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LOS FISCALES SE ENFRENTAN AL GOBIERNO PONIENDO COMO ESCUDO AL PROCURADOR GENERAL
Apretando al jefe en defensa propia

Tras la presentación del Gobierno contra Stornelli, Becerra se reunió con los fiscales federales quienes luego, a solas, replicaron a Menem en un comunicado destacando su independencia y el “respaldo” del procurador.

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Becerra convocó a Stornelli y a los demás fiscales para decirles que defendería su independencia.
Más tarde, los fiscales, en un comunicado, le agradecieron “el compromiso asumido”.


Por Adriana Meyer

t.gif (67 bytes) Nicolás Becerra es conocido entre los fiscales como un buen negociador por su habilidad para “licuar” las presiones del Ejecutivo. Ayer debió apelar a toda su cintura –después que recibir la denuncia formal del Gobierno contra el fiscal Carlos Stornelli (ver página 2)– para calmar a su tropa. Llamó a Stornelli y a los demás fiscales federales para “comprometerse ante ellos a garantizar la independencia del Ministerio Público”, y ni les mencionó la denuncia oficial que llegó a su escritorio de la mano del ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo. Los fiscales volvieron a Tribunales y se reunieron para devolver el golpe: elaboraron una nota para Becerra manifestándole lo complacidos que estaban por la posición que había adoptado y estamparon veinte firmas para darle su “respaldo incondicional” en todo lo que haga para plasmar en los hechos el compromiso asumido. A partir de ahora, Becerra necesitará aún más de su cintura política.
Granillo Ocampo elaboró un escrito de dos carillas donde desnuda que las imputaciones que formuló Stornelli contra el ministro de Trabajo, Antonio Erman González y el jefe del Ejército, general Martín Balza, son dos de los motivos de la irritación de Menem con el fiscal. El 19 de agosto Stornelli acusó a Sup Erman por la falsedad ideológica de tres decretos del Poder Ejecutivo que dieron marco a la exportación clandestina de armamento, y el 7 de octubre imputó a Balza como supuesto miembro de una asociación ilícita que habría extraído de los arsenales del Ejército el material bélico que fue enviado a Ecuador y Croacia.
El procurador Becerra leyó atentamente, meditó unos segundos y dijo: “Bien, ¿esto era todo?”.
El mediodía aparecía agitado en Comodoro Py, sede de las fiscalías y juzgados federales. Los representantes del Ministerio Público formaban pequeños grupos improvisados y compartían su estupor. Habían recibido la noticia –que algunos calificaron de “estocada”– durante el fin de semana, pero no esperaban que Carlos Menem redoblara tan rápido la apuesta. Por la tarde, esa conmoción se transformó en acción.
Becerra los convocó a todos a una breve reunión en la Procuración General. Allí les aseguró que el fuero federal no será alcanzado por la Reforma del Ministerio Público que está en estudio (ver aparte). Los fiscales esperaban una exposición sobre la situación de Stornelli y los detalles de la denuncia impulsada por Menem. Pero nada de eso fue mencionado y las caras largas de algunos que esperaban escuchar algo más directo se hicieron notar. El propio Stornelli fue uno de los decepcionados por la escueta formalidad del encuentro.
En un reducido despacho del cuarto piso de los Tribunales de Retiro, los fiscales discutieron varias horas un escrito en el cual –con sutil ironía– le manifiestan su “satisfacción por el compromiso asumido por Ud. de garantizar la independencia funcional del Ministerio Público”, y destacan que el artículo 120 de la Constitución así lo establece. “Asegurar esa independencia no constituye una defensa corporativa sino una obligación legal de todos los fiscales para poder defender los intereses de la sociedad”, dicen en el texto.
Uno de los protagonistas de la tarde aseguró a Página/12 que esta actitud excede el mero respaldo a Stornelli y es una defensa para preservar su independencia. En esa reunión circuló una copia de la denuncia oficial y a los presentes preocupó especialmente el párrafo que alude a una disposición de la época del ministro Rodolfo Barra –aun vigente– que prohíbe a los fiscales hablar con la prensa. “Es una nueva mordaza”, fue la queja que se escuchó. Otro coincidió en que esta situación los afecta a todos porque es una directa intromisión de un poder a otro. “No se termina de digerir el rol del Ministerio Público y se cuestiona el pedido de indagatoria de un ministro, cuando eso entra dentro de nuestras atribuciones”, dijo la fuente. La denuncia del Gobierno fuecalificada por un funcionario judicial consultado por este diario como “un pic-nic para un estudiante de derecho por las barbaridades jurídicas que tiene. Lo hunde más al Presidente”, fue su conclusión.
“El presidente fue el impulsor de la causa, elevando el pedido de investigación al procurador del Tesoro, pero ahora siente que las pesquisas han tomado un rumbo que no se pensaba cuando se inició la denuncia”, explicó Becerra por Radio del Plata. Becerra puede dar curso a los deseos del Presidente, iniciarle un sumario administrativo a Stornelli o guardar la denuncia en un cajón. Un funcionario de la Procuración afirmó a Página/12 que “Becerra no quiere pagar el precio político y la exposición pública por esto, porque le interesa más perpetuarse en ese cargo –ahora que la ley se lo permite– que ser obediente al mandato del Ejecutivo”.

