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CRECE LA PREOCUPACION POR PERDER EL TRABAJO
La pesadilla de cada día

Una encuesta de la consultora de Rosendo Fraga la ubica muy por
encima de la inquietud por los bajos salarios. Con respecto al trimestre anterior, la preocupación por el empleo creció al doble.

Aunque no creció el índice de desempleo, las expectativas son peores a partir de la crisis.
Los sectores de fuerte generación de empleo –construcción, terminales, siderurgia– sufren complicaciones.

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Por David Cufré

t.gif (67 bytes) Las dificultades crecientes para conseguir trabajo vuelven a ubicar al problema del desempleo en el primer plano de las preocupaciones de los argentinos. Una encuesta del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, realizada durante la segunda semana de octubre, reveló que para el 55 por ciento de la gente la desocupación es el tema que más le desvela. En el sondeo anterior, de mediados de julio, el futuro laboral inquietaba al 29 por ciento de los consultados.
El brusco aumento se produjo a pesar de que el índice de desempleo se mantuvo en agosto en el mismo nivel que en mayo: 13,2 por ciento. Sin embargo, entre ambos relevamientos se perdieron 51 mil puestos de trabajo, aunque aquella tasa no varió porque menos personas salieron al mercado laboral a buscar ocupación.
“La perspectiva de dificultades económicas que plantea la crisis hace que la gente vuelva a sentir temor a perder su empleo”, señala el estudio de la consultora que dirige el politólogo Rosendo Fraga. Mientras ese motivo de alarma creció entre julio y octubre, disminuyó la elección del ítem “salarios bajos” como causa de intranquilidad. En julio habían señalado esa opción el 16 por ciento de los encuestados, en tanto que en octubre apenas lo hizo el 5 por ciento. “Esto se debe a que cuando la gente percibe que puede perder el trabajo, deja en segundo plano el aspecto salarial”, apunta el informe de la consultora.
“El temor al desempleo actúa como un fuerte disciplinador social, en razón de que la gente resigna derechos con tal de conservar su puesto”, interpretó en diálogo con este diario Héctor Valle, presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE). “Hay varios datos objetivos que explican el aumento de la preocupación por el desempleo. A pesar de que la economía creció entre mayo y agosto más de 6 por ciento, se perdieron 51 mil puestos de trabajo. Ahora el nivel de actividad se desaceleró. Además, sectores de fuerte generación de empleos, como la construcción, la industria automotriz y la siderurgia, atraviesan un momento complicado”, agregó el economista.
El especialista en temas laborales Ernesto Kritz, puntualizó que una consecuencia directa de este síntoma es “una retracción en el consumo”, debido a que “la mayor inseguridad laboral hace que la gente prefiera no endeudarse”. Eso no hace más que agravar el problema. “La economía ingresa en un círculo vicioso: las peores expectativas laborales repercuten sobre el consumo, que al bajar arrastra el nivel de actividad y eso lleva a que se sigan perdiendo puestos de trabajo”, completó Valle.
La encuesta de Fraga fue realizada entre 780 personas de la Capital Federal y el conurbano bonaerense. Muy por debajo de la desocupación, con un 55 por ciento, aparecieron como los principales problemas a resolver el de la corrupción, con un 12 por ciento, la delincuencia (6), la educación (6), los salarios bajos (5), las drogas (4), la jubilación (4), la justicia (4), la salud (2), la inflación (1) y los derechos humanos (1).
“Las perspectivas sobre el empleo son poco alentadoras. Con la economía creciendo al 2 por ciento en el ‘99, difícilmente pueda superarse el estancamiento en la creación de puestos de trabajo”, opinó el economista Roberto Lavagna, quien no descartó que, incluso, “continúe la destrucción de empleos”. Frente a este panorama, “el gobierno no puede quedarse de brazos cruzados”, sostuvo. “El punto central es generar condiciones para que las Pymes puedan desarrollarse. Una propuesta en ese sentido es que el Banco Nación se dedique exclusivamente a dar asistencia crediticia a ese sector”, recomendó.

 


 

“El modelo es excluyente”
Con crecer no basta

t.gif (862 bytes) Tres de cada cuatro personas que intentaron ingresar al mercado de trabajo en los últimos siete años tuvieron como destino el desempleo o subempleo, según revela un análisis realizado por el Instituto de Estudios y Formación de la CTA (Central de Trabajadores Argentinos). Mientras la variación anual media de la población económicamente activa entre 1991 y 1998 se ubica en el 2,6 por ciento, el aumento de los ocupados plenos apenas alcanzó al 0,5 por ciento.
El trabajo destaca que este fenómeno de insuficiente crecimiento de los puestos de trabajo pleno se observó justamente en un período de fuerte crecimiento del PBI, “con tasas difíciles de repetir y sostener” en el futuro. Con una elasticidad observada de 0,3 en la creación de empleo con respecto a aumento del PBI, “para compensar el aumento de la población económicamente activa se requeriría un crecimiento sostenido superior al 6 por ciento anual”.
Bajo estas condiciones, refiere el estudio realizado por Claudio Lozano, director de investigaciones de la CTA, “el problema del trabajo adquiere carácter estructural”, lo cual reclamaría ubicarlo en el centro de los objetivos de la política económica y no como un ítem subordinado o como un saldo de otras políticas.
“El punto central para evaluar el desempeño del mercado de trabajo es la creación de empleo pleno por parte de la economía”, explica el estudio. “Si la tasa de creación de empleo pleno supera o iguala el aumento de la población económicamente activa, puede afirmarse que el mercado laboral está operando dentro de una lógica de inclusión social”. Pero el estudio concluye que no es, precisamente, lo que está ocurriendo.
Al agregar al salario o la remuneración como materia del análisis, el estudio destaca que buena parte de la generación de empleo en los últimos años surgió de los programas oficiales con bajas remuneraciones, del orden de los 200 pesos mensuales. Las prestaciones del seguro de desempleo, así como el monto jubilatorio del grueso de los pasivos, giran también en torno a esa cifra, según recuerda el Instituto de Estudios y Formación de la CTA.
El análisis concluye que “se marcha hacia una sociedad con un salario básico de 250 pesos como base del sistema de distribución, un patrón de inserción social formulado desde el Estado que prefigura en estos tiempos de desintegración social un nuevo estatuto de derechos, que suple al nunca consolidado de las anteriores conquistas sociales y del salario mínimo, vital y móvil”.

 

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