Por Martín Granovsky desde Londres
El Reino Unido no
los recibió con agua hirviendo sino con un viento helado, y en lugar de las costas de
Quilmes tocaron tierra en un aeropuerto con la alfombra roja ya dispuesta y los atentos
saludos de Lord Saint John of Bletso, en nombre de Su Majestad. Fue el comienzo de lo que
la historia recordará como la primera invasión argentina, una venganza por 1806 y 1807
que se inició ayer con el desembarco del Presidente, cinco ministros, buena parte de los
secretarios, todos los jefes de Estado Mayor, setenta empresarios invitados, un número
impreciso de empresarios colados y decenas de periodistas. Todos estarán a su máxima
tensión hoy, cuando Menem homenajeará a los caídos en la guerra, almorzará con la
reina y pedirá negociar la soberanía sobre Malvinas.
Los invasores montaron su centro de operaciones en el hotel Claridges, en la zona
residencial de Londres, y sus armas fueron, según la especialidad de cada uno, el
celular, el micrófono y el grabador en cantidades desconocidas por estas islas.
El lobby del hotel concentraba a Carlos Corach con su telefonito, a Jorge Domínguez
confiando en que se flexibilizará el embargo sobre armas, a Martín Balza de
polera, con el estado físico de un adolescente, al embajador Rogelio Pfirter diciendo a
todos que la visita es histórica, al secretario Jorge Castro explicando que
Gran Bretaña es el segundo país en el mundo como fuente de inversiones argentinas
directas, a Eduardo Menem y Fernando Maurette estudiando cómo discutirán con los
parlamentarios y a los funcionarios de ceremonial arreglando una cena para Menem en un
restaurante árabe de Londres como si fuera un secreto de Estado.
Hoy será un día de reconciliación, pompa y un poco de circunstancias.
Por la mañana, Menem colocará flores en la enorme placa que recuerda a los caídos
ingleses en la guerra de Malvinas en la cripta subterránea de la catedral de Saint Paul,
que quedará cerrada al público para permitir la entrada de los invasores.
La pompa está programa para el mediodía, cuando el Presidente almorzará en Buckingham
con la reina. Los argentinos lucían francamente intrigados e intercambiaban temas de
conversación (ver aparte la sugerencia de Página/12 sobre caballos) para discutir con
Isabel II. Los ingleses preferían interesarse en cuestiones tipo Hola. A la medianoche ya
se conseguía en Victoria Station The Sun de hoy, miércoles, con una foto de Zulemita
enfundada en un vestido mini blanco, de sombrero y con un bouquet de flores en la mano
derecha, mientras la izquierda sostenía el brazo de papá presidente. El diario, en una
nota según la que Carlitos fue asesinado, sin vueltas, planteaba un serio
problema para el mediodía: ¿Zulemita besará a la reina? El protocolo lo prohíbe. En el
almuerzo estará el príncipe Andrés, el Principito helicopterista del 82. El
protocolo tampoco permite hablar de política. Ni de guerra.
Las circunstancias, por lo menos las diplomáticas, estarán presentes recién en el
discurso de Menem en Canning House. Un funcionario de la Presidencia confirmó el adelanto
de Página/12 de que ese mensaje marcará la definición pública más fuerte de la
visita, aunque pueda sonar irritativo a los oídos ingleses.
Menem señalará la legitimidad de los títulos argentinos de soberanía.
No planteará ninguna fórmula al estilo de la soberanía compartida. Sería entrar
en detalles sin la otra parte sentada a negociar, dijo a este diario un ministro,
olvidando que Menem y Di Tella desparramaron la propuesta en la Argentina antes de viajar.
Pedirá que, siguiendo las resoluciones de Naciones Unidas, los dos países se sienten a
negociar la cuestión pendiente de la soberanía. Quizás más atemperados, algunos de
esos puntos formarán parte de la reunión de mañana con Tony Blair, cuyos últimos
detalles ultimará hoy Di Tella con su colega Robin Cook.
