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LA LARGA HISTORIA DE LA SERIE DE CORTOS “HISTORIAS BREVES III”
La culpa de todo la tiene el presupuesto

Los 17 trabajos premiados en un concurso del que participaron 500 guiones están parados por los problemas de presupuesto del Instituto. Originalmente debían ser proyectados en el Festival de Mar del Plata, en noviembre.

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“El fuelle”, de Gustavo Macri, cuenta la niñez de Aníbal Troilo.
Su director espera el pago de la última cuota del Instituto para terminarlo.

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“Nostalgia en la mesa 8” narra una huelga de futbolistas en los ‘40.
El director Andrés Muschietti aún no pudo pagar a sus actores.
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“Zapallares”, del director de actores y docente Carlos Monroy.
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Un grupo de los directores perjudicados por la situación, reunidos para una entrevista con Página/12.
Gustavo Esteban (izq.) sostiene una caja de pizza con una cinta igual a la que ya debería haber entregado.

Por Máximo Eseverri

t.gif (67 bytes) “No hablamos de un negocio que salió mal: hablamos de los sueños de diecisiete realizadores que no se pueden concretar”, se queja uno de los directores ganadores del concurso Historias breves III. Los diecisiete trabajos premiados en la edición 96-97 del concurso organizado por el Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales estaban ideados para ser proyectos en el Festival de Mar del Plata, entre el l2 y 21 de noviembre. Sus directores ya han perdido toda esperanza al respecto. Temen algo peor: que nunca lleguen a verse. Después del suceso que fue Historias breves (1995) y luego, con más moderación, Historias breves II (dos largometrajes, 1996), tanto los noveles directores como la industria y hasta el público estaban empezando a responder con entusiasmo a esta nueva modalidad de hacer cine, que permitía mostrar las nuevas tendencias de la producción nacional. Además de haber conseguido más de 30.000 espectadores aquellos cicló proyectaron realizadores como Bruno Stagnaro y Adrián Caetano (Pizza, birra, faso) y Daniel Burman (Un crisantemo estalla en cincoesquinas). Pero este año, el recorte de los créditos que otorga el INCAA amenaza con volver el contador a cero. De los diecisiete ganadores de un concurso en el que participaron más de 500 guiones, ninguno ha recibido la totalidad de las cuotas que otorga el Instituto. Incluso muchos de ellos no han recibido pago alguno, así que tampoco han podido iniciar el rodaje. Como en la edición anterior, los premiados recibían 40.000 pesos en cuatro cuotas: tres de 12.000 y una última de 4000 contra la presentación de la película. Los más afortunados lograron alcanzar la tercera cuota y la mayoría, con dos pagos pendientes, están siendo presionados por las deudas con técnicos y laboratorios.
“En julio nos avisaron que ya no cobraríamos en el INCAA, sino en el Ministerio de Economía. Pensamos que era un simple cambio de trámites, pero en realidad se trataba de que no iban a liberar más cuotas”, explica Marco Grossi, director de La media medalla. Su situación es “privilegiada”: le falta sólo la cuota final. No puede terminar los procesos de posproducción y ya perdió contactos para participar en festivales internacionales como el de Amiens. Gabriel Lichtman, director de El séptimo día, es uno de los que decidió empezar a mover las aguas para obtener una respuesta: “Pedimos entrevista con Mahárbiz y nos la dieron con Patricia Moro, la directora del CERC (la escuela de cine del Instituto). Ella nos ofreció comunicarse con los acreedores para explicarles la situación, pero hasta ahora no han llamado a nadie. Las palabras de las autoridades del Instituto son siempre ‘la semana que viene...’ Hasta hoy, nunca recibimos una respuesta oficial”.
“Iban a ser dos largometrajes a presentarse en Mar del Plata. Nos decían que apretáramos los rodajes para llegar a tiempo, y ahora somos nosotros los que tenemos que presionar para llegar a esa fecha”, dice el cordobés Fernando Krichmar, productor de Lara y los trenes, dirigido por Santiago Loza. Con dos cuotas pendientes y deudas varias, el director debió volver a Córdoba para trabajar en una empresa de seguros. Peor es la situación del mendocino Gustavo Esteban, realizador del corto de animación Del 20. “El último viaje que hice fue para firmar el convenio y cobrar la primera cuota. Desde julio que estoy en Capital.” Luego de un tiempo en el que llegó a comer una vez por día, hoy trabaja repartiendo pizzas en moto sin conocer la ciudad.
Para Lichtman “más allá del conflicto legal, el problema queda en manos del realizador, su palabra y su imagen. Por una cuestión ética, no se le puede decir a todos que se vayan a quejar al Instituto”. “Quedás mal en dos o tres laboratorios y con la gente que adhiere a tu proyecto antes de empezar una carrera”, agrega Krichmar. Martín Romanella, el director de Candela, es uno de los que quedó peor parado: “Nunca me liberaron cuotas desde agosto. Conseguí locaciones y actores, pero con la falta de plata todo se desarmó: la casa para filmar se alquila, el coche prestado sevende, el actor consigue cosas nuevas... Tenía que rodar en Ensenada, organicé todo con las autoridades, pero después el que quedó como desorganizado fui yo y no el Instituto”.
Más que una política gremial, los une el deseo de terminar con sus proyectos de una vez. “Frente al embanderamiento con la juventud que siempre realiza el Instituto, nosotros queremos recordarles que somos los más nuevos del nuevo cine argentino, y que sólo pedimos terminar nuestras películas y cancelar las deudas que tenemos”, sintetiza Gustavo Macri. Para Krichman “a diferencia de los directores reconocidos que consiguen la plata por otros canales, nosotros lo hicimos después de ganar un concurso en el que participaron 500 tipos. Les dijimos (a los dirigentes gremiales) medio en broma que como forma de protesta se podía cortar la ruta 2 y se revolvían en la silla. ‘La ruta todavía no’, nos decían”.
“Es el grotesco: recibir un premio para quedar endeudado”, reflexiona Carlos Monroy, director de Zapallares. A él le falta la última cuota para hacer el sonido pero no puede entregar el corto si antes no paga sus deudas. Tiene hipotecada su casa como garantía. La deuda global es de unos 300.000 pesos. 340 profesionales técnicos y actores reconocidos trabajaron por sueldos de entre 500 y 700 pesos.

