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UN PARALITICO MANEJA UNA COMPUTADORA SOLO A TRAVES DEL PENSAMIENTO
El verdadero cerebro mágico

Es la ciencia ficción vuelta realidad: gracias a un implante cerebral, un paralítico en Atlanta puede enviar órdenes a una  PC con sólo pensar en ello y así comunicarse con los demás.

El implante abre la posibilidad de una nueva rehabilitación para enfermos con daños cerebrales.
El cerebro del paciente trabaja como si fuera un mouse: el cursor señala iconos con mensajes.

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Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (67 bytes) J.R., un hombre de 53 años internado en un centro médico de Atlanta estaba atrapado en una celda tan rara como torturante. Paralítico y privado del habla por un derrame cerebral, su cuerpo se hallaba atado a un pulmotor, aprisionando una mente inteligente y alerta que sólo contaba con el parpadeo como único recurso para expresarse. Pero gracias a una asombrosa invención científica, una parte sustantiva de su padecimiento, la imposibilidad de comunicarse, es cosa del pasado. Investigadores de la Universidad de Emory implantaron en el cerebro de J.R. un diminuto artefacto que amplifica sus señales y las reproduce en una pantalla de computadora. Ahora, J.R. controla la computadora mediante su pensamiento.
“Nos vemos más tarde. Ha sido un placer hablar con usted”, se despide ahora J.R., cuya identidad los médicos han preferido no revelar, con la voz sintetizada de la computadora. El implante ha causado gran euforia en el mundo de los neurólogos ya que abre la posibilidad de una avenida completamente nueva de rehabilitación para enfermos con daños cerebrales como los del paciente de Atlanta. Los científicos creen que en el futuro este tipo de enfermos podrá escribir cartas, mandar mensajes electrónicos, poner en funcionamiento la televisión y encender y apagar las luces de sus habitaciones, todo esto a través de la computadora.
Este es el segundo paciente que recibe este tipo de implante, cuya dimensión es comparable con la diminuta punta redonda de una birome. El primer caso fue una mujer con la enfermedad de Lou Gehrig, quien pudo controlar las señales de la computadora durante más de dos meses, antes de fallecer. “Lo que hemos hecho es lograr que un paciente que no podía mover sus miembros ni hablar se comunique a través de una computadora”, dijo el doctor Roy Bakey, quien junto con el doctor Phillip Kennedy crearon el artefacto. Y explicó: “Nosotros pedimos al paciente que piense en un movimiento. Esto envía una señal a la unidad implantada, la que a su vez manda una señal a la pantalla de la computadora. Es como operar un dispositivo para encender y apagar. La persona piensa acerca de la actividad, aumenta la actividad eléctrica del cerebro y esto envía un mensaje que controla el cursor”.
Bakey sintetizó el mecanismo diciendo que “es como si el cerebro del paciente trabajase como un mouse. En la pantalla de la laptop, el cursor señala iconos con mensajes. También puede trasmitir comunicaciones simples como “tengo hambre” o “tengo sed”.
Según el doctor William Friedman, jefe del Departamento de neurocirugía de la Universidad de Florida, el implante “abre un capítulo muy interesante en la rehabilitación de este tipo de pacientes”. Y otro experto, el doctor Warren Selman, del Hospital Universitario de Cleveland, opinó que “de todas las cosas que la gente pierde, lo que más asusta perder es la habilidad de comunicarse; saber lo que uno quiere decir y estar incapacitado para hacerlo. Pero éste es el primer paso que destraba esa imposibilidad”.
Sin embargo, Selman advirtió que esta tecnología se debía usar solamente con pacientes que tuviesen una parálisis permanente. “Sería detestable que se le pusiese un mecanismo así a alguien en una zona que va a recuperarse”, indicó.
El implante consiste en dos pequeñísimos conos vacíos de vidrio que están recubiertos por sustancias químicas neurotrópicas extraídas al paciente. Estas sustancias hacen que el tejido nervioso crezca dentro de los conos y haga contactos o sinapsis. “Son éstas las señales que nosotros percibimos. Es como tener una pequeña porción del cerebro aislada dentrode un vidrio. A partir de ese pedacito es que obtenemos la actividad eléctrica”, comentó Bakey.
Aunque ahora se puede comunicar, el pronóstico para J.R. es incierto. Esta semana fue puesto en terapia intensiva debido a problemas respiratorios. “Cuando empeora, no puede trabajar. La mente no funciona bien. Tampoco es fácil trabajar con él cuando está bien, pero estamos aprendiendo mucho de esta persona”, señaló el investigador.
Posiblemente, el año próximo habrá un tercer paciente al que se le inserte este implante. La elección del caso dependerá de lo que Bakey y Kennedy aprendan de esta experiencia con J.R. Ambos médicos han señalado, además, que la investigación, que comenzó hace unos doce años, no tiene grandes recursos económicos y por esta razón, la experimentación es lenta.
Hace más de una década que hay casos de paralíticos que se comunican con una computadora por medio del parpadeo, pero el implante de los médicos de la Universidad de Emory es una conexión directa cerebro-computadora, lo cual es completamente inédito y con un potencial que se estima muy rico.
Entre las tareas que un paciente paralítico podría realizar figuran tipear cartas y enviar e-mails. Bakey aspira a que estos enfermos puedan navegar por Internet “y comunicarse con el resto del mundo y viceversa”. No sólo eso, “también nos gustaría que puedan controlar su medio ambiente: encender y apagar la luz, mover la cama para que quede en la posición deseada, llamar a un asistente, encender y apagar la televisión. Nuestro máximo sueño es que algún día puedan movilizar aparatos ortopédicos, sillas de ruedas y hasta miembros ortopédicos”.

