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Por Lila Pastoriza![]() El 4 de octubre de 1974, David Silberman,
un detenido que cumplía su condena de trece años Con Arancibia, el objetivo fue logrado. Contactó a sus jefes con Martín Ciga Correa, de un grupo nacionalista argentino que, consigna, "efectuó la primera parte del trabajo en forma perfecta". Un oficio policial fechado el 16 de abril de 1975 cierra el círculo: informa sobre el hallazgo en una playa de estacionamiento del centro de Buenos Aires del cadáver destrozado de un hombre. A su lado, un cartel ("Dado de baja del MIR por el comando de exterminio de bolches. MMM"). Era David Silberman, segun lo identificó el 8 de mayo la Interpol trasandina. Era, además, la primera víctima que se conoce de la "Operación Colombo", que buscó encubrir el asesinato de 119 personas secuestradas en Chile haciéndolas pasar por militantes del MIR muertos en a manos de sus propios compañeros o de algún comando desconocido de la Argentina. El montaje, desarrollo y autoría del operativo saltaron a la luz a través de los documentos que se encontraron escondidos en la vivienda de Arancibia Clavel y que conforman el archivo de la DINA cuyos secretos ha revelado en detalle la periodista chilena Mónica González. Allí adquiere hilación aquella serie confusa de hechos que no fue sino la antesala de la conexión argentino-chilena del "Operativo Cóndor".
La prensa negra En junio de 1975 una profusa campaña de la prensa chilena alertaba sobre el supuesto entrenamiento de guerrilleros en territorio argentino, a quienes se daba por desaparecidos o asesinados. El Mercurio anunciaba inminente "invasión" de "miristas armados" y la Justicia negaba al Comité Pro Paz la investigación sobre el destino de desaparecidos. El día 12 los diarios anunciaban la aparición en la localidad bonaerense de Pilar de los cadáveres de dos chilenos, Jaime Robotham y Luis Alberto Guendelman, acribillados y calcinados, junto a un cartel ("Dados de baja del MIR. Brigada Negra") y documentos de identidad. Meses después sus familiares descubrirían que los cuerpos no eran los de ellos. Pero el operativo ya estaba en marcha. El 16 de julio El Mercurio informaba que los "elementos marxistas", identificándose como fuerzas de seguridad, se llevaban a sus compañeros de sus domicilios y los enviaban a entrenarse a la Argentina. La "prensa negra" operó desde aquí. El 15 de julio, en su único y primer número, la revista argentina Lea difundía el listado de 60 chilenos "eliminados en los últimos tres meses por sus propios compañeros". Dos días después el ignoto diario Nuevo O Día, de Curitiba, publicaba una nómina de 59 chilenos caídos en "choques con fuerzas antiguerrilleras en la provincia de Salta". Uno de ellos, el número 49, era Jaime Robotham. Los nombres de los 119 chilenos que la campaña de prensa daba por muertos en Argentina --y cuyos cadáveres jamas aparecieron-- correspondían a los de otros tantos ciudadanos chilenos por quienes se habían presentado recursos ante la Justicia de su país. Todo era una "campaña extremista" para denigrar a las autoridades. Así lo decía el 20 de agosto el propio Pinochet denunciando que "el asesinato" de 119 chilenos en el exterior se utilizaba para crear una falsa imagen del gobierno. Hoy esas 119 víctimas lo acusan. Paradójicamente, a los archivos secretos de la DINA les tocó sacar a la luz la muy secreta "Operación Colombo".
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