 

El silencio de Urso
Por E.S.T.

“No doy reportajes, porque soy chapado a la antigua. Odio la notoriedad, prefiero ser conocido por mis fallos”, suele decir el juez federal Jorge Urso para referirse a las causas que lleva adelante. Sólo así puede entenderse que ante el enfrentamiento de los fiscales federales, el procurador Nicolás Becerra y el presidente Carlos Menem, el magistrado que lleva adelante la investigación por la venta ilegal de armas haya optado por el silencio. Fuentes judiciales especulan que las definiciones más importantes de la causa –la citación al general Martín Balza, el pedido de declaración del canciller Guido Di Tella y la comparencia del actual ministro de Trabajo, Erman González– deberán esperar hasta el año que viene. El silencio de Urso es más que llamativo si se tiene en cuenta que el oficialismo desestimó el pedido de juicio político que pesaba sobre él en la comisión de la Cámara baja y al hecho –nunca desmentido por Urso– de que su nombramiento fue sugerido por el actual secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma.

 


 

PELEA ENTRE BECERRA Y LOS FISCALES
Dos causas para la discordia

Por Irina Hauser

t.gif (862 bytes) Cuando ayer Carlos Menem le pidió formalmente, a través del ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, que se investigue al fiscal Carlos Stornelli, el procurador general de la Nación, Nicolás Becerra, que es el jefe de todos los fiscales, quedó entre la espada y la pared. En los casi dos años que lleva en el cargo, Becerra “ha sabido usar su cintura política” y repartir concesiones hacia los fiscales y hacia el Gobierno, según describió uno de sus allegados. Pero esta vez está en una encrucijada y tendrá que decidirse. No será fácil, ante todo porque los representantes del Ministerio Público arrastran un profundo malestar que tiene dos razones básicas. Una es la reforma del régimen que regula la actividad de los fiscales y que amenaza con instalar un durísimo sistema disciplinario, entre otros puntos. La otra es el reciente desembarco (por decisión de Becerra) en el cargo de fiscal de la Cámara Federal de Joaquín Gaset Waidatt, un riojano que ya demostró en varios casos que, para él, los deseos que vengan de la Casa Rosada son órdenes.
“La reforma que se está estudiando no alcanza al fuero federal, quédense tranquilos”, dijo ayer Becerra a los fiscales federales. Y prometió garantizar su independencia de acción. Sabía con qué bueyes araba. Muchos fiscales han agradecido la nueva Ley de Ministerio Público, que les dio rango institucional y facultades investigativas y festejan una dosis de libertad que les concedió Becerra. Pero nada termina de convencerlos.
