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DE LA RUA Y ALFONSIN HACEN CAMPAÑA Y RECUERDAN EL ‘83
En el Obelisco quince años después

La UCR celebra los quince años de la restauración democrática con un acto electoral que apunta a la interna de la Alianza. Desde hace dos semanas los radicales alistan a toda su militancia de Capital y provincia.

El 30 de octubre de 1983 Raúl Alfonsín era elegido Presidente.
Para llegar a la Rosada debió vencer en la interna a De la Rúa.

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Por José Natanson

t.gif (67 bytes) El 30 de octubre de 1983 Raúl Alfonsín festejaba su arrollador triunfo contra el justicialismo. Antes debió disputar –con éxito– la interna radical frente al entonces candidato del balbinismo: Fernando de la Rúa. A 15 años exactos de esa fecha, el derrotado de ayer es el candidato de hoy. Esta noche los ex rivales se elogiarán mutuamente. Es que la UCR realizará, bajo la consigna del aniversario de la restauración democrática, el acto más importante de su campaña con vistas a la interna abierta de la Alianza, prevista para el próximo 29 de noviembre. Será a las 20, de espaldas al Obelisco. Primero hablará el ex presidente. Después, el que los radicales esperan que sea el próximo.
En rigor, el de hoy es el último de una serie de actos que organizó el radicalismo como festejo del cumpleaños de la democracia. El más importante de todos fue el que se realizó el 16 de octubre en Avellaneda. En aquella oportunidad, además de Alfonsín y De la Rúa, hablaron el senador Leopoldo Moreau y el diputado Juan Manuel Casella.
“No pretendemos montar una guerra de convocatoria con el PJ”, dijo ayer a este diario Rafael Pascual, el jefe de campaña radical, en referencia a los actos que realizaron Ramón “Palito” Ortega (25 mil personas en el estadio de Atlanta) y Eduardo Duhalde (80 mil en la Plaza de Mayo). De todas maneras, tanto el comité radical de la Capital Federal como el de la provincia de Buenos Aires se encuentran trabajando desde hace dos semanas en la movilización de los militantes. Por lo tanto, los organizadores sostienen que la convocatoria no bajará de 20 mil asistentes.
En diálogo con Página/12, uno de los organizadores explicó que la realización del acto se decidió por varias razones. “En primer lugar, cualquier evento de estas características es un gesto simbólico y una demostración de fuerza para la interna. El Frepaso sabe que no puede hacer una movilización así y por eso ni lo intenta.” El dirigente añadió que el acto “también nos sirve para probar la capacidad de movilización del aparato radical. Aunque todavía está medio dormido, este tipo de cosas son muy útiles para levantarlo. La mística radical existe, sobre todo cuando habla Alfonsín. Además, el aniversario de la recuperación de la democracia es una consigna fuerte, por lo que esperamos que el partido se mueva con todo”.
El escenario, una estructura enorme en forma de puente, se empezó a colocar ayer por la tarde sobre la avenida Corrientes, de espaldas al Obelisco. Después de evaluarlo durante unos días, los organizadores descartaron que se lancen fuegos de artificio sobre el cierre, como hizo Duhalde el 17 de octubre. La escenografía se limitará a un cartel con la leyenda “De la Rúa-Alianza” y a una pantalla gigante.
Antes de los oradores, se proyectará un video con imágenes del triunfo radical de 1983. El primero en tomar el micrófono, a las ocho de la noche, será el titular del Comité Capital de la UCR, el delarruista Pedro Calvo. En segundo lugar hablará Enrique “el Japonés” García, presidente del Comité Provincia e intendente Vicente López.
Una vez que finalicen los dos primeros discursos subirá al escenario el primer plato fuerte de la noche: el ex presidente Raúl Alfonsín. Su discurso, que se extenderá por media hora, se centrará en el aniversario del triunfo de 1983. También se referirá a las deudas del menemismo, a la importancia de la Alianza y a la necesidad de preservarla. En sus palabras finales, Alfonsín exaltará la figura de De la Rúa.
Como es habitual en sus discursos, el candidato radical comenzará con un repaso de los principales lineamentos de su gestión al frente de la jefatura de gobierno de la ciudad. A continuación, De la Rúa explicará la importancia de la tercera posición: el equilibrio entre liberalismo e izquierda que orienta el primer ministro británico Tony Blair.

