Por David Cufré
Como el
superclásico del domingo, el paquete de ajuste fiscal anunciado ayer por el gobierno
brasileño dibujó en los espectadores una mueca de desilusión. Las fuertes expectativas
ante el programa que se propuso restablecer la confianza en la economía del país vecino
apenas si quedaron cubiertas, al menos en el día de su presentación. Fue un cero a cero.
Pero en el caso de Brasil, el resultado es insuficiente para que pueda escapar de la zona
de descenso. La Bolsa de San Pablo respondió con una insulsa caída del 0,6 por ciento,
mientras que la plaza porteña mostró mayor preocupación y retrocedió 3,6 puntos. Las
opiniones tampoco fueron muy entusiastas en Estados Unidos. En cambio, el FMI ofreció un
respaldo contundente a las medidas.
El Programa de Estabilidad Fiscal contempla un recorte de gastos por 12.600
millones de dólares en 1999, acompañado con la creación y subas de impuestos, que
aportarán según estima el gobierno otros 10.900 millones (ver recuadro).
Este no es un paquete, sino un programa de ajuste que estará con nosotros por
muchos años, subrayó el ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malán, al comentar
el alcance de las medidas.
Para despejar los temores de los operadores bursátiles brasileños y de los Estados
Unidos, entre quienes circulaba el rumor de que el gobierno devaluaría el real, el alto
funcionario tuvo que ratificar que no vamos a alterar el actual régimen
cambiario. Sólo entonces los mercados evidenciaron un leve repunte.
Aunque el plan se encuentra relativamente en línea con lo que esperaban analistas e
inversores, existen dudas de diversa índole que ayer diluyeron el efecto revitalizador
que se aguardaba que produjeran las medidas. La principal es que el propio gobierno
reconoce, en las proyecciones económicas para el próximo trienio, que las tasas de
interés tardarán en caer a niveles razonables. El pronóstico indica que la tasa de
referencia, actualmente en 42,4 por ciento, bajará al 22 por ciento hacia mediados del
99, en tanto que se ubicará un año más tarde en el 17 por ciento, y hacia
mediados del 2001 quedará por debajo de 15 puntos.
Es un programa recesivo, que no resuelve el problema central que llevó a Brasil a
esta situación: el de las elevadas tasas de interés, comentó a Página/12 el
economista Daniel Novak. Su colega Luis Secco, del estudio Broda, agregó otro punto de
análisis en el que coinciden analistas locales y extranjeros. Estoy preocupado
porque el programa de ajuste no alcance a revertir el problema de confianza en los
mercados, debido a que varias medidas necesitan la aprobación del Parlamento y ya hubo
manifestaciones de legisladores en contra de las propuestas, indicó. Por lo tanto,
dijo, no está claro que el gobierno pueda aplicar el ajuste tal como lo diseñó, y
encima cuenta con el antecedente de no haber sido capaz de completar el recorte de gastos
que anunció en noviembre del 97, ante el estallido de la crisis en el sudeste
asiático.
Por el momento, la actitud de los inversores es mirar qué pasa y esperar. La
ausencia de euforia de hoy (por ayer) se debe a que falta la otra pata fundamental para
que el paquete sea creíble: los términos del acuerdo con el FMI, señaló el
economista Roberto Lavagna. Para Argentina añadió, el plan brasileño
tiene un efecto positivo y otro negativo. El primero es que si finalmente logra generar
credibilidad, será más fácil acceder a los mercados de capitales y bajarán las tasas
de interés. El negativo es que tendrá un fuerte impacto sobre el flujo comercial, con
una fuerte caída en las exportaciones y un aumento de las compras. Pero mientras esto ya
es un dato de la realidad, el impacto favorable todavía es una incógnita,
concluyó.
El plan, punto por punto Recortes
presupuestarios
* En 1999, alcanzarán a 7274 millones de dólares.
* En el 2000, llegan a 7416 millones.
* En 2001, serán de 7567 millones.
Alzas impositivas
* La Contribución Provisoria de Movimiento Financiero, impuesto sobre las transacciones
financieras, se incrementa desde 0,2 por ciento a 0,38 este año, y a 0,3 por ciento en el
2000 y 2001.
* La contribución jubilatoria de las empresas se eleva al 3 por ciento de sus ingresos,
desde el 2 por ciento actual. Los bancos e instituciones financieras se incorporan como
contribuyentes.
