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“Al representar a Lorca resulta inevitable meterse con al amor”

El dúo Juan Carlos Gené-Verónica Oddó estrena mañana “Aquel mar es mi mar”, su quinta obra basada en trabajos del literato.

La dupla define este trabajo como de un humor más suelto que otros.
De cualquier modo, partieron de otro espectáculo, “Yo tenía un mar”.

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Por Hilda Cabrera

t.gif (67 bytes) Lorquianos fieles, la actriz y directora chilena Verónica Oddó y el autor, actor y director Juan Carlos Gené estrenan mañana en la sala del Celcit (Bolívar 825) Aquel mar es mi mar, “recreación de un modo de trabajar” y producto de un nuevo acercamiento a Federico García Lorca. El espectáculo lleva la impronta de Yo tenía un mar, que presentaron en 1994 en el San Martín, mientras Gené era director de ese teatro. La intención es ahora “incorporar lo que está en el inconsciente en este momento”. La base: el teatro, la poesía y toda la otra producción de Lorca, incluidos ensayos, conferencias y cartas (el título está tomado de una de éstas). Según Oddó, a cargo de la dramaturgia, el nuevo trabajo presenta situaciones menos lineales y de humor más suelto: “Una escena se interrumpe –porque sí, como en los sueños– y aparece otra, totalmente distinta”. Quienes vieron el anterior se encontrarán con otro.
“La geografía ha cambiado, y también otro era el tiempo del que disponíamos para estrenar y saludar a Lorca en sus cien años”, puntualizan en una entrevista con Página/12 Gené y la actriz, aquí también encargada de la musicalización y la dirección, con asesoramiento general de Carlos Ianni, director de la sede local del Celcit, sigla del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral. Este es el quinto espectáculo que presentan sobre el poeta granadino. Los anteriores (algunos estrenados con el venezolano Grupo Actoral 80, fundado y dirigido por Gené en el exilio), fueron, además de Yo tenía un mar, Memorial del cordero asesinado (1987 y 1990), Cuerpo presente entre los naranjos y la hierbabuena (1990) y Las delicadas criaturas del aire (1993).
–En la presentación de este trabajo se dice que las palabras son piezas de un juego que expresan los encuentros y desencuentros entre el hombre y la mujer... ¿Cómo es eso?
–Desde ya lo más importante es el lenguaje de Lorca. De qué manera este decir con tanto cuerpo, con tanta tierra, habla sobre el amor, que es algo físico como la enfermedad y alado como lo más sublime. El oscila por estos rumbos. Por eso, al tomar sus textos, al representarlos, resulta inevitable meterse con el amor. Ahora, acá, los actores somos Juan y yo... Este camino no es deliberado. En realidad, no nos sentamos a pensar qué nos gustaría hacer. Calculamos sí el tiempo que teníamos, con qué elementos contábamos, y emprendimos esta celebración en la salita nuestra. Nos pareció que el tema del amor era un buen pretexto, porque es un intríngulis del que se seguirá hablando siempre, y no solamente del de una pareja. También el que surge de la relación mamá-hijo y papá-hija, que es bien complicada. La relación hombre-mujer vista como dos verdades, y sobre todo eso tan propio de la obra de Lorca, que es el hombre como el gran ausente pero al mismo tiempo el motivo de todo (Oddó).
–¿Creen que no hay personajes masculinos importantes en la obra de Lorca?
–Es realmente así, no los hay. En Lorca, el hombre es el que falta en la casa. Los grandes personajes son femeninos: en La casa de Bernarda Alba, La zapatera prodigiosa, Así que pasen cinco años. Este fenómeno lo observo también en Ibsen, aunque no de la misma manera. Las mujeres de Ibsen son gigantescas. En Lorca impresiona la complejidad y el conocimiento entrañable que tiene del mundo femenino, la devoción que traduce su obra (Gené).
–Y el espanto, también. Un personaje de ésos es Bernarda Alba. Me recuerda a esas abuelas, mujeres férreas paradas sobre la realidad, manejando las cosas “como deben ser”, teñidas de un cristianismo a ultranza que le daba el rumbo a todo. La mujer en sus obras está presente como lo están los árboles en la geografía. Pero Lorca murió a los 38 años, y no sabemos qué podría haber escrito después (Oddó). –¿Cómo trabajaron los textos?
–Nos seducía un discurso y lo tomábamos. Lo sacábamos del contexto original y lo convertíamos en acción (Gené).
–En este caso no hemos pensado en personajes (el material no es solamente sobre piezas teatrales), sino que hemos puesto la palabra como lo más refulgente, y buscado la acción que da origen esa palabra (Oddó).
–En este espectáculo nos tomamos mayores licencias para desarrollar el juego teatral. Buscamos la complicidad del espectador. La puesta se generó en el mismo espacio pequeño del Celcit donde hace más de 10 años que organizamos talleres y donde este año presentamos espectáculos en continuado. Aquel mar es mi mar es de alguna manera un paso más para afirmarlo como salita, otra de las muchas alternativas que están apareciendo, a pesar de las dificultades (Gené)
–¿De dónde sacan la tenacidad?
–¿Y qué haría uno si no? Una particularidad de los países como el nuestro es que avanzan culturalmente sobre el esfuerzo creativo de la gente, que trabaja independientemente de cualquier interés económico. En Buenos Aires, la mayoría de los espectáculos nace de la necesidad que tiene la gente de expresarse. Se presentan en salas pequeñísimas, con sistema a la gorra, gratis... (Gené)
–Es que el teatro se convierte en eje. Nos da sentido. Lo veo en los más jóvenes cuando tienen un proyecto teatral. El proyecto es ley. Más allá de que se ganen la vida en otra cosa, el teatro les permite “actuar” con los demás. Genera grupos de vida (Oddó).
–Y ustedes ¿qué piensan hacer con este Lorca?
–Pensamos reponerlo y llevarlo de gira por el Gran Buenos Aires. Probablemente a Rosario, Córdoba... (Gené)
–A Lorca se lo quiere mucho en la Argentina. Creo que su estadía dejó un recuerdo maravilloso. Me pareció precioso lo que ocurrió hace unos días en casa cuando un cerrajero vio a mi hija leyendo una biografía sobre Lorca y dijo “gran chabón ése”. Lo he comprobado. En otros lugares se lo conoce mucho, pero acá su presencia quedó en el aire (Oddó).

 

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