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PROTESTA DE CHILE POR “LA VIOLACION DE LA INMUNIDAD DIPLOMATICA”
Pinocho prisionero de Su Majestad

La izquierda chilena y los exiliados cambiaron protesta por alegría en Santiago, Londres y Oporto. La noticia sorprendió a todos y descolocó al dividido gobierno de Eduardo Frei, que cuestionó la medida británica.

Los exiliados que manifestaban ante los presidentes latinoamericanos en Oporto pudieron festejar.
Nadie esperaba que Londres hiciera lugar al pedido de la Justicia española. Pero ocurrió.

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t.gif (67 bytes)  Pinocho malherido terminó detenido. El ex dictador y actual senador vitalicio chileno Augusto Pinochet, que se encontraba en un hospital de Londres luego de una operación, fue puesto bajo arresto e incomunicado por la policía británica a pedido del juez español Baltasar Garzón (ver aparte), que investiga la desaparición de ciudadanos españoles durante la llamada Operación Cóndor (ver nota), entre 1976 y 1979. El gobierno chileno ya elevó una protesta formal a su par británico porque la medida constituye “una violación de la inmunidad diplomática”, y exige que “se adopten los pasos que permitan poner pronto término a esta situación”.
A pesar de la protesta, el canciller chileno José Miguel Insulza advirtió desde Santiago que la situación “no tiene salida inmediata ni creo que se vaya a resolver en las próximas horas”. Con esta postura, Insulza se reunió en la noche de ayer con el presidente del Senado chileno, Andrés Zaldívar, para analizar alguna alternativa legal para que Pinochet no sea obligado a declarar ante la Audiencia Nacional de Madrid. La Radio Cooperativa de Santiago informó que la opción puntual que se discutió fue la expulsión de Pinochet de Gran Bretaña en calidad de persona non grata o provocadora de convulsiones dentro de la isla. Es poco probable que la medida sea pedida expresamente por el gobierno chileno. El senador vitalicio Rodolfo Stange, ex miembro de la dictadura, reconoció que esta posibilidad es poco decorosa pero aclaró que cualquier posibilidad es válida con tal de que Pinochet no declare.
Los dirigentes de la izquierda chilena y hasta amplios sectores de la coalición gobernante –profundamente dividida en cuanto a la posición sobre Pinochet– aplaudieron la medida. La derecha, en tanto, organizó manifestaciones de repudio frente a las sedes diplomáticas de España y Gran Bretaña en Santiago. Pero otras acciones de protesta trocaron en alegría. En el London Clinic, donde está Pinochet –a 100 metros de la embajada chilena en Londres–, refugiados de la época de la dictadura de desaparecidos se habían reunido en los últimos días para pedir justicia, luego de conocerse el pedido de detención de los jueces españoles Baltasar Garzón y Manuel García Castellón. Algo similar había ocurrido en la ciudad portuguesa de Oporto, donde se desarrolla la VIII Cumbre Iberoamericana.
Allí, la noticia tomó de sorpresa a la mayoría de los funcionarios presentes. El líder cubano Fidel Castro, que no salía de su asombro, explicó que según “tengo entendido Pinochet colaboró con Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas. Si es como ustedes me dicen, esto es increíble”. La delegación chilena entró en un estado de nervios y de enojo, mientras que los españoles sonreían diciendo que lo dejaban todo en “manos de la Justicia”. “Pensamos que se está violando la inmunidad diplomática de la que gozan todos los parlamentarios en Chile desde siempre”, dijo el presidente chileno Eduardo Frei.
Del lado argentino, el secretario general de la Presidencia Alberto Kohan admitió que el presidente Carlos Menem y su par José María Aznar hablaron sobre el tema, pero aclaró que éste “compete sólo a Chile e Inglaterra”. Pero luego Kohan aclaró que si la Justicia española pidiera interrogar a los ex comandantes argentinos, la Argentina seguirá defendiendo el principio de extraterritorialidad.

 


 

LA RAPIDEZ FUE LA CLAVE DE LA RESONANTE DETENCION
Cómo fue el procedimiento legal

Por Norberto Bermúdez desde Madrid

t.gif (862 bytes) El viernes pasado, a las cuatro de la tarde, el juez Baltasar Garzón decidió la admisión a trámite de una querella presentada el 27 de abril pasado por la agrupación chilena de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, que denunciaban la desaparición de 79 ciudadanos de ese país en territorio argentino entre 1976 y 1981, en el marco de la Operación Cóndor, el plan de coordinación represivo urdido entre las dictaduras por entonces vigentes en el cono sur iberoamericano.
Tras firmar esta primera resolución, Garzón estampó su firma en un pedido urgente dirigido a la sucursal londinense de Interpol para que procediera a la inmediata detención con fines de su extradición a España del ex dictador Augusto Pinochet, en virtud de su presunta responsabilidad en los secuestros de aquellos 79 chilenos desaparecidos en territorio argentino. A las seis de la tarde y en el más absoluto de los secretos, la orden de detención para Pinochet ya estaba en curso y tres horas más tarde las autoridades británicas se trasladaron a la clínica donde Pinochet convalece de una operación de columna y le comunicaron su detención y su puesta a disposición de la justicia inglesa, por pedido del juez Garzón.
El miércoles 14 el magistrado ya había solicitado a las autoridades londinenses información sobre las posibilidades reales de detener a Pinochet. Pero a la una de la tarde del sábado (8 de la mañana en Argentina), el secreto aún era absoluto. A esa hora, este diario se puso en contacto con el juez Baltasar Garzón, quien confirmó la novedad: “Sois los primeros en enterarse de la detención de Pinochet”, dijo con evidente satisfacción. Hacía doce horas que el ex dictador ya estaba preso.