Reducción del déficit del sistema de seguro social
* Los jubilados del sector público tendrán que pagar la contribución mínima del 11 por
ciento, igual que los activos.
* A los empleados públicos que ganan más de 1006 dólares mensuales se les cobrará un 9
por ciento adicional por cinco años.
Reformas estructurales
* Los cambios en el régimen fiscal y de pensiones que requieren la aprobación del
Congreso deberían permitir ahorros de U$S 2961 millones en 1999, 7727 millones en el 2000
y 12.580 millones en 2001.
Pronósticos
* El crecimiento esperado de la economía para 1998 es del 0,5 por ciento; para 1999 se
pronostica una retracción del 1 por ciento, un crecimiento del 3 por ciento en el 2000 y
4 en 2001.
* El resultado global para la administración federal sería un ahorro de U$S 23.500
millones en 1999, 28.378 millones en el 2000 y 31.932 millones en 2001.
* El superávit primario esperado del sector público (antes del pago de la deuda) es del
2,6 por ciento del producto bruto interno en 1999, 2,8 por ciento en el 2000 y 3 por
ciento en 2001.
* El Gobierno espera que la tasa de interés anual que se fija diariamente (Selic) caiga
desde su actual nivel del 42,4 por ciento a alrededor del 22 por ciento para mediados de
1999, a 17 por ciento para igual fecha del 2000 y al 15 por ciento en la mitad del 2001.
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Los monotributistas ya pueden
arrepentirse
Pequeños profesionales que se
anotaron para no quedar inscriptos en el IVA ahora seguirían como responsables no
inscriptos.
Carlos Silvani, administrador
federal de Ingresos Públicos.
Si el Senado vota como Diputados, muchos preferirán quedarse como estaban en el
IVA. |
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Miles de pequeños profesionales que se anotaron en el
monotributo empezaron anoche a revisar su decisión para volver a la categoría de
responsables no inscriptos (RNI) del Impuesto al Valor Agregado. Su media vuelta la
provocó la Cámara de Diputados al reformar por unanimidad el llamado Régimen
Simplificado, que está resultando uno de los más complicados de que se tenga memoria.
Ahora habría 30 días para retractarse. De todas formas, mientras el Senado no vote en el
mismo sentido seguirá rigiendo la norma, según la cual el profesional que el año pasado
facturó menos de 36 mil pesos y no se inscribió en el monotributo pasa a ser desde el
1º de noviembre responsable inscripto en el IVA.
La gran ventaja competitiva del RNI en el mercado, en relación al inscripto, es que
factura sin recargar un 21 por ciento de IVA. Este factor pesa cuando los clientes son
consumidores finales, contribuyentes exentos o empresas con amplio saldo a favor en el
IVA, que nada ganan acumulando más crédito fiscal. La desventaja del RNI es que debe
absorber como costo el IVA que paga por los insumos que compra (luz, teléfono,
papelería, instrumental, etc.), pero no suele tratarse de valores importantes.
El problema de la ley antes de esta reforma en marcha es que forzaba la
conversión del pequeño profesional en monotributista, castigándolo en caso contrario
con su pase a responsable inscripto del IVA, con la carga de trámites y exigencias
contables que conlleva. Pero, por otro lado, el artículo 30 de la ley, que no se
modifica, fija topes estrictos (5% en total) al gasto deducible, en la declaración de
Ganancias, cuando corresponde a pagos a monotributistas. Esto puede inducir a
discriminarlos en las contrataciones.
Los límites impuestos a la deductibilidad reflejan el temor del fisco a que el régimen
simplificado se convierta en un vehículo de evasión. Como los monotributistas pagan, una
vez categorizados, un monto fijo mensual, en algunos casos muy bajo, podrían extender
facturas por montos inflados o por servicios inexistentes para que otros contribuyentes
las resten como un costo para la determinación de su ganancia imponible. La misma
aprensión del recaudador lo llevó a impedir que los profesionales se declararan
consultores, excluidos del régimen simplificado, para sí escaparle a la opción obligada
por el monotributo. El problema con la consultoría y otros servicios reside en la
dificultad de determinar la razonabilidad de los montos facturados.
Para muchos profesionales con ínfulas hay, además, un problema de imagen, ya que sienten
como un menoscabo tener que facturar como pequeños contribuyentes.
