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PALESTINOS E ISRAELIES ACORDARON EN WASHINGTON LA RETIRADA DEL 13% DE CISJORDANIA
El proceso de paz resurgió de las cenizas

Luego de 23 meses de estancamiento, el cumplimiento de los acuerdos de Oslo firmados por Arafat y el ex premier israelí Yitzhak Rabin está en marcha luego de un histórico pacto firmado ayer en la Casa Blanca.

Arafat, el rey Hussein de Jordania, Clinton y Netanyahu firman los libros para la foto.
El monarca jordano se estaba tratando de su cáncer en Estados Unidos y se sumó a las reuniones.

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t.gif (67 bytes)  Puso trabas de último momento pero finalmente firmó. El premier israelí Benjamin Netanyahu aceptó la retirada del 13,1 por ciento del territorio de Cisjordania, que pasará a ser parte de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El acuerdo firmado ayer en la Casa Blanca entre Netanyahu, el líder de la ANP, Yasser Arafat, y el presidente norteamericano, Bill Clinton, también concede a los palestinos autoridad total sobre otro 14,2 por ciento de los territorios que están actualmente bajo administración conjunta. Los palestinos no pudieron lograr un acuerdo para una tercera fase del repliegue israelí. Para este punto, se creará una comisión conjunta israelo-palestina. Para Clinton, que podrá usar este acuerdo como argumento electoral para las elecciones parlamentarias del 3 de noviembre, le espera “un futuro brillante” a la región de Medio Oriente.
Los voceros de la delegación palestina y de la Casa Blanca salieron ayer por la mañana a celebrar por anticipado el acuerdo. Pero la delegación israelí, que en su momento había amenazado la marcha de las conversaciones anunciando su vuelta a Jerusalén por la falta de avances, sacó un as de su manga: el caso de Jonathan Pollard, un espía israelí que se encuentra actualmente en una cárcel norteamericana. Netanyahu reclamó la libertad de Pollard a cambio del acuerdo y las autoridades estadounidenses se apuraron a prometérsela para más tarde.
Tanto los israelíes como los palestinos consideran que el tratado “es un buen acuerdo, que no hace concesiones” y que establece un marco en el cual los problemas que aún permanecen entre ellos pueden ser resueltos por vía de subsecuentes negociaciones. Estos problemas incluyen el caso de los 3000 prisioneros palestinos que están en manos de los israelíes, quienes sin embargo ya liberaron a 750 de ellos como parte del acuerdo. Las autoridades palestinas, por su parte, acordaron entregar parte de su armamento para que su policía finalmente respete los niveles de presencia “militar” en la zona que fueron establecidos por el tratado de Oslo de 1993. También acordaron eliminar las cláusulas antiisraelíes de la Carta de la Organización por la Independencia Palestina (OLP). Su líder, Yasser Arafat, aseguró además que “jamás volveremos a la violencia y a la confrontación”. Estos logros motivaron al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a declarar que “Israel y nuestra región son ahora más seguros” y a agradecer “personalmente” a Arafat.
Uno de los principales puntos que pueden generar trabas en el futuro es la exigencia israelí por un accionar más determinado y efectivo de la policía palestina contra los terroristas islámicos en su territorio, quienes declararon que el acuerdo “nunca socavará nuestras actividades”. Este tema fue el más conflictivo en la cumbre, ya que Netanyahu estaba obsesionado por obtener de Arafat garantías firmes de “seguridad”. En el acuerdo final se acordó que se implementará un plan específico de acción antiterrorista, en la que los palestinos serán dirigidos por la CIA norteamericana para arrestar a aquellos sospechados de terrorismo antiisraelí en territorio palestino, además de la detención de treinta de los terroristas más buscados por Israel.
Además, ambas partes acordaron no emprender “acciones unilaterales” -como la continuada inserción de colonos judíos en territorio palestino por Israel, o la declaración de un Estado Palestino Independiente por Arafat– que pudieran llevar a una renovación de los conflictos armados. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, anunció que las discusiones sobre el estatuto final de los territorios autónomos comenzarán en diez días.