 


 

La historia secreta del “Mercosur del terror”

La causa por la que el juez español Baltasar Garzón logró la detención de Pinochet se refiere al “Plan Cóndor”, un pacto   de cooperación represiva entre Argentina y sus países limítrofes.

El ex dictador Augusto Pinochet.
Le espera un arduo camino legal.

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Por Lila Pastoriza

t.gif (862 bytes) El “Plan Cóndor”, al que generó en sus años briosos, puede marcar el definitivo aterrizaje de Augusto Pinochet. Una vez mas, el juez Garzón, en estricta y más que sagaz aplicación de la jurisdicción española en los delitos de genocidio y terrorismo, golpeó tras las fronteras. En cuanto envíe a las autoridades británicas la documentación probatoria de que numerosos ciudadanos chilenos desaparecidos fueron secuestrados aquí por militares argentinos que los remitieron a su país, no es para nada descartable que el ex dictador y flamante senador vitalicio vaya a parar a una cárcel madrileña.
El “Mercosur del Terror”, que operó aun sin formalismos desde 1973 por lo menos en cinco países sureños, estaba desde hace tiempo en la mira de Garzón, quien ya había recibido documentación de los archivos secretos de Paraguay y se aprestaba a cursar el correspondiente pedido a las autoridades estadounidenses. Su resonante resolución actual abre “el vientre del Cóndor” y jaquea la impunidad de quienes lo parieron.
Tan pronto se produjo la detención de Pinochet (al hacer lugar el gobierno inglés al pedido de Garzón sin reconocer la alegada inmunidad diplomática) hubo manifestaciones de júbilo frente a la embajada británica en Madrid. “Este es un hecho histórico, aun por su valor simbólico –dijo a Página/12 el abogado de la acusación popular Carlos Slepoy–. Y somos optimistas: el Ministerio de Relaciones Exteriores ya ha manifestado que respetará el accionar de la Justicia española.”
En octubre de 1975, y a invitación de general Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA), los servicios de inteligencia de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil cerraban con los dueños de casa el acuerdo para montar “un banco de datos, un centro de información y “talleres” que, durante años, sin barreras limítrofes, se dedicarían a detectar, vigilar, secuestrar, torturar, repatriar y eliminar a centenares de ciudadanos de esos países. Y a apropiarse de sus hijos.
En Argentina, uno de los centros clandestinos más usados fue Automotores Orletti, territorio de comandos especiales extranjeros y en especial uruguayos, que “trabajaron” codo a codo con próceres como Otto “Dios” Paladino, Aníbal “El Jovato” Gordon, y Raúl Guglielminetti y los célebres apropiadores de niños Miguel Furci y Eduardo Ruffo. No fueron los únicos. En 1976 la chilena Cristina Carreño era destrozada por los torturadores de El Banco. Dos años después, el matrimonio Poblete, de igual nacionalidad, desaparecía a manos de los señores del Olimpo, que se apoderaban de su hijita de ocho meses. Desde Campo de Mayo se remitían prisioneros chilenos a su país, como los que fueron recluidos en el centro clandestino de Villa Grimaldi, al sur de Chile, y luego desaparecieron.
Pero el Cóndor volaba desde mucho antes. El 30 de setiembre de 1974 fueron asesinados en Buenos Aires el general Prats y su esposa. En los archivos secretos descubiertos en Paraguay se consigna que la policía de ese país entregó el 16 de mayo de 1975 a Jorge Fuentes Alarcón, señalado como militante del MIR, al coronel aeronáutico chileno Edgard Ceballos. Pero quizá la acción de mayor envergadura haya sido la llamada “Operación Colombo”, que supuso el secuestro en Chile de 119 personas cuyos cadáveres, con documentación falsa y presentados como producto de “ejecuciones” partidarias, aparecieron en distintos lugares de nuestro país.
Decenas de paraguayos, argentinos y uruguayos figuran entre las víctimas del Cóndor. Stella Calloni cita la frase que escribió uno de ellos en un papelito arrugado: “Estoy metido en una historia de espejos malditos”. De aquel martirio multiplicado tras las fronteras, casi no hay sobrevivientes.

 

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