Entretanto, ayer, con la fecha de inscripción ya vencida, la AFIP (Administración
Federal de Ingresos Públicos) emitió una nueva resolución para aclarar aspectos
confusos de la ley. Una de las novedades es que no podrán ser considerados pequeños
contribuyentes los profesionales que sean directores o síndicos de una sociedad anónima.
Por otro lado, se dispone que los ingresos provenientes de regímenes previsionales no
impiden categorizarse en el régimen simplificado.
LA DEUDA PUBLICA SIGUE CRECIENDO
Pida ahora, pague después
La
confianza de los mercados financieros internacionales es el bien más preciado para la
conducción económica, y tiene motivos para que así sea. La deuda total del sector
público trepó, al 30 de setiembre pasado, a 109.376 millones de dólares, de los cuales
alrededor de 100 mil millones están en manos de acreedores extranjeros. Sobre la deuda
total, el 58 por ciento (63.215 millones) está pactado a tasa variable. Y entre las
colocaciones de corto plazo, y los vencimientos que operan en 1999, el Tesoro deberá
repactar vencimientos por más de 15 mil millones de dólares.
La deuda total se incrementó en el tercer trimestre del año en más de 4200 millones de
dólares, de los cuales 3035 millones correspondieron a colocación de títulos por deudas
preexistentes al inicio de la convertibilidad, incrementos de deuda por diferencias de
cambio (en monedas distintas al dólar) y absorción de deudas de otros organismos
públicos (ajenos a la administración nacional). El resto del incremento (1054 millones
de dólares) corresponde a la diferencia entre colocaciones de títulos y amortizaciones
del período.
El cronograma de vencimientos muestra que entre 1999 y 2003 se acumula más de la mitad de
la deuda pública (54.674 millones de dólares), lo cual obligará a las autoridades
económicas del próximo período presidencial a realizar un intenso ejercicio de
renegociación y acuerdos con los acreedores para mantener al país en pie. Y seguir
rogando para que los mercados no pierdan la confianza.
TEMEN QUE EL PAQUETE NO EVITE LA CRISIS
Reacción negativa en los mercados
El
anuncio del esperado paquete fiscal brasileño cayó mal en los mercados. El índice de
acciones líderes MerVal perdió 3,6 por ciento. En San Pablo la caída fue del 0,6. La
ola de bajas se extendió al resto de la región. La duda principal de los financistas es
si las medidas presentadas ayer en el país vecino alcanzarán para revertir la situación
problemática de la economía brasileña. Ayer se fugaron desde Brasil otros 700 millones
de dólares, lo que da una idea de que la desconfianza de los inversores continúa.
Si bien las cifras que desplegó durante su discurso el ministro de Hacienda brasileño,
Pedro Malán, estuvieron en línea con las expectativas de los financistas, analistas
consultados por Página/12 admitieron sus dudas. Por un lado, en la city creen que al
presidente Fernando Henrique Cardoso le resultará cuanto menos complicado la aprobación
del paquete en el Congreso. Pero, además, ponen en tela de juicio la efectividad del
recorte de gastos.
Me pregunto de dónde Brasil sacará los fondos para hacer frente a los 42.500
millones de dólares de deuda que vencen antes de fin de año. Temo que en algún momento
entre en cesación de pagos, alertó a este diario Ricardo Cobanera, economista del
ABN Amro Bank. Si, como dicen, la asistencia del FMI no supera los 30.000 millones,
no me explico la manera en que saldrán adelante. El paquete fiscal es muy tímido,
sentenció a su vez un analista de un banco norteamericano. La huida de divisas desde
Brasil trepó a los 30.000 millones de dólares en los últimos dos meses. Y se calcula
que las reservas rozan los 40.000 millones.
La cautela con que se movieron los operadores durante la sesión quedó sellada en el
monto de los negocios pactados: sólo 29 millones de pesos, lejos de los 40 millones de
las jornadas anteriores. Los inversores institucionales se abstuvieron de participar de la
rueda. Los papeles de los bancos y de las automotrices fueron los que más sufrieron por
el malhumor: el BBV Francés cayó 7,6 por ciento y el Galicia, 4,6. Por su parte, Sevel
perdió 8,3 por ciento y Renault, el 7. En tanto, los bonos Brady cedieron entre 0,5 y 2,2
por ciento.
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