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El Senado de Olivos

 

Por Mario Wainfeld


t.gif (67 bytes)  Este miércoles el Senado discutirá los pergaminos del representante peronista de Corrientes. Lo más posible es que el PJ haga valer su mayoría y acepte los inexistentes títulos de su compañero con lo que cosechará una banca y críticas como en bolsa. La banca no les corresponde. Las críticas sí, pero deberían ser compartidas porque el método de elección indirecta para el tercer senador es consecuencia de un engendro constitucional bipartidista: el Pacto de Olivos.

Uno de los premios a placé que obtuvo el radicalismo por abrir espacio a la reelección de Carlos Menem fue un sistema tortuoso y confuso de reparto de las bancas senatoriales hasta el año 2001 que cerró toda posibilidad de intromisión de terceras fuerzas en la Cámara. Los firmantes del Pacto de Olivos acordaron un control compartido del Senado que funcionó hasta que el radicalismo, vía la conformación de la Alianza, dejó de ser un socio minoritario del peronismo (a "lo Balbín" o a "lo Alfonsín '94") para convertirse en un competidor ("a lo Alianza '97" o a lo "Alfonsín '83").

El engendro de designar legisladores eludiendo el voto popular ha tenido otra consecuencia ostensible: el Senado se ha venido convirtiendo en el asilo (por usar un eufemismo) de políticos venidos a menos o desacreditados que buscan conservar un lugar bajo el solcito e inmunidad. Eduardo Angeloz, Alberto Rodríguez Sáa, Horacio Massaccesi y Carlos Juárez son algunos ejemplos de gobernadores en retirada, que sin pasar por las horcas caudinas del comicio, se han atornillado a una banca.

Habrá más. El peronismo de Capital tiene una banca que lo espera. Este diario viene anunciando desde hace meses que será ocupada por algún miembro del gabinete nacional. El ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo --el candidato más firme--, niega que vaya a hacerlo. Pero todo hace suponer que el peronismo porteño, minoritario y piantavotos, no será menos que el de Corrientes y aportará su granito de arena (un político sin legitimación popular y ávido de inmunidad) para que el Senado sea uno de los recintos más desprestigiados y menos representativos del escoriado sistema democrático argentino.

 

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