 


 

COMO LAS SEÑALES ELECTRICAS CEREBRALES SE CONVIERTEN EN MENSAJES A UNA PC
La revolución de las cibermentes

Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes) Algún día, un historiador de la ciencia pensará “qué rudimentaria era la trasmisión del pensamiento a fines del segundo milenio”, y pensará enviar, y su mensaje aparecerá en la cibermente de un colega en otro continente u otra galaxia. Su colega le contestará: “Es cierto, pero fíjese que fue la primera vez que lo lograron”. Esos hombres del futuro se referirán a experimentos como el que acaba de anunciarse en la Universidad de Emory. Rudimentario, ya que, por ahora, se restringe a un número limitado de mensajes que, como se explica en esta nota, se trasmiten de manera indirecta. Pero las perspectivas que inaugura son infinitas, al concretar el sueño de William Gibson en la célebre novela de ciencia ficción Neuromante: una conexión directa entre el sistema nervioso y la computadora.
Lo primero es tener presente que el cerebro, de por sí, produce señales eléctricas; son las que registran los electroencefalogramas. Más precisamente, “en conductas complejas como hablar o hacer cálculos, son distintas las áreas del cerebro que se activan por encima de su nivel basal; las neuronas expresan esta actividad como impulsos eléctricos llamados ‘potenciales de acción’”, explica el biólogo Andrés Lemoine, investigador en la cátedra de Biología del comportamiento de la Facultad de Psicología de la UBA, y observa que “el pensamiento tiene una base biológica concreta que se verifica en el cerebro: toda actividad mental implica cambios eléctricos y químicos”.
¿De qué manera los investigadores de Emory utilizaron esta base biológica para vincular la mente con la computadora? Silvano Zanutto –profesor en la Facultad de Ingeniería e investigador del Conicet sobre funciones superiores del cerebro– señala que “implantaron electrodos en el área del cerebro que controla los movimientos: la corteza motora. Estos electrodos permiten recoger las señales eléctricas del cerebro, amplificarlas y trasmitirlas a unas bobinas que a su vez, mediante una antenita, las emiten a la computadora”.
Hay que aclarar que no se trata de una trasmisión directa de pensamiento. Supongamos que el paciente quiere decir “tengo sed”. No es que, por sólo pensarlo, vaya a aparecer esa frase en la pantalla de la computadora: para expresar su sed, deberá traducirla a un código previamente convenido de señales motoras. Supongamos, tratará de mover su pie izquierdo: como tiene su cuerpo paralizado, el pie no se va a mover, pero la actividad eléctrica específica generada por ese pensamiento va a ser registrada por los electrodos: éstos trasmitirán la señal a la computadora previamente programada, donde el cursor se moverá hasta el icono que dice “tengo sed”.
Esto puede parecer poco pero, para un paciente cuya única actividad posible consiste en mover los párpados, puede ser muchísimo, y, sobre todo, abre perspectivas amplias, como la de llegar a manejar un código alfabético.
El electrodo no puede ir simplemente implantado en el cerebro sino que va en el interior de un cono en el cual el haz de neuronas elegido se introduce y se desarrolla: “Esto permite precisar el registro, ya que el cerebro tiene una actividad eléctrica muy compleja, con señales muy pequeñas y mezcladas: hay que separar bien la que interesa recoger y amplificar”, explica Zanutto.

 

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