Camilión y Balza bajo fuego cruzado
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Por Susana Viau Quienes asistieron como testigos a la escena que se desarrolló ese mediodía en Krajina, Croacia, todavía se ponen tensos al recordar el momento en que el general Carlos Matalón, al mando de las tropas de la ONU en Eslavonia Occidental, tendió al Canciller Oscar Camilión la pistola Browning 9 milímetros. Llevaba en la corredera la inscripción "República Argentina" y el Escudo Nacional entre las dos palabras. El general Martín Balza observaba. La inscripción lo dejaba momentáneamente fuera del problema porque no involucraba a la fuerza; era peor, comprometía al Estado. El episodio contradice la afirmación que el general Balza, jefe del Ejército, hiciera hace unas semanas ante la comisión de la Cámara de Diputados que investiga la venta ilegal de armas: "Estuve en Croacia en nueve oportunidades --dijo-- y nunca vi un arma argentina" Página/12 intentó verificar la información con el propio Matalón, actualmente retirado y dedicado a la construcción de la Nueva Opción Republicana, un partido que, pese a las resonancias de su nombre, no tiene parentescos con el del gobernador tucumano Domingo Bussi. Matalón se excusó y, pese a la insistencia, declinó hacer declaraciones. No obstante, este diario entrevistó a fuentes que se encontraban presentes en aquella reunión de mediados de junio del '95 y todas coincidieron. --Esto me está trayendo inconvenientes --dijo poco más o menos Matalón--. Usted debe imaginárselos porque mientras yo estoy acá, con la boina azul en la cabeza, aparecen, no sé por qué vía, pero aparecen, armas argentinas en uno de los bandos. Y esto lo saben mis superiores de la ONU. Matalón había egresado del Colegio Militar en 1963, había revistado en el Batallón de Ingenieros de Construcciones 601, era oficial de Estado Mayor y había sido tomado prisionero en Malvinas. Estaba como jefe de la Brigada Motorizada V y acababa de ser propuesto para el generalato cuando le anunciaron la designación para comandar una de las cuatro zonas de la ex Yugoslavia en las que la ONU había dividido sus fuerzas de paz. Un batallón nepalés, uno jordano y otro argentino iban a quedar bajo su mando. Camilión y Balza hicieron comentarios y prometieron investigar, ya que Argentina estaba violando el embargo dispuesto por la ONU al mismo tiempo que mandaba tropas para garantizarlo, pero la cuestión quedó en agua de borrajas. Relatan los hombres de ese último contingente argentino en la ex Yugoslavia que el arma había sido capturada días antes a la policía especial croata. Es cierto, la procedencia del arma incautada no era una novedad. En 1992, el coronel Luis Hilario Lagos, jefe de las fuerzas argentinas de la misión, había dado la voz de alerta a su superior respecto del hallazgo de fusiles FAL argentinos en la zona de guerra. Tampoco era un descubrimiento para Matalón, que había vivido una experiencia bochornosa ante el propio mando europeo de la misión. El 6 de mayo --apenas un mes antes de la visita de Balza y Camilión-- el último jefe de las tropas de paz de la ONU, el general francés Bernard Janvier, se apersonó para una inspección a la zona de Eslavonia occidental. En la recorrida lo acompañaban Matalón y un par de oficiales. De pronto, el vehículo que los transportaba fue interceptado por la policía militar croata que los sometió a una "restricción de movimientos". Uno de los policías croatas, alentado al ver la insignia celeste y blanca en el hombro de Matalón, levantó eufórico el fusil FAL que llevaba y en tono de confraternidad le dijo: "Argentino". La evidencia hizo que Janvier comentara en tono de reproche: "Su país está vendiendo armas", para agregar después, a modo de justificación: --Ustedes son el tercer mundo. --Argentina no es el tercer mundo --dicen que respondió con indignación contenida Matalón. --Bueno --se sonrió el francés, muy convencido de sus ideas--, tampoco son el primero. Durante aquel último viaje de Balza y Camilión llegaron a Buenos Aires rumores que hablaban del descontento europeo por episodios de indisciplina descubiertos entre el personal militar argentino. Los generales serbios denunciaban la "conducta deshonrosa" de las tropas argentinas. Se sostuvo, incluso, que el propio Janvier había hecho