Uno de los temas que más los irrita es la reforma del Ministerio Público, que se discutirá mañana y el viernes en un encuentro anual de fiscales en Parque Norte. El proyecto que mayor impulso pareció cobrar fue el diseñado por Santiago Casal y el bauzasista Eduardo Teruel, dos hombres que representan la “mano derecha” de Becerra. Ellos propusieron un régimen disciplinario que, a los ojos de los fiscales y algunos asesores que encarnan la “mano izquierda” del procurador, resultó “inquisitivo”. Iniciar un sumario a un fiscal sería un trámite engorroso (apertura de un expediente, declaración de testigos, intervención de peritos, prueba documental) y cuasi secreto que podría prolongarse ad infinitum. Además, la investigación y la resolución estarían en manos de un único órgano que, incluso, podría disponer una sanción preventiva. En otros rubros, podría quedar afectado el alcance de la tarea de los fiscales. Con todo, hay miembros del Ministerio Público elaborando una contrapropuesta: si hay un sumario contra un fiscal el debate debería ser oral, continuo y con presencia ininterrumpida del tribunal de enjuiciamiento. Al fiscal no se lo podría suspender por más de 30 días.
Pero no es todo. Los fiscales todavía mastican el disgusto del día en que apareció Joaquín Gaset en la Fiscalía de la Cámara Federal y relevó a Carlos Racedo, que era el ocupante automático del puesto que dejó vacante Germán Moldes. En menos de dos meses en el cargo, Gaset sobreseyó al juez de la Corte Adolfo Vázquez, acusado de un supuesto pedido de coimas y a Adelina Dalesio de Viola, investigada por el desvío de fondos a las islas Caimán. En decisiones clave de la Cámara Federal (como la de la Mafia del Oro, entre otras) se abstiene de opinar. Hay quienes tampoco olvidan que Becerra sacó causas clave (como la de la muerte de Cattáneo o la que compromete al juez Norberto Oyarbide) de las manos del fiscal de Cámara Norberto Quantín y del grupo de fiscales conocidos como “los centauros”.

 

Preventiva

El juez Julio Speroni dictó el procesamiento y la prisión preventiva del general de brigada retirado Angel Vicario, en una de las causas laterales que investigan la venta ilegal y contrabando de armas a Croacia y Ecuador. Vicario, que se desempeñó como Director de Producción de Fabricaciones Militares, está ahora procesado como presunto partícipe primario de contrabando agravado de 230 toneladas de pólvora.
Ese material, en lugar de ser incinerado, fue llevado a Croacia durante la guerra de los Balcanes, en momentos en que sobre los países de la ex Federación Yugoslava pesaba un embargo armamentista dispuesto por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El magistrado también dispuso trabar embargo sobre los bienes del brigadier retirado –el primer militar encarcelado por el affaire de las armas– por 200 mil pesos y mantener su detención en una celda del cuartel del Ejército de Campo de Mayo.

 


 

Precavido, Menem quiere la cabeza de Stornelli

El Gobierno formalizó ayer su denuncia contra el fiscal, pergeñada durante la gira presidencial a Gran Bretaña. Las razones.

En el Gobierno anunciaron temprano que Menem recibiría a Granillo Ocampo para tratar el caso Stornelli.
Menem podría haber hecho lo mismo sin anuncios, pero en la Rosada creyeron conveniente darle mucha publicidad.