 


 

UN EXPERTO ANALIZA LAS CONSECUENCIAS Y LANZA UNA ADVERTENCIA
“Pueden matar al premier israelí”

Por Pablo Rodríguez

t.gif (862 bytes) “Luego de los acuerdos de Oslo, a Yitzhak Rabin lo acusaron de ‘traidor’ y después lo mataron. Ahora, la extrema derecha vuelve a hablar de traición; ya sabemos quién puede ser la próxima víctima”, reflexiona Mario Sznajder, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén. De todos modos, Sznajder considera que la seguridad de Benjamín Netanyahu es “diez veces mayor” que la del ex premier israelí.
–¿Cuáles son las repercusiones que puede tener el acuerdo de paz en el marco político israelí?
–La primera consecuencia directa será el abandono del gobierno por parte de la derecha más extremista. El Partido Nacional Religioso y el Tzomet harán todo lo posible para quebrar al gobierno, pero sus actos serán fútiles. El líder del Partido Laborista, Ehud Barak, ya le aseguró a Netanyahu que le va a dar todo el apoyo parlamentario que necesite. De este modo, Netanyahu va a utilizar la estrategia del doble filo. Si hasta este momento se apoyó en la derecha religiosa para mantenerse en el poder, de aquí en más va a decir “si ustedes me abandonan, negocio un gobierno de unidad nacional con los laboristas”. Y, además, lo que hace con este movimiento es restarles poder a los mismos laboristas, de modo que se perfila en muy buenas condiciones para las elecciones que se realizarán dentro de dos años.
–Si el acuerdo es tan beneficioso para Netanyahu, ¿por qué puso trabas de último momento, como la liberación del espía israelí Jonathan Pollard?
–Es otro punto a su favor. Si Netanyahu logra traer a Israel a Pollard, se ganará muchos adeptos dentro del nacionalismo israelí. No hay que olvidar que Pollard es un extremista muy cercano a la derecha israelí. Y el logro es aún mayor para Netanyahu por el hecho de que, según la legalidad norteamericana, Pollard nunca hubiera sido liberado.
–O sea que para Netanyahu el acuerdo es un negocio redondo.
–No tanto. Varios sectores de la derecha ya acusaron a Netanyahu de “traidor”. Y cuando en Israel alguien es tildado de “traidor”, la situación se torna muy peligrosa. Esto es lo que le ocurrió al premier Yitzhak Rabin y así terminó. Puede haber grupos que quieran matar a Netanyahu, como los kahanistas, los seguidores del rabino Meir Kahane, un miembro encumbrado de la extrema derecha, teócrata y racista. Detrás de Kahane ya se puede estar planeando un asesinato. Claro que el tipo de protección que tiene Netanyahu es diez veces mayor que la que tenía Rabin.
—¿No existe un peligro similar del lado palestino con Yasser Arafat?
–El jeque Ahmed Yassin (líder de Hamas) ya declaró que para su organización el acuerdo es letra muerta, con lo que se puede esperar cualquier cosa. Pero Arafat también está muy protegido, y si lo llegan a matar, detrás de él está Abu Mazen. De todos modos, el peligro está centrado en Hamas o en Jihad Islámica. Ultimamente suele decirse que el liderazgo de Arafat está debilitado y que crecen las tendencias extremistas entre los palestinos. Pero ellos ya saben que la única vía por la que pueden obtener algún tipo de resultados es la política. Israel es más fuerte que los palestinos y que todos los árabes juntos. En cuanto a Arafat, es cierto que se le plantean dos desafíos importantes: cómo demostrarles a los palestinos que el acuerdo es una buena noticia para ellos y de qué manera implementar los compromisos contraídos con Israel en materia de seguridad y de represión de las acciones terroristas.
–¿Qué pasa si se firma el acuerdo pero por cualquier razón no se hace efectivo, como ocurrió con los acuerdos de Oslo?
–Bueno, ésta es una posibilidad real, en el sentido de que Netanyahu, ante el menor incidente, puede detener cualquier tipo de concesión y pedir más seguridad. Y existen muchas probabilidades de que esto ocurra porque tanto la Jihad Islámica como Hamas están desarrollando un nuevo tipo de terrorismo, donde importan menos los rehenes que los individuos. Esto es, los terroristas ya no se preocupan por negociar sino que quieren demostrarsu poder mortífero, atacando con bombas suicidas, con coches bombas, con lanzamiento de granadas, etc. Pero la Autoridad Nacional Palestina (ANP) va a hacer todo lo posible por controlarlos. No hay que olvidar que la ANP tiene un fuerte apoyo de la CIA.
–¿Cuál es el futuro de los acuerdos de Oslo, teniendo en cuenta que en mayo de 1999, según estos documentos, debe definirse el estatuto final de los territorios palestinos?
–La fecha límite del 4 de mayo de 1999 se va a postergar. Después, vendrán negociaciones para poner una nueva fecha para decidir el estatuto final. Cuando Arafat especulaba con la posibilidad de declarar unilateralmente un Estado palestino (en la Asamblea General de la ONU hace un mes), se trataba de un látigo contra Israel. Ahora, Arafat tiene menos necesidad de forzar las cosas que hace un mes.

 

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