Los gozos y las sombras
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Los disturbios violentos que ayer por la noche castigaron a la capital chilena de Santiago pusieron en evidencia las profundas divisiones que le dejó al país el régimen militar de 17 años del General (RE) Augusto Pinochet, ahora arrestado en una clínica de Londres. El Ministerio de Relaciones Exteriores británico, el Foreign Office, fue la primera entidad nacional en admitir y utilizar el argumento de "crímenes de lesa humanidad", ante el cual ceden incluso las inmunidades parlamentarias legítimas. Por primera vez en la historia de Chile, la policía uniformada reprimió ayer a manifestantes derechistas: eran los amotinados ante la embajada de Gran Bretaña para exigir la devolución del "tata" Pinochet. Para el gobierno chileno la detención preventiva por pedido de la Justicia española se convirtió en un nuevo dolor de cabeza internacional que se suma a todos los ya provocados por militares y participantes en el gobierno de Pinochet de 1973 a 1990. Las violentas manifestaciones de sectores afines al general retirado de 82 años contrastaron con las expresiones de alegría de sectores de izquierda y derechos humanos, que sufrieron las consecuencias del terrorismo de Estado del régimen de Pinochet. Grupos de derecha y seguidores de Pinochet protestaron la tarde del sábado frente a la residencia de la embajadora británica en Santiago, Glynne Evans, lanzando piedras, huevos y frutas y coreando "Inglaterra pirata, devuélvannos al tata (abuelo)". La manifestación continuó la escena frente a la residencia diplomática española, a una cuadra de distancia, donde paralizaron el tránsito en el oriente de la capital, golpearon los autos y destrozaron los vidrios y focos de un autobús. Entre tanto, políticos y artistas contrarios a Pinochet planearon ir el domingo a la residencia diplomática británica para apoyar el arresto de Pinochet y entregarle flores a la embajadora como un acto de desagravio. Por su parte, el Partido Comunista programó una marcha para celebrar el arresto, en el cierre de su congreso interno, que volvió a proclamar a Gladys Marín como candidata presidencial. Las reacciones encontradas pusieron de manifiesto los dos Chiles que dejó el régimen militar: uno que ensalza al general que "salvó al país del marxismo" y supuestamente modernizó la economía, y otro que es renuente a olvidar con la facilidad que le requiere el gobierno democristiano encabezado por el presidente Eduardo Frei los abusos de derechos humanos y el legado de más de 3000 muertos a manos de la dictadura. Así, para un sector el arresto es un atropello a la soberanía nacional, por cuanto Gran Bretaña desconoció la inmunidad que le habría concedido a Pinochet el pasaporte diplomático que le concedió el gobierno a manera de protegerlo --aunque también le habría concedido otro pasaporte, con el que se inscribió bajo nombre falso en la clínica británica--. "Este acto atropella la inmunidad y viola principios básicos de la convivencia internacional", expresó el general en retiro Luis Castro, presidente de la Fundación Presidente Augusto Pinochet, que otorga becas de estudio a hijos de militares. El Ejército reaccionó de la misma forma, con un comunicado que pidió al gobierno desplegar todos los esfuerzos posibles para superar la situación causada por la detención de Pinochet para que declare ante la Justicia española. Pero en los grupos contrarios al régimen de Pinochet, las reacciones fueron de alegría. "Para nosotros es una muy buena noticia... Esta es la posibilidad que tenemos los familiares de detenidos-desaparecidos de que él sea interrogado y pueda responder acerca del destino de nuestros seres queridos", dijo Vivian Díaz, vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Entre tanto, el arresto de Pinochet se convirtió en una mortificación para el gobierno chileno, que se vio forzado a protestar ante un gobierno amigo para defender a una figura que tradicionalmente han visto como su adversario interno. De hecho, el ministro de Relaciones Exteriores, el socialista José Miguel Insulza, quien ha tenido a su cargo las gestiones diplomáticas en defensa de Pinochet, fue enviado al exilio por el régimen militar. En las últimas dos semanas, el gobierno chileno se ha visto sometido a la vergüenza internacional del cuestionamiento a uno de sus militares a cargo de la operación de paz en la frontera entre India y Paquistán. El afectado en este caso fue el general Sergio Espinosa, cuestionado por la ONU por denuncias en Chile acerca de que integró un tribunal militar que sentenció a muerte a adversarios del régimen militar, y dirigió un pelotón de fusilamiento.
PINOCHET SIEMPRE HABIA TENIDO RELACIONES CON GRAN BRETAÑA Poemas de amor y una canción desesperada
Por Rory Carroll
Tiene que haber sido todo un shock, entonces, cuando el viernes fue arrestado en su cama de hospital el viernes por la noche. Aunque el noviazgo de Pinochet con Gran Bretaña se remonta a muchos años atrás, el matrimonio se consumó en 1982 cuando ayudó a Mrs. Thatcher a derrotar a Argentina en la Guerra de Malvinas. A partir de entonces, visitó Gran Bretaña anualmente, a veces de shopping para comprar armas, pero más a menudo casi por simples relaciones públicas. Nunca mostró ninguna preocupación por los exilados chilenos que clamaban por los crímenes cometidos durante su régimen. Antes de su detención la semana pasada, su relación con Gran Bretaña parecía inconmovible. Compró sus corbatas en Harrod's e hizo compras en Fortums and Masons. Le gustó mucho que el principal vendedor de Burberrys no tuviera problemas en reconocerlo. En los últimos meses cenó en el Hammersmith's River Café. El personal lo atendió sin comentarios, pero después donó la propina a Amnistía Internacional. Con su esposa Lucía, Pinochet visitaba regularmente el museo de cera de Madame Tussaud y --como corresponde al ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas chilenas--, el Museo del Ejército Nacional. Lo más sorprendente de todo fue la apreciación de algunos británicos de todo lo que había logrado Pinochet. Mrs. Thatcher, la ex primera ministra y compañera a la hora de tomar el té, envió un asistente a que pasara seis meses estudiando el "milagro económico" de Pinochet. El dictador ya era un monetarista antes de que ella lo intentara, mató la inflación y convirtió a Chile en un "tigre" sudamericano. Algunos periodistas ingleses de derecha olvidaban con mucha facilidad las atrocidades para exaltar al que había sido un cadete mediocre. La relación entre la baronesa Thatcher y Pinochet era lo suficientemente íntima como para que éste le enviara flores y chocolates cada vez que visitaba Gran Bretaña. Hasta la semana pasada el Ministerio de Relaciones Exteriores Británico, el Foreign Office, clasificaba sus viajes como "visitas privadas". Y por lo tanto no se necesitaban visas. Habitualmente se alojaba en un hotel cinco estrellas en Park Lane, preferido por europeos ricos. Pinochet también venía por negocios. En 1995, British Aerospace lo agasajó durante una semana por la decisión del Ejército chileno de construir un misil con su tecnología. De hecho, la tecnología británica fue muy útil para que Pinochet ganara el poder. Fueron aviones Hawker Hunter los que en 1973 bombardearon el Palacio de la Moneda donde todavía se guarecía el presidente Salvador Allende.
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