Otra vez alpiste
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Por Daniel Lagares Racing ha completado un nuevo ciclo de su historia de ciclos. Arranca bien, se mantiene con expectativas, pierde gas con un par de resultados adversos y cuando tiene que echar el resto, se cae. Hasta el año que viene. El hincha lo sabe bien y sufre, como en cada final de campeonato. Ese zorro que es Chiche Sosa también lo sabe. Le faltó un poquito de audacia y algo de experiencia a Argentinos para que la queja de Racing fuera tragedia griega. Angel Cappa armó un Racing con buenas intenciones. Hay pelota al pie, circulación constante, llegada con mucha gente, media distancia. No hay cárceles para los talentosos ni corset para los menos hábiles. Hasta el menos dotado se puede animar a hacer algo para lo que la naturaleza no los dotó. Pero en la virtud parece estar el pecado. Racing no tiene variantes que excedan las inspiraciones de Delgado o Morales, la gambeta y el remate a la salida del hamaque de Latorre y la sociedad que siempre intentan los cinco del medio hacia adelante. El equipo juega siempre a la misma velocidad, no importa el resultado. La muestra más clara fue ayer cuando puso la misma tensión sobre el acelerador sin tener en cuenta el resultado ni el momento del partido y del rival. Esa actitud de ir siempre, de buscar siempre, elogiable por cierto, no tiene futuro si no se le agregan pausa y distracción con el toque lateral para sorprender por el otro lado. Racing va siempre recto, frontal y no tiene opciones: o hace goles de antología o muere en el pie que inicia el contraataque rival. Argentinos sabía que Racing se mueve así y lo hizo simple. Cerró desde los laterales que Racing no usó con los marcadores porque ni Corbalán ni Gonzalo Gaitán amagaron siquiera llegar al fondo, y le construyó el viejo y clásico embudo. Racing, siempre, siempre, cayó en la trampa. Es decir, no entendió el apotegma de su técnico: "Para ser profundo hay que ser ancho". Y en respuesta sufrió atrás al punto que estuvo dos veces abajo en el marcador y si Bennet y Quinteros no se equivocaban en la puntada final se hubieran encontrado con un 4-2 inapelable tras el golazo de Solana. Algo malo pasa en un equipo donde Michelini es su mejor jugador. Puede aceptarse que por mandar a Morales, Capria, Delgado, Bezombe y Latorre a jugar del medio hacia atrás el equipo se quede con un solo recuperador a destajo. Pero es peligroso si desde el fondo no hay respuestas colectivas ni individuales. El gol de Viveros concretado después de una pelota perdida por Racing en ataque, toque de primera de Quinteros a Cartes, centro y red es la muestra. Luego, hubo seis o siete contraataques parecidos y dos de ellos terminaron en sendos goles de Argentinos. La mirada más sencilla podría concluir en que Racing "está descompensado". Pero no es así. Del medio hacia adelante tiene calidad y talento pero es demasiado tozudo y, a veces, poco inteligente. Atrás no tiene jugadores de la misma o parecida calidad de los de arriba. Y entonces no sólo sufre sino que se advierte que hay pocas soluciones. Porque no hay crecimiento en el juego y atrás se padece como si fuera un equipo de principiantes. Racing juega lindo. Pero tiene que aprender a jugar bien si no quiere seguir repitiendo sus ciclos históricos,
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