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La globalización buena


Por James Neilson


t.gif (67 bytes)  Puede entenderse el estupor que sienten aquellos derechistas chilenos que protestan por la humillación de su "héroe": se creían en 1976 pero en un abrir de ojos se han encontrado en 1998. Hace un par de décadas a ningún gobierno europeo se le hubiera ocurrido permitir la detención de un ex dictador latinoamericano convertido en senador. De haberse jubilado entonces, Augusto Pinochet --o Jorge Rafael Videla-- pudiera haberse comprado una mansión en Portugal, España, Francia o Inglaterra con la seguridad de gozar del respeto de las autoridades y de sus vecinos. Sin embargo, mucho, muchísimo ha cambiado en los años últimos y todo hace pensar que las mutaciones seguirán produciéndose. Por eso, a los malhechores no les convendría confiar en las inmunidades tradicionales.

Los primeros en ser sorprendidos por la "globalización" de ciertos principios antes propios de algunos miles de intelectuales progresistas europeos y americanos han sido los asesinos políticos de la derecha: se equivocaron al dar por descontado que haría escuela la transición española, en la que los criminales franquistas se vieron beneficiados por una amnistía muy eficaz que ni siquiera el juez Baltasar Garzón parece dispuesto a cuestionar, lo cual puede ser inequitativo desde el punto de vista de los dictadores y sus amigos pero, por suerte, éstos ya constituyen una minoría. ¿Quiénes serán los segundos en descubrir que la globalización significa mucho más que las peripecias de hordas de capitales nómadas? Con toda probabilidad serán los corruptos.

Hasta hace muy poco, cualquier cleptócrata mayorista podía trasladar sin dificultades miles de millones de dólares de su país para depositarlos en Suiza, Luxemburgo o una isla antillana. Hoy en día el asunto no es tan sencillo y mañana podrá ser totalmente imposible. Al exigir "transparencia", los tantas veces vilipendiados liberales económicos están creando un orden en el que sea necesario explicar la procedencia de hasta la fortuna más modesta. Asimismo, en casi todos los países está consolidándose una prensa fiscalizadora a la que le encantan las cuentas bancarias secretas y que es reacia a dar a cualquiera el beneficio de la duda. Además, las nuevas teorías sobre las consecuencias devastadoras de la corrupción están proveyendo a sus muchas víctimas armas muy útiles que los ayudarán a internacionalizar sus preocupaciones, lo cual es una malísima noticia para quienes robaron cuando, lo mismo que los torturadores y asesinos de ayer, creían que hacerlo era perfectamente "normal".

 

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