 


 

¿DE QUE SE TRATAN LOS NUEVOS TRABAJOS?
Para los paladares más diversos

t.gif (862 bytes) Unas breves historias de algunas de las nuevas Historias Breves:
* Del 20 del mendocino Gustavo Esteban, 25 años. Animación de la historia de un compadrito de los años ‘20, cercana a “lo que podrían ser fotos antiguas en movimiento”. Esteban comenzó trabajando en súper 8 y realizó un filminuto (un film de un minuto) con la indemnización de un sueldo bancario. Este es su primer trabajo en 35mm, con dibujantes y animadores de Mendoza y Capital.
* El séptimo día de Gabriel Lichtman, 23 años. Argumental sobre una situación en un templo judío un viernes por la noche, con auspicio de la AMIA. Lichtman estudió en la Fundación Universidad del Cine (FUC), gracias a la cual pudo completar varios procesos del film. Antes, pensaba gestionar un crédito en el Banco Mayo. Realizó los cortos Lilith y Random.
* El fuelle de Gustavo Macri. Este estudiante de Diseño de Imagen y Sonido de la UBA y realizador de varios trabajos en video y en fílmico rodó la infancia de Aníbal Troilo con ambientaciones en los ‘20 y los ‘40, música original de Walter Ríos y escenas con más de cien extras. Como varios, su corto está parado en posproducción.
* Familia Fortone de Guido Lublinsky. Con guión de Roberto Ibáñez, cuenta la historia del dueño de una inmobiliaria que descubre que en su mausoleo familiar vive una persona. Lublinsky es estudiante de la FUC, fotógrafo e iluminador y fue eléctrico en films como Pizza, birra, faso. Filmó en el Cementerio de Olivos y en lo que era Argentina Sono Film.
* La media medalla de Marco Grossi, 36 años. Fue ganador en la categoría “independiente” y se desempeña como compaginador digital y docente. Como muchos, él lleva la media medalla de los de la clase que viajó o estuvo a punto de viajar a Malvinas, e hizo una historia sobre ella. Cuenta la vida de un ex-combatiente que vive en la calle. Este es su trabajo más importante.
* Lara y los trenes del cordobés Santiago Loza. Hizo un documental sobre la Mona Giménez llamado Mona, una mirada sobre fenómeno de la bailanta, y otro llamado Noche y día sobre un internado cordobés. Lara... es la historia de chica que cuida una anciana en un pueblo devastado. La mayor había estado en un campo de concentración durante la 2º Guerra.
* Zapallares de Carlos Monroy, 40 años. Monroy viene del teatro y la dirección de actores, disciplina sobre la que dicta clases. Filmó en cárceles de Capital y del interior. En el corto, pinturas de mujeres realizadas por uno de los presos toman vida y revolucionan la cotidianeidad del penal.
* Candela de Martín Romanella. Como Macri, es estudiante de Imagen y Sonido. También es autor de dos novelas inéditas y trabaja como camarógrafo. Candela trata sobre un circo ambulante integrado por artistas de varios países latinoamericanos. Un hombre de la compañía se suicidará para que su amada pueda pasar una frontera sin ser vista por sus perseguidores.
* Nostalgia en la mesa 8 de Andrés Muschietti. Ambientado a fines de la década del cuarenta, narra un episodio olvidado de la historia del fútbol argentino: los jugadores de primera división habían decretado una huelga, y los clubes se vieron obligados a convocar jugadores amateurs para continuar el campeonato. Con la participación de Lito Cruz.
* Catering de Roberto Soto. Road movie sobre un viajante de comercio y sus fantasías. Es el único corto terminado, aunque todavía se le debe la última cuota del premio. El productor es Sebastián Sarquís, hijo de Nicolás (director y directivo del INCAA). Pronto participará del Festival Internacional de Bilbao.

 

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