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LAS MUJERES SOBRESALEN EN LOS LICEOS MILITARES Y EL MONSERRAT
Chicas en territorios machistas

En el Liceo Militar de Córdoba dos chicas pueden convertirse  en abanderadas. Algo similar sucede en el de Buenos Aires.  Y pese a las resistencias, se destacan en el Monserrat.

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Pamela Maldonado y Carolina Vanadía sobresalen en el Liceo cordobés. Podrían ser las primeras abanderadas mujeres de la institución.

Por Daniel Rolando desde Córdoba

t.gif (67 bytes) “Esta, como toda institución castrense, ha sido profundamente machista”: el reconocimiento parte del coronel Jorge Horacio Gómez Pola, director del Liceo Militar General Paz, de Córdoba, donde el próximo año egresará la primera promoción de mujeres. Lo notable es que en ese ámbito machista las niñas han brillado: dos de ellas corren en punta para ser designadas a fin de este año abanderada y escolta. “Evaluamos la incorporación de mujeres como muy positiva y para nada traumática”, dice Gómez Pola. La otra institución que, tras innumerables forcejeos, abrió en Córdoba sus puertas al género femenino fue el Colegio Monserrat. Lejos de aquella muletilla de los varones que más resistieron –”las chicas bajan el nivel”, decían– las conclusiones son similares: “En este primer año de incorporación de las niñas, se observa a través de la estadística de promedios que algunas superan a los varones en sus calificaciones”, dijo a Página/12 el rector Jorge Bovone.
Los liceos militares del país debieron reconvertir su oferta escolar, a riesgo de desaparecer luego de años de brindar una educación de sesgo militarista, para aggiornarse a la reforma educativa impulsada por el Gobierno y estar a tono con la incorporación de las mujeres a las fuerzas armadas. Con la desaparición del servicio militar obligatorio, las seis instituciones con asiento en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Comodoro Rivadavia, Santa Fe y Tucumán perdieron uno de sus mayores atractivos: salvarse de la colimba una vez cursado el cuarto año del viejo secundario. Las chicas fueron incorporadas a partir de 1995.
En la actualidad en Córdoba se cruzan imágenes antes impensadas: jóvenes vestidos de fajina listos para realizar ejercicios de artillería en los campos de tiro, con niños de cinco años de jardinero y cantimplora que conviven con niñas adolescentes, a quienes los cadetes de cursos menores deben hacer la venia al pasar. Es que los liceos militares de hoy ofrecen enseñanza inicial, ciclo básico y polimodal mixto con las características de doble escolaridad o internado semanal. “Fusiles y pintorcitos”, podría ser un slogan promocional para los liceos militares que de esta manera compiten mano a mano con los colegios oficiales y privados en la oferta educativa.
Pamela Maldonado y Carolina Vanadía dicen que gracias a sus esfuerzos intelectuales y físicos como “cadetas” (sus pares las denominan cadetes femeninos) serán parte de los 54 años de historia del Liceo Militar General Paz si conservan sus excelentes promedios –para 1997 fueron 9.93 y 9.94, mientras que el varón que más se les acerca llegó a 9.83– y acceden así a ser abanderada y primera escolta. La decisión se tomará una vez que se conozcan los promedios de este año, que para Maldonado y Vanadía son hasta ahora 9.84 y 9.83. De momento ocupan junto a Horacio Picca, Rodrigo García Possi y Agustín Felipe el cuadro de honor y la disputa por portar la bandera en los actos oficiales a lo largo de todo un año.
“No nos sentimos para nada diferentes de las demás chicas –dice Pamela que planea seguir la carrera de Ciencias Económicas–. Nuestras actividades fuera del Liceo son las comunes, salir con amigos, tener una vida en familia. Esto no es una prisión, es un ámbito académico y de formación humana”. Algo parecido dice su amiga Carolina, que piensa estudiar Psicología: “Esta es la mejor educación que me podían dar mis viejos. Influyó un poco mi papá que es ex liceísta, pero la decisión final fue mía. Me interesó particularmente la calidad académica, y el espíritu de cuerpo que se impone acá”.
La otra institución educativa de Córdoba que bajo la premisa de la igualdad de oportunidades educativas incorporó a las mujeres a sus aulases el finisecular Colegio Nacional de Monserrat dependiente de la Universidad Nacional de esta provincia. Por una iniciativa de la bancada estudiantil de Franja Morada, a partir de 1997 el Consejo Superior de la UNC eliminó lo que se consideraba hasta entonces una posición discriminatoria del colegio al brindar únicamente sus servicios educativos a los varones. Esto produjo una serie de reacciones de todo tipo en la comunidad educativa. Desde recursos judiciales rechazados uno a uno, abrazos simbólicos ante la “intromisión” de mujeres en el “sagrado edificio monserratense”, hasta la quema de muñecos que representaban al por entonces rector de la UNC, Eduardo Staricco.
Pero más allá de la opinión contraria de conspicuos monserratenses, docentes, padres y alumnos, que nunca pudieron explicar racionalmente su virulenta negativa, la decisión no se cambió. “Este ha sido un año absolutamente normal de todo punto de vista desde la incorporación de las chicas al ámbito del colegio”, dice el rector Jorge Bovone en una entrevista telefónica. “Desde el punto de vista académico entre las 43 alumnas hay de todo, pero en general existe un mejor rendimiento en algunas de ellas, superior a los varones”.
Con respecto a los conflictos generados, Bovone cuenta que en estos momentos “hay un grupo de padres (los más radicalizados) que acudieron en queja a la Suprema Corte. Pero en general se acataron todas las normas de convivencia y las reglas de juego impuestas por la institución en esta nueva etapa”. En realidad este colegio cuenta en su historia con una experiencia aperturista similar allá por la década del 40, que luego se trocó en una cerrazón machista de sus aulas y particulares códigos de convivencia. Un grupo de alumnas consultadas dicen que “en el turno de la mañana nunca tuvimos problemas con los chicos, siempre nos respetaron. Hubo enfrentamientos con algunos varones a principio de año en el turno tarde, porque no querían que estudiásemos acá. Pero ya pasó. Finalmente los sedujimos”, dice una de ellas. Y las otras ríen, cómplices.

