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Mala época para asesinos

Por Mario Wainfeld


t.gif (67 bytes)  La Corte Suprema, incluyendo a la mayoría automática oficialista, reconoció a los familiares de Benito Urteaga el derecho a saber la verdad sobre su muerte. La jueza Servini de Cubría ordenó a un general hacer un ADN para comprobar si se apropió del nieto de la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto. Un juez puso freno al deseo presidencial de borrar del mapa de la memoria a la ESMA. El dictador y asesino Augusto Pinochet está preso en Londres. Los sucesos ocurrieron en distintos estrados, ante distintos jueces, de distintas latitudes. Su aglomeración en menos de una semana podría considerarse, hasta ahí, producto del azar. Pero su reiteración indica que no hay casualidad sino datos de una tendencia que se realimenta: en la actual configuración del sistema político mundial los militares asesinos y torturadores lo van a pasar muy mal.

Esa tendencia combina un fenómeno constante --la capacidad de los países del centro del mundo a imponer al conjunto sus leyes y valores-- con una novedad --el desprecio de métodos que el centro del mundo inventó, patentó y exportó-- y pone al orden internacional como inquisidor de muchos verdugos que, valga la paradoja, hicieron lo suyo por consolidarlo.

El nuevo marco internacional se combina con una tendencia local: el creciente consenso de desprecio y horror por los crímenes y delitos cometidos por los militares y de respeto por la actividad constante, serena y democrática de los organismos de derechos humanos que --sin caer en la ira ni en la venganza pese a haber sufrido cien afrentas del poder político y cien desdenes del conjunto social-- mantuvieron entre ceja y ceja sus objetivos principales y siguieron dando pelea en la arena pública y en los estrados de los tribunales.

Esa valentía y esa templanza, que en grado excelso mostró en estos días Estela Carlotto ante su propia situación personal, son un ejemplo para el resto de la sociedad argentina. Una deuda que seguramente, como suele ocurrir con las que tienen las comunidades con sus figuras ejemplares, no será honrada en su totalidad.

Pero a cuenta, como retribución parcial e imperfecta a esos nobles militantes y como tributo al actual estado de cosas esta semana, o la otra, o el mes que viene como mucho nuevas decisiones judiciales consolidarán la tendencia, lograrán arrimarse a la justicia y una ristra de represores y asesinos, con Emilio Massera a la cabeza, padecerán sofocones parecidos a los que este año azotaron a sus colegas Videla, Astiz y Pinochet.

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