Mientras la orquesta del Claridges tocaba No llores por mí, Argentina y Danubio
azul, otro funcionario de muy alto nivel que pidió reserva de su nombre fue consultado
por los principales puntos pendientes. Las conclusiones del diálogo:
* El embargo se extingue. Solo falta darle una buena muerte, porque ya sufre
enfermedad terminal.
uLa pesca es el tema más complicado. Los británicos protestarán contra el proyecto de
ley argentino que se propone limitar el monopolio de las licencias de pesca en manos de
los isleños. La Argentina está interesada en dejar de perder el dinero de las licencias.
Ambos países quieren firmar un acuerdo, pero sus términos no son visibles en el corto
plazo.
* El Reino Unido está interesado en votos específicos de la Argentina en Naciones
Unidas. Formarán parte de las conversaciones. No está claro si integrarán una
negociación explícita.
* La Argentina quiere ser sede de la secretaría del Tratado Antártico. Hablará otra vez
de ese deseo, que Londres veta.
* Si sale el caso Pinochet, Menem repetirá que se trata de un problema de Chile, España
y el Reino Unido, que confía en la Justicia inglesa y que apoya la transición
democrática en Chile.
Paradojas de la globalización, los invasores aterrizaron justo cuando la Confederación
Británica de la Industria anunció que el 99 será un año recesivo. Pueden
consolarse: las invasiones argentinas siempre llegaron, también, a los shoppings.
El caballerizo de la reina
Por M.G.
Si Menem quiere interesar verdaderamente a la reina durante el almuerzo, debería
conversar antes con el conde de Canarden como lo hizo ayer Página/12. Es el encargado de
manejar los reales caballos de carrera, que son la verdadera pasión de Isabel II y de
muchos ingleses, aunque en el caso de los súbditos lo que apasiona es apostar.
¿Qué trabajo hace como director de las carreras de la reina?
Dirijo a cuatro entrenadores y soy el responsable del rendimiento de 75 caballos.
¿Tiene que lograr que ganen?
Al menos trato. Le diré que los caballos de la reina ya corrieron unas dos mil
carreras. Ganaron las mejores y todos los clásicos menos el Derby.
El Derby es su mayor objetivo.
Así es. Sería muy importante.
¿Desde cuándo está con la reina?
Desde 1969. Mi padre era un experto en studs. Y quiero decirle que no recibo ningún
salario.
¿Lo hace sólo por placer?
Porque la reina es una gran mujer. Con ella nos encontramos desde hace muchos años
en los establos reales. Sabe cómo relacionarse con la gente y es una experta en establos.
¿Cómo lo reconoce usted?
Conoce todas las razas, todos los tipos y tiene una gran versación en pedigríes.
Se interesa por los caballos desde que nacen y sigue la evolución de cada uno.
¿La reina va a las carreras?
Cuando puede. O las graba. O las ve por televisión.
¿Monta?
Muy seguido.
¿Qué es lo más lindo de montar?
Que uno se concentra en algo al aire libre y se olvida de los
problemas. |
UN VETERANO DE GUERRA INGLES EN UN ACTO CON
MENEM
Será digno y solemne
Por M. J.
El
momento más simbólico de la visita de Menem a Gran Bretaña será el acto en la catedral
de Saint Paul esta mañana. La ofrenda floral que depositará el Presidente en el
monumento a los británicos muertos en la guerra tendrá todos los ingredientes necesarios
para simbolizar la reconciliación entre ambos países a 16 años de la guerra. Denziel
Connick, secretario de la South Atlantic Medal Association, la organización de veteranos
de guerra británicos, es uno de los invitados a la ceremonia. En diálogo con Página/12,
Connick, quien perdió la pierna mientras combatía en la batalla del Monte Longdon, se
refirió al acto y a la visita de Carlos Menem.
¿Qué espera del acto?
Será algo muy digno y solemne. Nosotros, los veteranos de guerra británicos,
consideramos que la idea de depositar una ofrenda floral es algo muy audaz de parte del
presidente Menem y estamos contentos y agradecidos de que lo haga. Porque queremos mejorar
las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña y entre veteranos de guerra de ambos
países.
