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Por Verónica Abdala Un torbellino de camarógrafos y fotógrafos que se debatían entre cables y flashes anunciaba la llegada de Umberto Eco, uno de los más prestigiosos intelectuales contemporáneos, a la inauguración de la primera filial mundial de la Universidad de Bologna. El reloj marcaba las 11.35 cuando el autor de El nombre de la rosa, Apocalípticos e integrados, El péndulo de Foucault, La estructura ausente y La isla del día de antes, entre otras obras, comenzó una entrevista colectiva con periodistas argentinos y brasileños con los que habló de cuestiones tan diversas como el futuro del libro, defendiendo calurosamente las nuevas tecnologías informáticas, la educación en el siglo XIX y la reciente detención del dictador chileno Augusto Pinochet en Londres. Apenas pasado el mediodía pidió disculpas y dio por terminada la entrevista. El pensador, de 66 años, demostró en su tercera visita a la Argentina una agilidad asombrosa, si se tiene en cuenta que además de la entrevista colectiva ofreció ayer por la tarde una charla sobre El libro en el próximo milenio, en el Teatro Coliseo retransmitida en teleconferencia a veinte universidades del interior del país a través de Internet y por la noche asistió al programa Hora Clave, que conduce Mariano Grondona. Antes de emprender viaje esta tarde, hoy a las l0 estará en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Ramos Mejía 841) para dialogar, en el marco de una charla abierta y gratuita, con docentes y alumnos. En la actividad protocolar de ayer lo acompañaron el rector de la universidad italiana, fundada en el año 1088, Fabio Robersi Mónaco, y el director académico de la Universidad de Bologna en Buenos Aires, Giorgio Alberti, los gestores de su viaje. Eco es profesor de esa universidad desde l971, antes de que se convirtiera en una luminaria internacional. ¿Cuál es el futuro del libro y en qué medida el formato tradicional podrá coexistir con, por ejemplo, los CD Roms? La idea del libro que es reemplazado por la información contenida en CD Roms es una realidad. Estas tecnologías suelen ser útiles para asimilar información de tipo enciclopedista que de otro modo no cabría en formatos tradicionales, en el libro de papel. Si yo me decidiera, por ejemplo, a concretar una idea que tengo hace tiempo, escribir la historias de los emblemas, me sería muy útil acompañar el libro con un CD Rom en el que el lector pudiera conocer centenares de miles de emblemas contenidos en él. Ningún libro tendría la capacidad de contener en sus páginas medio millón emblemas. En síntesis, llegará un momento en el que el libro y las nuevas tecnologías deberán marchar juntos inevitablemente. El CD Rom sirve para difundir manuales o enciclopedias, aunque yo, en lo personal, prefiero el libro y la sensación de poder tocarlo. ¿Qué opina en relación a la teoría que el politólogo Giovanni Sartori expone en el libro que presentó la semana pasada en Buenos Aires (la tesis principal es que la televisión contribuye a la formación de ejércitos de hombres con incapacidad de abstracción y, por ende, con limitaciones de entendimiento)? El homo videns podría haber sido una realidad en el caso de no existir la computadora, que le da al hombre la posibilidad de interacción con las pantallas. Lo que sí es cierto, a mi modo de ver, es que en el futuro, en poco tiempo posiblemente, los patrones leerán y los proletarios mirarán televisión casi exclusivamente. En ese caso habrá brechas que no se corresponderán exactamente con las diferencias económicas. Aunque, por supuesto, también habrá patrones ricos que verán televisión, para demostrar, como tantas veces hemos visto a lo largo de la historia, que nunca se extinguen los ricos-estúpidos. Cuando una periodista le preguntó cuál era, a su entender, el libro que no se puede dejar de leer, el célebre profesor se semiología y consagrado novelista recurrió al buen humor para salir del paso: ¡Ah, con seguridad es uno de los míos!. Y a continuación, ahora con tono serio, agregó: En realidad, creo que hay miles de libros que no se pueden dejar de leer. No existe el libro de la vida. En todo caso, si hay alguien que considera que ha vivido para llevar un libro consigo, a mi entender es un idiota. Yo tengo cientos de libros de mi vida: los de mis diez años, los de los veinte, los de los cuarenta...y sí podría seguir indefinidamente. Todos esos libros son para mí fundamentales. En lo relativo al papel que le cabrá a la educación en el siglo que viene y a las transformaciones que la incorporación de las tecnologías informáticas le impondrá Eco dijo a Página/12 que para ejemplificar lo que ocurre con la vinculación entre lo educativo y lo informático en la actualidad y para graficar lo que seguirá ocurriendo de aquí en más, es útil la metáfora del banco de dos plazas, comparable a la cama matrimonial. En uno de los extremos del banco tenemos que imaginar una computadora, que sirva como reservorio de información. En el otro extremo, un hombre escribiendo y diseñando, haciendo uso de su imaginación, dijo. Si esos dos extremos no están compensados o falta uno de ellos, la educación quedará incompleta. Ese es el futuro que debemos comprender. Y esa es también nuestra realidad actual. Media hora después de finalizada la conferencia y cuando todavía grupos de invitados, periodistas, fotógrafos y camarógrafos deambulaban por las instalaciones de la antigua construcción de la calle Rodríguez Peña donde funcionara desde noviembre la sede de la Universidad, llegaron el ex presidente radical Raúl Alfonsín y el ex ministro de Economía Domingo Cavallo. Participaron de un lunch, asistieron a la ceremonia de corte de cinta de la Universidad, a cargo del embajador italiano en la Argentina, y, por sobre todo, se retrataron con el visitante. Alfonsín llegó primero, y saludó afectuosamente a Eco. Cavallo no lo conocía, pero lo saludó como un viejo amigo.
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