Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


ROBERTO GALAN, PROTOTIPO

"Yo no quiero cambiar, ¿y usted?"

El animador no tiene motivos para serle infiel a su fórmula imbatible, porque formar parejas desde la televisión se ha convertido en un clásico y se sigue llevando bien con el rating.

na19fo01.jpg (13349 bytes)
Por Mariano Blejman


t.gif (67 bytes)  Roberto Galán es un clásico. Encontró hace años una fórmula tan simple como imbatible: formar parejas frente al televisor. A través de los años fue cambiando de pantalla, pero nunca transó con su contenido. El conductor televisivo, conocido por su "Hay que besarse más", representa, de algún modo, la antítesis de la televisión actual. Su programa, (que va por América todos los días a las 16 hs.), se encuentra muy alejado del concepto de videoclip, de la rapidez del zapping visual y de los tiempos acelerados de la televisión moderna. Sin embargo, tiene puntos infranqueables: su programa jamás pudo ser imitado en la televisión argentina y su rating siempre se mantuvo en alto, en una franja difícil, en la que compite con otros poderosos talk shows. El "pionero" dice que su misión es "darles cabida a los hombres y mujeres que viven en soledad para salir de la tragedia que significa vivir solos y no tener nadie al lado". Ese compromiso lo ha mantenido durante décadas y, a simple vista, no surgen motivos para que cambie.

 

--¿Por qué cree que existe ese vértigo en las nuevas propuestas televisivas?

--Hay varios factores en juego. Se conjugan motivos económicos, falta de creatividad y falta de paciencia en las empresas que frente a una buena idea no tienen la constancia de mantener un programa en el aire, sin darle permiso para que levante vuelo.

 

--¿Cómo fue la evolución de "Yo me quiero casar..."?

--El programa tiene una tradición, es serio y con contenido social. Lo único que pretende es beneficiar a la sociedad. Eso lo destacó. Lamentablemente como es un programa de TV, mucha gente lo mide con la misma vara que a un programa frívolo e idiota.

 

--¿Cuál es esa vara: el rating?

--No tanto. Yo voy a una hora difícil, en donde casi siempre gano. Me interesa cumplir con la gente. Algunos apresurados periodistas piensan que es un programa frívolo, comparables a vedettes y mujeres semidesnudas. Pero yo estoy en la línea de la televisión edificante, positiva, favorable, sin groserías, ni impertinencias, ni metiéndole el dedo en la cola a alguien para que diga algo gracioso.

 

--¿Cuáles son sus gustos televisivos?

--Veo películas tradicionales, que me remontan a mis épocas de Humprey Bogart y Orson Welles. Me gustan mucho los canales de los animales y de los documentales.

 

--¿Qué sensación le produce la televisión?

--Es la idiotización de la humanidad por medio de la TV. Repudio el manejo de las masas por medio de la estupidez. La TV se hizo para otras finalidades. No para aburrir. Debe entretener, no le escapo al humor en doble sentido, no soy puritano, ni me chupo el dedo, pero no me gusta escarbar en las miserias de la gente, que por algunos pesos relatan momentos dramáticos de su vida. Parecen que estuvieran drogados y que hablaran con la gran pichicata que significan las cámaras.

 

--Estos programas son sus competidores.

--No me importa la competencia. Ahora dicen que los talk shows son derivados de mi programa. No sé. Yo tengo un gran respeto por el que se anota y el que traiga una pena. No me aparto de eso, ni lo voy a hacer. Si los empresarios no lo entienden, pues me voy.

 

--La tendencia actual es al formato en videoclip, sin embargo su programa mantiene cierta lentitud. ¿Por qué cree que sigue funcionando?

--Yo sigo fiel a mi tradición. No hablo a mil por hora, como algunos pendejos que creen que todo se soluciona hablando a toda velocidad. La gente no los entiende, no saben expresarse, de manera que todo eso va a parar a un gran tacho de basura. El público un día va a decir: esto no nos divierte, no nos entretiene, no nos culturiza, no nos ayuda a vivir. Nos pone en una colección de pelotudos mirando programas sin sustancia, y haciendo que los chiquilines hablen cada vez más rápido sin que sus padres los entiendan. Murphy Brown nunca insinuó nada en doble sentido ni con mal gusto y estuvo 16 años en el aire en EE.UU. ¡Eso es éxito! Y no dos o tres loquitos que mueven la cámara y hablan a toda velocidad con argumentaciones estúpidas y donde pareciera que la mayor sorpresa es meterles la cámara por debajo de las bombachas a las chicas. Duran poco porque no tienen sustento. Son programas nihilistas.

 

--¿Y cuál es el sustento de su programa?

--Una masa de la sociedad argentina agradecida, que cree en mi seriedad y mis buenos modos y en mis proyectos. Yo no quiero tener grandes premios. Nosotros damos unas tonterías, que no hacen a lo fundamental, que es que hombres y mujeres se encuentren, para no vivir en un mundo de soledad.

 

--¿Encontró un problema con público cautivo?

--Siempre hubo hombres solos, desde Adán y Eva. Esto va a seguir, no se corrige. Los separados, los viudos y las viudas, los solterones, los vergonzosos, los inhibidos siempre van a existir.

 

--¿Y Galán va a seguir?

--Hasta que pueda sí.

 

--¿Qué día va a decir basta?

--No te contesto eso, porque es una pregunta capciosa y de mal gusto. Vos me querés retirar a tiempo cuando no veo por qué tenga que retirarme. Soy un profesional de la televisión que acertó con una idea y un día me di cuenta de que le estaba haciendo bien a la gente y voy a seguir hasta que tenga fuerzas. Después alguien tomará la puesta mía y adelante.

 

--¿Usted cómo se siente?

--Yo me siento bien. Estoy en un excelente momento, estoy enamorado de mi mujer, estoy muy bien con mi programa y tengo una excelente salud, porque sin salud, a Dios patria.

 


Recuerdos del Zar

t.gif (862 bytes) "Cuando Alejandro Romay me quiso modificar el contenido de mi programa, no lo dudé, me fui del 9", dice Galán, quien también aclara qué tipo de modificaciones le había sugerido el zar: "Quería hacer comparecer a chicos de 15 años para ver por qué se peleaban con sus novias. Me pareció tan ridículo y absurdo que pensé: o Romay está muy gagá o alguien le aconseja mal. Y me fui. Yo ya no quiero cambiar. Romay también paró "Grandes valores del tango" y debería haberlo continuado, pero no con las viejas mostrando las várices en la primera fila de la platea, sino con un público remozado, actualizado y seguir con gente joven. Ahora sigue en expansión el tango moderno y juvenil. ¿Por qué Romay no aprovechó esa circunstancia?".

 

PRINCIPAL