 

Hoy se larga De la Sota

El senador Juan Manuel De la Sota lanzará formalmente hoy su candidatura a gobernador de Córdoba al frente de la alianza Unión por Todos, que tiene al justicialismo como principal fuerza política. De la Sota todavía no dio a conocer el nombre de quién será su compañero de fórmula de las elecciones que se llevarán a cabo el próximo 20 de diciembre, en las que enfrentará al actual gobernador provincial, el radical Ramón Mestre. Justamente el nombre de quien figurará como candidato a vicegobernador es uno de los principales interrogantes que el Partido Justicialista cordobés espera resolver hoy. Según fuentes cercanas al actual senador, no se descarta que el cavallista Guillermo Johnson acepte finalmente integrar la fórmula y desistir de encabezar su propia lista. La semana pasada el reaparecido ex ministro del Interior, José Luis Manzano, había realizado intensas gestiones para cerrar un acuerdo entre delasotistas y cavallistas, ya que –según se ilusionan en el peronismo cordobés– sumando los votos de ambos podrían llegar a vencer a Mestre, quien busca la reelección.

 


 

López Murphy desató una tormenta en la Alianza

De la Rúa lo bendijo, antenoche, como su potencial ministro de Economía en caso de ganar en 1999. Graciela lo parangonó con los economistas del Gobierno. En el alfonsinismo están que trinan. Machinea calla prudentemente.

López Murphy fue uno de los expositores en el Teatro Opera.A De la Rúa le gusta porque el economista, dijo, “conoce la realidad”.

t.gif (862 bytes) El acto que Fernando de la Rúa hizo el miércoles con mil empresarios trajo cola, sobre todo por su decisión de colocar al economista Ricardo López Murphy en la grilla de sus probables ministros de Hacienda en caso de llegar a la Rosada. Su rival interna, Graciela Fernández Meijide, dijo estar sorprendida porque López Murphy “se parece a los economistas de este gobierno”. Pero también hubo resquemores dentro de la propia UCR. En el alfonsinismo aseguraban que De la Rúa había actuado así para perjudicar al economista estrella de la coalición, el ex funcionario radical José Luis Machinea, y que eso era “imperdonable”.
Fernández Meijide aprovechó la volada para marcar sus diferencias con De la Rúa. De visita en la ciudad de General Pico, en La Pampa, se dedicó a analizar el encuentro del delarruismo en el Teatro Opera. “Me sorprendió mucho porque López Murphy no es el tipo de economista que represente un cambio para mejor en el rumbo de la economía, todo lo contrario”, opinó, con una cuota de malicia.
Es que el dato destacado del acto fue que De la Rúa ubicara al economista, más cercano a un liberal ortodoxo que al tradicional centrismo radical, como posible integrante de su futuro Gabinete. “Yo necesito un ministro de Economía que conozca la realidad del país. Ricardo la conoce”, sostuvo el jefe de gobierno porteño. En la interna de la UCR, el gesto fue interpretado como un signo del malestar de De la Rúa por la decisión de Machinea, que pese a su filiación radical siempre fue aceptado como el referente económico de toda la Alianza, de no concurrir al Opera.
Graciela hizo hincapié en este punto. Dijo que López Murphy se asemeja más a los economistas menemistas que a lo que propone la Carta a los Argentinos, una especie de plataforma aliancista, “que tiene a la producción en un lugar importante”. Y, como contrapartida, mencionó a Machinea y al equipo de economistas que coordina. “Los respeto mucho”, destacó.
Dentro del radicalismo, en cambio, la polémica fue con sordina. En público, los voceros del alfonsinismo aseguraban que el ex presidente respetaba a López Murphy como “uno de los principales economistas de la UCR”. Aunque se preocupaban en destacar que en la Alianza ya se había acordado que los futuros ministros se elegirían por consenso entre los integrantes de la coalición. Pero, en privado, un hombre muy cercano a Alfonsín se olvidaba de los buenos modales y hacía una evaluación bien distinta: “Lo que hizo De la Rúa con Machinea fue como meterle un dedo en el culo a Raúl (Alfonsín)”, explicaba.
El propio Machinea, en cambio, trataba de mostrarse lo más ajeno posible a la pelea. Admitió que, sí, era cierto, fue invitado por De la Rúa para participar del encuentro con empresarios pero que no aceptó porque él se comprometió frente a la conducción de la Alianza que no participaría de actos de campaña antes de las internas para evitar cualquier fricción. Y fue extremadamente cuidadoso en sus conceptos sobre López Murphy. “Lo respeto mucho profesionalmente”, afirmó. Además, aclaró que no opinaba lo mismo que Fernández Meijide en cuanto a sus condiciones. “Yo creo que sí marca una diferencia con los economistas del menemismo”, opinó.

