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El público vio cine argentino

La protesta de las entidades cinematográficas contra la posible reducción presupuestaria sumó ayer espectadores interesados y apoyo político.

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Por Cecilia Bembibre

t.gif (67 bytes)  Desde el mediodía, la soleada vereda de Santa Fe estaba copada por una fila de gente que sacudía moneditas. Faltaba una hora para el inicio de una jornada de films gratis en apoyo al cine nacional, en la sala del Grand Splendid, y ya habían llegado estudiantes, técnicos, directores, y sobre todo espectadores, que esperaban la primera proyección Cenizas del paraíso, de Marcelo Piñeyro. Las moneditas eran para el impuesto obligatorio, de apenas 65 centavos. La función comenzó con un comentario del director a un público de alrededor de 300 personas, dentro de la sala. El programa continuó con Martín H. (Adolfo Aristarain), Pizza, birra, faso (Caetano/Stagnaro), El viento se llevó lo que (el preestreno de Alejandro Agresti) y La sonámbula (Fernando Spiner), hasta redondear hacia la medianoche una cifra final de más de dos mil espectadores. Los trabajadores de la industria del cine organizaron esta jornada como protesta frente al recorte previsto del presupuesto del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales. La precandidata presidencial de la Alianza, la diputada Graciela Fernández Meijide, recibió a una delegación integrada por directores, actores y técnicos en el bloque del Frepaso, en el Parlamento, mientras en el cine elegido comenzaba el maratón de películas.

El público que llenó casi todas las funciones estaba al tanto del problema. "Estamos acá para apoyar al cine argentino", dijo María Arribas Hernández, 67, incluyendo a su amiga, Elsa Rodríguez (50), que descontaba, sentada en los escalones, los sesenta minutos que restaban para el comienzo de Martín H. "Pienso verlas todas", acotó Rodríguez. A su lado, la gente hacía cola para firmar unas planillas, en solidaridad con el cine nacional. "Me enteré por el diario y quiero aprovechar la oportunidad de venir al cine. Aunque algunas ya están en video, no es lo mismo", comentó. Hernández coincidió: "Me encanta el cine, voy siempre que puedo. Los miércoles, por supuesto. Me gustaría que se ocupara de la cultura gente que ame y se interese por ella, que tengan pasión por lo que hacen, y no políticos".

Afuera, en el hall, varios grupos se presentaron en apoyo a la propuesta. A los responsables de las películas (salvo Agresti, que mantuvo una conflictiva relación con la organización de las jornadas) se sumaron, Lita Stantic, Susú Pecoraro, Juan Carlos Galettini, Luis Brandoni, Alan, Gastón y Nicolás Pauls, Soledad Villamil, Mauricio Dayub, Thelma Biral, Pepe Novoa, Thelma Biral, Víctor Laplace, varios integrantes de la comisión directiva del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA) y Darío Grandinetti. Algunos de ellos habían asistido a la reunión con el bloque del Frepaso en el Congreso. Allí, Salvador Sammaritano, Jorge Marrale, Beda Docampo Feijoo, Julio Raffo y Lita Stantic entre otros, se vieron, además de con Fernández Meijide, con la responsable de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Irma Parentella. Meijide reconoció la justicia del reclamo, y afirmó que su bloque parlamentario no aprobará el recorte previsto para 1999. A instancia suya, las entidades enviarán cartas a los miembros de la asamblea general del INCAA, urgiéndolos a tomar una posición frente a la política del organismo dirigido por Mahárbiz.

"Me parece positivo, dentro de lo posible, que la gente llegue a apoyar la movida por el recorte", afirmó el director Spiner a Página/12. El responsable de La sonámbula permaneció en la puerta del cine hasta el inicio de su película y después agradeció la concurrencia. "Se está pensando en empezar a hablar sobre si tiene sentido que haya cine argentino. Si las cosas siguen así, pronto vamos a preguntarnos si tiene sentido que haya diarios, libros, que preserven la tradición y el idioma. Es una locura", razonó. Al presentar su película, horas antes, Aristarain había agradecido la presencia de los espectadores, y alertado sobre los riesgos del recorte, instando a la defensa de un cine nacional autogestionado y autofinanciado. Con un promedio de algo más de 300 personas por función para las primeras, y una concurrencia masiva según oscurecía --sobre todo a la de Agresti, un preestreno--, la gente demostró que quiere seguir viendo cine argentino.

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