|
Con pertinente saco azul y corbata en armonía, Malán sepultó al "gradualismo" de anteriores medidas argumentando que no hay otro modo de hacer frente a "la peor crisis mundial en 50 años". El hombre fuerte del gobierno, jefe de Economía durante todo el mandato de Fernando Henrique Cardoso y primer funcionario confirmado para el próximo, sólo se apartó del tono grave para confesar "estamos librando una verdadera batalla de credibilidad". "Que el ministro le pida a San Judas estaría legal (bien) para todos nosotros", dijo una anciana cuando llegaba a la iglesia da Luz, en San Pablo, y luego le explicaba a este cronista "San Judas es nosso senhor para las causas imposibles". Según se iba conociendo la profundidad de la iniciativa en la opinión pública y parte de la prensa, el "conjunto de medidas económicas" mereció un nuevo apelativo: o pacotao (el paquetazo). El mismo gobierno entregó los siguientes números al presentar el paquete en el Senado: el producto bruto caerá por lo menos en un punto; la desocupación superara el 10,5 por ciento; la salud perderá más de 1500 millones de dólares y la educación, algo menos. ¿Y si el "pacotao" fracasa? Nadie quiere arriesgar respuesta, pero posiblemente la sanción financiera deje tierra arrasada. El pánico al colapso juega (historia conocida en Argentina) como activo político del presidente, quien apela al sentimiento de unidad nacional para campear la tempestad. En la revista The Economist, Cardoso mereció elogios por haber realizado en cuatro años lo que a Margaret Thatcher le demando 20. Cotejado con todo lo hecho por Carlos Menem en su primer mandato, los logros cardosistas son menores. En Argentina es poco lo que sobrevivió del activo público luego del primer gobierno menemista, pero en Brasil aún resta privatizar el equivalente al 50 por ciento de lo transferido al sector privado en estos cuatro años. Pero el tono muscular de Cardoso ya no es el que tuvo en enero de 1995, cuando asumió en el Planalto. Aunque el poder presidencial fue refrendado legítimamente en los comicios del 5 de octubre, el dato no "cotiza" suficientemente para los inversores globales, que no distinguen bien entre Indonesia y Brasil, o que creen que Alfonsín mandó tomar las islas Malvinas (y no es chiste). En tanto no vean en Cardoso un gerente con aptitud para disciplinar sociedad, parlamento, provincias y oposición, seguirá la "crisis de credibilidad". Y es difícil que ponga en caja esta constelación de actores. Respetando las formas, Cardoso felicitó telefónicamente al gobernador electo de Minas Gerais, el ex presidente Itamar Franco. La distancia entre ambos se mide en pulsos: la llamada duró 15 segundos. El gesto expresa las grietas que amenazan la coalición gubernamental integrada por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el partido de Itamar. Sin ocultar sus ambiciones presidencialistas, Franco prometió un gobierno de "centroizquierda" para el que está convidada la izquierda. Y no se quedó allí: abortó la privatización de la empresa energética provincial. A 24 horas del anuncio del paquete, los líderes izquierdistas Luiz Inácio "Lula" Da Silva y Lionel Brizola juntaron a los seis gobernadores opositores que representan el frente de resistencia a la iniciativa del gobierno. Silenciosamente, muchos gobernadores oficialistas aplaudieron el evento. Pocas horas más tarde, Cardoso borraba del paquete las retenciones de recursos provinciales. El domingo pasado Juan Pablo II beatificaba a Frei Galván. Es la primera vez que el Vaticano consagra a un nativo de Brasil, la mayor población católica del mundo. Galván depende de un milagro comprobado para que Roma lo eleve de beato a santo. Su compatriota Cardoso no está para santo, pero también espera algún milagro.
Por D.P.
--¿Están de acuerdo con la baja gradual de la tasa de interés? --No. No vemos ninguna razón para que no caigan inmediatamente. Todos saben que fueron subidas en un momento en que había una gran preocupación con la salida de capitales. Pero se demostró el miércoles que con tasas de más del 40 por ciento salieron del país 1000 millones de dólares, si bien ese día la Red Globo debía pagar 300 millones de vencimientos. Para retener los dólares lo que hay que resolver es la crisis de credibilidad.
--Unos de los pivotes del ajuste es incrementar la recaudación a través del impuesto al cheque, ¿por qué lo rechazan? --El impuesto al cheque grava toda la cadena productiva. Si toma en cuenta que la actividad productiva ha caído en 10 años al 30 por ciento del PBI, esa carga no hace más que empeorar las cosas estructuralmente. El paquete pone las cosas peor todavía, llevando la carga tributaria al 31 por ciento del producto, lo cual nos pone al tope del mundo en impuestos y empeora más nuestra competitividad. Este paquete inevitablemente traerá más recesión y eso no puede admitirse en un país con las aptitudes productivas que tiene Brasil. Hemos llegado a la saturación de la capacidad de endeudamiento empresarial. Este ajuste fiscal se hará con dos tercios de aumento de impuestos y un tercio de recorte de gastos.
--¿El paquete los ha convertido en opositores? --Nosotros vamos a acompañar al paquete. No creemos que con el paquete se vaya a acabar el mundo, pero vamos a dar un respaldo muy preocupado y crítico. Ponemos en duda la calidad del paquete. --¿Cómo es la situación en Brasil respecto de otros países en crisis, como Rusia o Tailandia? --Nosotros no somos Rusia, que es un país inmensamente rico pero fuera
de control central. En Brasil hay un poder central, un Parlamento, una legislación y una
previsibilidad. |