Un secuestro por encargo
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Por Lila Pastoriza El argentino Patricio Biedma, catedrático de la Universidad Católica de Chile y dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fue secuestrado en Buenos Aires, adonde se había refugiado tras la caída de Salvador Allende, en julio de 1976. Biedma, radicado en Chile desde que el general Onganía interviniera la Universidad Nacional, fue interrogado aquí en el centro clandestino "Automotores Orletti" que dirigía Otto "Dios" Paladino, por oficiales de la Inteligencia chilena (DINA). Su caso, no tan diferente del de los miles de jóvenes que tras los sucesivos golpes militares optaron en los 70 por la lucha armada, es uno de los que, en tanto víctima de la coordinación represiva instrumentada por el Plan Cóndor, esgrimió el juez Baltasar Garzón para lograr que hoy esté preso Augusto Pinochet. Diez años antes de su secuestro, en julio de 1966, cuando poco de después de derrocar al presidente Arturo Illia, el general Juan Carlos Onganía desata "La Noche de los bastones largos", Patricio Biedma tenía 21 años y estudiaba en la Universidad Católica porteña. Hijo de una familia acomododada, apasionado por la sociología, Biedma se solidariza con los castigados profesores de la Universidad Nacional y se opone a las medidas que el rector, Monseñor Derisi, implementa en su lugar de estudios. Unos meses después, junto con otros compañeros --entre ellos Fernando Perera-- partirá hacia Chile. "Por entonces --dice Eduardo, su hermano-- el interés político sólo se manifestaba en su elección de las temáticas sociales. Su militancia y cambio ideológico se irán dando luego en Chile". Allí se recibe de sociólogo y se casa con una compañera de facultad, la chilena Luz Lagarrigue, con la que tuvo tres hijos: Sebastián, Manuela y Nicolás. "En esa época ni soñaba con regresar a la Argentina --relata Luz--. Se recibió en la Universidad católica de Santiago y allí trabajó como profesor e investigador del Centro de Estudios de la Realidad Nacional. Hasta el golpe del '73, cuando lo expulsan de la Universidad. Nos arreglamos un tiempo, pero en 1974 es expulsado de Chile. Entonces nos vamos a Buenos Aires con los tres chicos, el menor de unos meses...". A esa altura, Biedma ya era un importante dirigente del MIR. La situación no era fácil en la Argentina de esos años. En 1975, Luz parte con sus hijos a Cuba, donde vivirá hasta su regreso a Chile. En los primeros meses de ese año, desaparece uno de los compañeros cercanos a Biedma, Jorge Fuentes Alarcón. Aunque no se supo entonces, los archivos paraguayos revelaron que el 16 de mayo era entregado en Asunción al coronel aeronáutico chileno Edgard Ceballos que lo llevará al "recinto" trasandino de "Villa Grimaldi". También allí irá a parar Edgardo Enríquez Espinosa, secuestrado en Buenos Aires el 10 de abril de 1976 junto con la brasileña Regina Marcondes, y visto primero en Campo de Mayo. De los tres dirigentes instalados en la Argentina, sólo queda Patricio Biedma. Ya hacia fines de 1975 estaban cercados por la DINA que operaba a sus anchas en Buenos Aires. Según el informe de la Comisión Rettig, "con fecha 23 de diciembre de 1975, o sea cuatro meses antes de la captura de Enríquez, la DINA ya tenía tendido el cerco alrededor de él y de varias personas más, ordenando a sus agentes en el extranjero su traslado a Chile, después de capturarlos." Patricio Biedma es secuestrado aproximadamente en julio de 1976. "No supe dónde fue. Hasta entonces me escribía una vez por mes --relata Luz--. Luego me enteré por un sobreviviente de Automotores Orletti que Patricio estuvo allí, que antes había pasado más de un mes en otro centro clandestino... Mi marido le contó que había sido detenido en un "operativo rastrillo", que lo interrogaba un oficial de inteligencia chileno y que él creía que lo llevarían a Chile. El testigo relató que cuando a él lo liberaron el centro estaba siendo desarmado y sólo quedaban allí Patricio y otro chileno. No hubo más rastros. En Chile nunca pude saber nada. Hay una causa judicial en Argentina. Pero nunca hubo efecto alguno. Hasta ahora, con Garzón. Es la primera vez en todos estos años. Y, bueno, asoma una esperanza, algo que brota de nuevo...". "NO INFLUIREMOS EN EL PROCESO", DICE ROBIN COOK Se complica la suerte del dictador
El asunto de los documentos norteamericanos sobre las dictaduras latinoamericanas, en particular la de Chile, generó algunas polémicas. Ante la inminencia del pedido de Garzón, 36 representantes del Congreso norteamericano pidieron la semana pasada a la Casa Blanca que entregue los archivos desclasificados que hay sobre el tema. Un editorial del diario inglés The Guardian sugirió en aquel momento que la no entrega de estos documentos obedecía a que el gobierno norteamericano no quería que el avance del proceso contra Pinochet derivara en el descubrimiento de la participación norteamericana en su dictadura. La Casa Blanca se limitó a responder diciendo que iba a colaborar en todo lo que podía. En Madrid, los abogados Joan Garcés y Manuel Murillo, que actúan en nombre de las familias de las víctimas de la dictadura pinochetista, presentaron ayer el expediente de extradición. El día de ayer era la fecha límite presentada por Garzón. La capital española también fue el escenario de una acto en el que unas 2000 personas se congregaron para exigir la extradición de Pinochet a España para su juicio por genocidio y terrorismo de Estado, en la causa que sigue el juez Baltasar Garzón. En Santiago de Chile, mientras tanto, 15000 personas se reunieron en la coqueta comuna de Las Condes para pedir la libertad inmediata de quien la derecha chilena llama "el Tata". Para hoy está prevista otra manifestación, esta vez contra Pinochet, en el Parque O'Higgins de la capital chilena.
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