mención a esas inconductas. Sin embargo, circuló una segunda versión del conflicto manejada con sordina: indicaba que Janvier habría mantenido una charla con el entonces secretario general de la ONU, el egipcio Boutros Ghali, para plantearle que la evidencia del armamento argentino en poder de una de las fuerzas en disputa podía desatar un enfrentamiento. Incluso, agregaba la versión, Bernard Janvier habría llegado a solicitar el retiro del contingente argentino. Lo cierto es que tres años después el general Martín Balza había olvidado el encuentro que, junto a Camilión, había mantenido con Carlos Matalón en Krajina. Y el 27 de agosto aseguró a los diputados: "No vi ningún tipo de armamento argentino; asimismo, ninguna persona del Ejército me dijo haberlo visto". EL MISTERIO DE TRANSFORMAR CAÑONES "Como sacar agua de la piedra"
Un documento de 4 carillas, sin firma y de indudable factura militar circula desde hace días por los cuarteles. Su título es "Venta ilegal de armas" y contiene un cuestionario de 24 preguntas a las que, es obvio, responde con precisión. Lleva una breve introducción en la que sostiene como propósito "aclarar lo sucedido y poner de manifiesto la responsabilidad de ciertos individuos en torno a este negocio ilegal que compromete el prestigio de nuestro país y del Ejército Argentino". Tan evidente como su cuño castrense es su intención de hacer centro en el jefe del Ejército, general Martín Balza. En el punto 9, los autores de la comunicación se preguntan si "es habitual" que, como afirmó el general Balza, el ejército entregue material a Fabricaciones Militares para su "transformación". El "paper" contesta que no, puesto que "transformar material bélico, en este caso obuses y cañones, implica modificar sus características originales para convertirlos en un producto diferente". E insiste: "¿Puede argumentar Balza que entregó ese material para su mantenimiento?" "Tampoco", replica el "paper", ya que "el mantenimiento en el Ejército Argentino se realiza en distintos escalones, establecidos como se detalla a continuación: Mantenimiento y reparaciones en el primero y segundo escalón, a cargo de la unidad usuaria; mantenimiento y reparaciones en el tercero y cuarto escalón, a cargo de las bases de apoyo logístico (BAL) y Batallones de Arsenales. El mantenimiento y reparación a efectuar en niveles superiores se encuentra a cargo, habitualmente, del fabricante del producto y es de alta especificidad, como por ejemplo aquel que se efectúa a las aeronaves (...) En el caso particular del material de artillería no se realiza a mayor nivel que el cuarto escalón ya que si fuera necesario efectuar una reparación que excediera el nivel citado significa que el fabricante ha incurrido en un grave error de fabricación, cosa poco probable pues este tipo de producto sale a la venta luego de haber sido sometido a exigentes y minuciosas pruebas de tormento que garantizan su correcto funcionamiento." En otro párrafo del mismo punto, el texto pasa a ocuparse explícitamente de los cañones CITER 155 milímetros entregados a Croacia y dice: "¿Es posible realizar en Fabricaciones Militares la transformación de un Cañón CITER calibre 155 milímetros en un cañón CALA 30 (Cañón Argentino de Largo Alcance)?" Su evaluación es que no: "Estamos hablando de dos productos diferentes --dice-- cuya única característica común es el calibre 155 milímetros. Si esta era la finalidad buscada entre el Ejército Argentino y Fabricaciones Militares podemos esperar que brote agua de las piedras antes que ver esta transformación finalizada." Como corolario, el punto 9 asegura que, del mismo modo, no resulta "normal" que se entregue a Fabricaciones Militares tal cantidad de pertrechos. Y aclara que "ni siquiera es normal que se entregue esa cantidad de material a sus Batallones de Arsenales porque estos escalones de mantenimiento tienen capacidad limitada (tanto en personal como en medios) que no les permite realizar reparaciones a 36 piezas de artillería en forma simultánea". Quienes elaboraron el informe subrayan con cierta sorna que "la entrega simultánea de estas piezas de artillería a Fabricaciones Militares constituye un hecho inédito en la historia del Ejército Argentino y de esa empresa".
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