 


 

LAS QUE ENTRARON AL LICEO DE BUENOS AIRES
“Posiblemente triunfen las niñas”

t.gif (862 bytes) “Posiblemente triunfen las niñas. Pero están quienes van a competir para no darle la bandera a las mujeres.” El pronóstico del coronel Raúl Sevillana puede hacer tronar el año próximo los 60 años de tradición masculina del Liceo Militar General San Martín, de Buenos Aires. Desde hace cuatro años las mujeres pelean desde la rigurosidad militar por superar los promedios masculinos. Y el ‘99 podrían lograrlo: una mujer sería la abanderada. Ellas son 37 del total de 280 alumnos. Ninguna desertó en los tres meses de adaptación que reciben en primer año. Y son más eficientes con los números. “Es llamativo –admite Sevillana– pero son mejores en exactas cuando su fuerte estaría del otro lado”.
La infraestructura no fue el único cambio producido a partir de la entrada femenina en el Liceo. Aparecieron nuevos espacios de competencia que hombres y mujeres buscan hegemonizar casi como reivindicación de género. “Después de este largo período de adaptación –indica Sevillana sobre los años de convivencia– los hombres tuvieron que aceptar tratar a las niñas como pares”. El director del Liceo recuerda que “es una edad difícil y la competencia, aunque sana, se da en forma permanente”.
Uno de los podios de combate escolar son las aulas. Allí ellas obtuvieron los mejores promedios en ciencias exactas, mientras que los varones hacen lo propio en sociales. El año próximo la primera camada femenina que entró en el San Martín llegará a quinto año. Para la institución ese será “el cierre del ciclo de tradición”, indica Sevillano sobre el momento en que, sin lágrimas o pesar de ellas, los hombres podrían sumirse a la conducción femenina: “Están quienes hasta llegar a ese momento competirán para no pasar la bandera”.
A lo largo de estos años, las niñas del Liceo consiguieron homologar a los hombres en cada una de las disciplinas. Dedican menos tiempo a las prácticas de instrucción militar pero se someten –y así lo exigen– a idénticas condiciones. Contrario a los varones, ellas pasan más horas frente a computadoras porque la especialización promovida desde la academia para mujeres, es la informática.

 

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