¿Mantienen una relación con los veteranos de guerra argentinos?
La hemos mantenido a nivel individual. En mi caso fui a Buenos Aires hace cinco
años y estuve ante el hermoso monumento a los caídos argentinos en la guerra, donde
deposité una ofrenda floral. También me reuní con uno de los comandantes artilleros
argentinos de la batalla de Monte Longdon. Entre los dos calculamos que muy probablemente
él había sido el que apretó el gatillo que acabó con mi pierna. Fue un encuentro muy
emotivo, sin rencor. Los dos somos conscientes de que estábamos haciendo lo que debía
hacer un soldado que es obedecer órdenes.
¿Hubo debate en la South Atlantic Medal Association sobre la
conveniencia de ir a este acto en la catedral de Saint Paul?
La mayoría estuvo de acuerdo con la idea de participar en el acto. Sólo unos pocos
se opusieron.
¿Cuál es su opinión sobre el artículo que el presidente Menem publicó en el The
Sun?
Me pareció excelente. No lo vi como un pedido de disculpas. Lo vi como lo que
quería decir. Alguien que lamentaba que dos países que antes de 1982 tenían relaciones
excelentes fueran a la guerra. Una pena. Como dos amigos que tienen una pelea.
De modo que a su juicio es posible una reconciliación.
Creo que sí. Cuanto antes recuperemos la normalidad mejor. Eso ya está pasando y
nosotros saludamos estos intentos del presidente Menem de acelerar el proceso de amistad
entre ambos países.
Parece haber dos tipos de reconciliación. Me resulta imaginable sentarme en una
misma mesa con usted. No haría lo mismo con el general Videla o Galtieri.
No tenemos ese problema porque tenemos un saludable respeto por nuestros
comandantes. Este respeto es mutuo.
Algunos dicen que esta visita podría iniciar el camino para sostener negociaciones
sobre la soberanía de las islas.
Este es un tema sobre el que no tengo nada que decir. Los únicos que tienen voz
sobre ese tema son los isleños.
¿Pero usted se opondría a que se inicien discusiones sobre soberanía?
Sí. Tengo una posición muy firme al respecto porque se derramó mucha sangre en el
conflicto tanto argentina como británica. Pero reitero que los únicos que tienen que
decir algo a nivel político sobre esto son los isleños. No tengo nada más que agregar.
¿Cree entonces que una negociación sería una traición a los caídos británicos
en la guerra?
Sí.
¿Le parece que Margaret Thatcher tendría que haber participado del acto en la
catedral de Saint Paul?
Podría haber sido apropiado pero teniendo en cuenta que Margaret Thatcher no se
encuentra en el país, mejor no pensar en el asunto porque igual no le hubiera sido
posible asistir.
COMO CAMBIO LA MONARQUIA TRAS LA GUERRA DE
MALVINAS
Ahora dejó de ser sagrada
Por Marcelo Justo desde Londres
Cuando después de tantos
años de gestiones diplomáticas, hoy al mediodía el presidente Menem sea agasajado por
la Reina Isabel II con un banquete en el Palacio de Buckingham, tendrá a su lado a una
monarca deteriorada por los últimos 15 años de reinado, cuestionada por sus propios
súbditos e incierta respecto del futuro a largo plazo de una institución que parecía
indestructible. Varias propuestas hasta hace poco inimaginables sobre el futuro de la
realeza son discutidas hoy abiertamente por la sociedad británica: desde abolirla hasta
someterla periódicamente a referendo. La monarquía actual es la consecuencia de un
proceso de desacralización que curiosamente se manifiesta por primera vez con Margaret
Thatcher y la guerra de las Falklands, señaló a Página/12 en el curso de una
entrevista Anthony Barnett, constitucionalista y autor de El trono y el poder.
¿Cómo perciben hoy a la monarquía los británicos?
