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"¿Usted cree que un funcionario argentino puede enviar armas a Croacia sin que lo sepan y lo avalen los Estados Unidos?" La pregunta que presupone, sentido común mediante, una enfática respuesta negativa fue formulada a Página/12 por el abogado de uno de los involucrados en el escándalo del contrabando de armas. Planteada en forma asertiva la explicación es la segunda línea de defensa de los funcionarios del Gobierno. La primera es la más pública: negar todo. La subsiguiente, más "política", se formula como la pregunta del abogado que encabeza esta columna, en tono íntimo o en riguroso off the record. La triangulación de armas sería una consecuencia de las "relaciones carnales". El Gobierno cumplió una tarea oscura que le pidieron desde el Norte, una razón de Estado discutible desde lo ideológico pero no signada por la corrupción. Nuestros funcionarios, a estar a sus dichos susurrados, serían algo así como los comandos de la serie "Misión Imposible". Como recordarán los lectores memoriosos (o los que vieron la película con Tom Cruise) a esos agentes se les encomendaban misiones secretas, casi siempre en territorio extranjero e ilegales con la condición de ocultar cualquier relación con el gobierno. La frase que cerraba todo encargo era "como siempre, si usted llega a ser descubierto el gobierno negará toda relación con ustedes". La investigación de Daniel Otero que se publica hoy prueba, algo que ya se sospechaba: que es argumento pretendidamente salvador es una inconsistente coartada. El tráfico de armamento es un negocio descomunal y no "sólo" el lado sucio de un alineamiento internacional. Los funcionarios son algo distinto a los comandos de "Misión Imposible", condenados a quedar pegados si se pudría todo. La información aporta un dato más para redondear un cuadro de época: negocios de esta magnitud no pueden hacerse por un ala del gobierno tabicada de las demás. Aun en operaciones tan truchas hay expedientes, muchas reparticiones involucradas, segundones que conocen datos relevantes, filtraciones. En tales circunstancias es inimaginable que algún miembro del gabinete ignore qué está ocurriendo. Quienes eran por entonces titulares de Cancillería, de Defensa, de Fabricaciones Militares --a los que deberían sumarse los de Economía y Aduana a partir de lo que hoy se publica-- siguen tirándose la pelota, como jamás harían los protagonistas de "Misión Imposible". Pero lo que dicen es inverosímil. El Gran Bonete que protagonizan Erman González, Martín Balza y Luis Sarlenga es tan endeble como el que juegan, desde hace años, Alberto Kohan y Domingo Cavallo con relación a la hipercoima de IBM-Nación.
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