifica muy fácilmente con lo que propone. Es una operación ideológica, porque establece que hay una figura, una persona que entra en el canon de lo que debe ser reconocida como madre, alguien que cumple que le asignó el mundo patriarcal. Sin embargo, continúa Rozenberg, la maternidad, que era el tope de llegada de las mujeres en lo social, ya no lo es. Ellas suelen hacer cosasque las apartan del ideal maternal, pero éste sigue siendo muy fuerte y, entonces, su Día puede servir para perdonarla, para reincorporarla al redil de las mamás. Es que en el Día de la Madre se instala, como ritual colectivo, el pago de la deuda que se tiene con ella: por haber dado a luz, por haber criado. El regalo que recibe tiene la función de que se sienta pagada, que no reclame. Y al darle su Día se la distingue de otras mujeres, no es igual que todas. ¡Por supuesto! Pero la deuda de la madre no se salda con la madre misma. Nunca se le va a poder pagar lo que ella dio. La deuda se salda en la relación con otras mujeres: las parejas sexuales, las propias hijas. Estar en deuda con una y pagarle a otra, suele suceder. ¿Y los anarquistas, también pagan su deuda el Día de la Madre? Por lo general no lo celebramos especialmente aunque, por supuesto, eso depende de cada uno dice Marina Legaz Bursuk, integrante de la Federación Libertaria. No la vamos a dejar sola justo ese día que todo el mundo está con la madre, pero de ahí a estar comprándole regalos... Lo importante es que el amor hacia la madre, como hacia toda persona, sea un amor responsable: más que festejarle un día especial del año, ver si se le puede evitar que agarre frío en invierno en la cola de la jubilación, o si necesita ser escuchada. El amor parece fácil pero el amor responsable es mucho más difícil de lograr. Esto nos lleva a una pregunta central en el día de hoy: ¿qué preferirán las madres, qué querrán de nosotros en su Día, tal vez sin atreverse a confesarlo? El Estado tendría que poner camiones para llevarse a todos los chicos todo el día, para que las madres pudieran festejar algo, dice la actriz y humorista Gabriela Acher, autora de Madre cobarde, donde hablo de los terrores que conlleva la maternidad. ¿Cómo convencer a mamá de que no nos mande al camión? Ya está, una serenata. Un rock para este domingo. El día de la madre es una taradez, como todos esos festejos... -contesta Patricia, voz del grupo punk rock She Devil. Es algo que no tendría que existir. Y la maternidad institucionalizada, oh, las madres..., tener que ser madre, todas esas cosas, eso no me llama la atención para nada; eso de que se es mujer por ser madre y que es una cosa tipo cúlmine... No. A esta altura, el cronista necesita meterse en un lugar cálido, protegido, volver como al vientre de la ciudad. El misterio, el túnel. El subte. En la escalera de la estación Florida de la Línea B, Carmen pide limosna con un chiquito dormido en sus brazos. Por favor, ponga que es mi hijo. El otro día una señora se paró a decirme que cómo le hacía eso al chico, que yo seguro lo había alquilado para pedir, hablaba fuerte, pero es mi hijo, ¿con quién lo voy a dejar? Encima que tengo que pedir para él, me dicen que no es mi hijo. ¿El Día de la Madre? Sí, me parece bien contesta Carmen. Si se celebra el Veinticinco de Mayo, ¿por qué no celebrar el Día de la Madre?.
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