Hay una diversidad de percepciones en la sociedad británica. Mientras antes
existía unanimidad respecto de la monarquía y ser republicano era un escándalo, ahora
los sentimientos son muy variados. Diría que la mayoría de la gente prefiere mantener a
la monarquía pero como si fuera una presidencia hereditaria. Esto es importante porque
indica la presencia de una fuerte concepción secular. La mayoría ya no percibe a la
monarquía como sagrada: no la veneran como hace 15 o 20 años. Por supuesto que persiste
un 20 por ciento de la población que está patológicamente enamorada de la realeza. Y
también otro 20 por ciento que la odia.
¿Cuándo comienza este cambio de actitud entre los británicos?
El cambio se puede remontar a la guerra de Malvinas. Después de la guerra, Margaret
Thatcher fue a las islas, se vistió como la reina con un pañuelo en la cabeza y dio
medallas a los soldados. La reina estaba furiosa porque entregar medallas era función de
la reina, no del primer ministro. El hecho de que una primer ministro actuase de esta
manera fue una primera señal de la desacralización de la monarquía: era una manera de
indicar que el primer ministro era el jefe de Estado.
¿Esta actitud de Margaret Thatcher es síntoma o causa de este cambio frente a la
monarquía?
La monarquía fue la institución representativa de un imperio exitoso. Con la
Segunda Guerra Mundial el imperio se achicó y la monarquía se convirtió en un sustituto
de la Constitución más que en un símbolo del orden imperial. Este proceso empezó a
derrumbarse con el deterioro del matrimonio real. Pero esto no quiere decir que la
institución monárquica esté en crisis por lo que hicieron Carlos y Diana. La crisis de
la monarquía refleja la crisis de identidad de Gran Bretaña tras el fin del imperio. La
gente no sabe qué tipo de sociedad quiere: no sabe si quiere ser una sociedad
norteamericana o europea. Y el lugar que tenga la reina en el conjunto social depende en
gran medida de esa elección.
¿Qué papel juega la enorme fortuna que tiene la monarquía en su cuestionamiento?
No creo que la gente esté tan preocupada por este aspecto. Pero sí creo que el
dinero pasó a simbolizar esa voluntad de cambio que hay en la gente con respecto a la
monarquía. Un caso reciente ilustra muy claramente este proceso. En 1992 hubo un incendio
en el castillo de Windsor, residencia de la reina, en un momento en que las tasas de
interés estaban muy altas y la clase media estaba apretándose el cinturón. El gobierno
intervino y dijo que pagaba los gastos. Esto enfureció a la gente que sintió que ella
estaba aprovechándose de su posición. Hay que recordar que la monarquía contemporánea
empezó con los bombardeos nazis de la guerra. En ese momento la monarquía no se fue del
país. Se quedó en Gran Bretaña y generó así la ilusión de que compartía los mismos
sufrimientos que elresto del pueblo. El incendio del castillo, en cambio, marcó
claramente su posición de privilegio y la gente dijo no.
Se ha especulado mucho sobre la influencia que tuvo Lady Di en el cambio de
percepción social de la monarquía.
Creo que ella quebró el tabú. Lady Di no era una republicana. Pero abrió el
debate sobre el tema. Rompió el halo mágico que rodeaba a la familiar real. Creo que va
a ser muy difícil para la familia real recuperar eso. En este sentido, participó del
proceso de fondo que es un proceso de secularización de la monarquía.
Por su parte, el gobierno laborista de Tony Blair parece haberse aliado con la
monarquía...
Exactamente. El programa de reforma constitucional del primer ministro Blair es, a
la vez, dos cosas contradictorias. Por un lado contiene un fuerte radicalismo
constitucional, por la otra tiene algo conservador, como si deseara preservar lo mismo que
quiere cambiar. Se propone reformar la Cámara de los Lores, le da un Parlamento a
Escocia, pero a la vez mantiene a la monarquía intentando modernizarla. Al mismo tiempo
se intenta reformar todo el tejido histórico social británico y conservarlo.
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