Hastío de la muerte

Las urnas no estaban tan bien guardadas como quería Eduardo Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior del Proceso. Los militares habían perdido la guerra de Malvinas y su condición de ser. Los partidos políticos y la CGT habían tomado la iniciativa y se volvía a llenar la Plaza al grito de “se vaca’bar, la dictadura militar”. Aquellas “viejas locas” que desde 1977 giraban alrededor de la Pirámide de la Victoria, en Plaza de Mayo, comenzaban a agigantarse a los ojos de la sociedad, que las reconocía como las únicas heroínas del proceso más oscuro y aterrador que haya vivido este país. Su magnitud crecía a medida que se iban conociendo masivamente las aberraciones cometidas por los militares en los campos de concentración clandestinos. Su estatura aumentaba, también, especularmente ante la cobardía de un grupo de facinerosos que tomó el poder por asalto ilícitamente, y se dio al secuestro, la tortura, el saqueo y el vaciamiento del país.
Un hombre supo comprender el retintín social de la época y propuso que la inminente elección “más que una salida electoral era una entrada a la vida”. Hace 15 años, Raúl Alfonsín era elegido presidente ante la sorpresa generalizada de un electorado que creía presenciar la vuelta del peronismo al poder. Pero no fue así, y Alfonsín fue el único no sorprendido de aquella jornada.
El 30 de octubre de 1983 se cerró un ciclo histórico en la Argentina, más acá de los vencedores y vencidos de la jornada electoral. Ese día se cambió la moneda de negociación política utilizada a lo largo de casi dos siglos de historia argentina: tirar cadáveres sobre la mesa para obtener, ganar y perdurar en el poder. Desde la prehistoria de este país en tanto que Nación, los argentinos dirimimos las cuestiones del poder a sablazos, balazos, cachiporrazos. Desde 1810 en adelante, realistas y patriotas, porteños y provincianos, federales y unitarios, unionistas y segregacionistas, conservadores y liberales, radicales y roquistas, radicales y peronistas, peronistas y gorilas utilizaron, en mayor o menor medida, el poder de fuego como escalera a la conducción del Estado y a su permanencia en ella.
Pero la pesadilla del Proceso de Reorganización Nacional todo lo cambió. El sistema que impuso a la muerte por sobre todo hastió de muerte a todos.
Desde hace 15 años la Argentina ingresó a la civilización. Quedan la memoria, las imperfecciones de la democracia, las cuentas pendientes. Pero nada de ello tiene que ver con la muerte y el exterminio como condición de las decisiones políticas.

 

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