La leyenda de un indomable
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Por Fernando D'Addario
Unos y otros se sorprenderán. Al menos, si Beck cumple lo que dijo en entrevista telefónica con Página/12, desde su estudio de Londres. "Voy a tocar todos temas nuevos, que no salieron en ningún disco, y que ni siquiera tienen nombre", contó. "Es un buen desafío, tanto para mí como para el público, que se va a encontrar con algo distinto. Inclusive, después de que me vaya de Buenos Aires voy a volver a Londres para terminar de darles forma a las canciones que serán incluidas en mi próximo disco". Claro que, si se habla de Beck, más allá de sus coqueteos con la actualidad, conviene remitirse al pasado. En ese viaje por la historia del rock no pueden quedar afuera los Yarbirds, el grupo británico que a mediados de los 60 supo predecir todo lo que vendría en el pop y el rock, con premoniciones hippies, guiños psicodélicos y bases bien sentadas en el blues. Ya por entonces, Beck rompía con los estereotipos del modo correcto de tocar. Sustituyó al purista Clapton, y como para dejar bien establecidas las diferencias, pobló los escenarios y las salas de grabación con efectos distorsivos y sonidos extraños para el oído convencional. En 1967 formó el Jeff Beck Group, un supergrupo integrado además por (nada menos) Rod Stewart, el stone Ron Wood y Nicky Hopkins. Hay quienes consideran que la diferencia entre este grupo y Led Zeppelin consistió en que el de Page y Plant funcionó realmente como banda y el de Beck se diluyó en rencillas tontas que terminaron opacando lo que amenazaba ser el gran suceso del rock inglés. Luego formó un power trío con Tim Bogert y Carmine Appice y más tarde incursionó en la fusión con suerte despareja. Lo mejor de esta época es Blow by blow, producido por George Martin, un impecable disco instrumental. "Aunque no me guste la palabra, sé que me consideran un clásico --reconoce Beck--. Y sé también que ante el estado de confusión general que hay hoy en día en la música, se siguen nombrando a los mismos cuando se habla de algo serio, que perdure. Los nombres de Jimmy Page, Eric Clapton o Michael Jackson, aun con distintos estilos, van a estar siempre. En cambio... hay tantas bandas y solistas que sacan un disco hoy, venden tres millones, y al año siguiente te olvidás". La mención de Michael Jackson no es antojadiza. Siente una profunda admiración por él, e inclusive contrató a su histórica guitarrista, Jennifer Batten, para que la acompañe en los conciertos. El guitarrista no es de aquellos que se dejan llevar por la autocomplacencia: "Cuando escucho discos como Truth o Beck-Ola, que otros consideran que son grandes trabajos, no me reconozco. Me parece que fuera otro el que está tocando. Y eso es malo y bueno para mí. Por un lado, sería interesante poder disfrutar de cosas que en su momento me hicieron feliz. Pero al mismo tiempo, el hecho de no reconocerme implica que he ido cambiando constantemente". Y por último, una declaración de principios: "Yo puedo inclinarme hacia el jazz, o el soul o el funk, pero en mis venas corre sangre de rock and roll. Eso es una especie de información genética que no se pierde nunca. Si la perdés, es porque nunca la tuviste". Mientras Page sigue de vuelta con Plant, y Clapton se esfuerza por parecer cada día más convencional, Beck está en la suya. Aunque algunos distraídos pregunten si tiene algo que ver con el otro Beck, el de Mellow Gold, aunque sus discos no alcancen la certificación de platino. El hombre, según parece, disfruta de su falta de tacto para seducir al show business.
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