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Por Diego Schurman

t.gif (862 bytes) Carlos Menem quiere la cabeza de Carlos Stornelli. El Presidente está convencido de que sin el fiscal las indagaciones por el tráfico ilegal de armas tendrán un techo. Por eso ayer pidió formalmente al procurador general de la Nación, Nicolás Becerra, que lo investigue por presunto mal desempeño de sus funciones. El mandatario tiene razones para estar preocupado: la causa avanza en sentido ascendente en la línea jerárquica oficial y nadie desconoce en la Casa Rosada que fue Menem quien firmó los decretos autorizando la venta de armamento bélico al exterior.
El Presidente decidió avanzar sobre Stornelli durante su viaje a Londres. Blanqueó su objetivo el domingo en un reportaje al diario La Nación. Y puso en práctica su ofensiva ayer a través de un escrito presentado por el ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo, con quien mantuvo un encuentro ayer en la Casa de Gobierno.
El texto dirigido a Becerra es contundente:
* Cuestiona al fiscal por la difusión de actos procesales y por permitir “en forma continua e indiscriminada” el acceso de periodistas y legisladores a su despacho oficial. “Es el juez, director del proceso, el único que puede evaluar qué información puede difundirse”.
* Asegura que Stornelli “vulnera su obligación de velar por el efectivo cumplimiento del debido proceso legal” por calificar en su dictamen “en forma arbitraria, en cuanto desborda los límites de la ley y de la razón, la conducta del señor jefe del Estado Mayor general del Ejército (Martín Balza) como ‘asociación ilícita’”.
* Acusa al fiscal de “desnaturalizar” la declaración indagatoria ya que lo hace “con el único fin de evitar la prescripción de la acción penal”, en referencia al pedido sobre el ex ministro de Defensa y actual jefe de la cartera laboral, Antonio Erman González.
* Le hace un llamado de atención por no haber orientado la investigación “hacia quienes serían los autores de las maniobras supuestamente ilícitas de intermediación y desvío de material bélico”. El Gobierno sostiene que la responsabilidad por la venta ilegal es de las empresas intermediarias.
El momento de la jugada oficial no es azaroso. Este viernes el juez Jorge Urso volverá a dar impulso a la causa cuando le tome declaración al coronel (RE) Luis Hilario Lagos y a la ex secretaria de quien fuera director de la fábrica militar de Río Tercero, coronel (RE) Jorge Cornejo Torino. Y Menem quiere cortar por lo sano: el pedido de investigación a Stornelli no es otra cosa que un mensaje hacia al resto de los fiscales. El Presidente siente que a medida que expira su mandato las relaciones con los miembros de la Justicia empeoran.
Lo que llamó la atención es la decisión de Menem de ponerse en frente de la ofensiva, pese a que en un primer momento delegó en el senador Eduardo Bauzá el trabajo de ordenar a la tropa y homogeneizar el discurso oficial. Se trata de una tarea que lo expone y que irremediablemente levanta sospechas sobre el grado de participación del Gobierno en el affaire de las armas.
Voceros oficiales explicaron con diversas hipótesis por qué el Presidente pasó a ocupar ese papel. Una indica que Menem busca “salvar” a Balza. “Stornelli juega la interna del Ejército porque su papá es un coronel retirado que aún no digirió la autocrítica de Balza”, dicen.
Otras, mayoritarias, coinciden en que lo que busca salvar el mandatario es su propio pellejo. Sabe que después de los directores de Fabricaciones Militares, funcionarios y ministros, su nombre es el que resta aparecer en la lista de involucrados. El ex ministro de Defensa, Oscar Camilión, procesado por omisión de denuncia, suele azuzar en ese sentido al repetir en público y privado que los decretos los firma el Presidente y que los ministros se limitan a refrendarlo.

 

Duhalde en la otra vereda

El pedido de investigación de Carlos Stornelli realizado por el Gobierno produjo adhesiones y repudios. Pero las opiniones no se dividieron por partidos. Eduardo Duhalde volvió a dar la nota al ponerse en la vereda opuesta de Carlos Menem y advertirle que “jamás” debe promover la investigación de un fiscal. “Lo que tiene que hacer el Presidente –sugirió– es colaborar para que en el país se mejoren las instituciones de la Justicia.”
De esta manera, Duhalde chocó con la primera línea del Gobierno que ayer salió a decir que no se intenta “presionar” a la Justicia pero que se motorizó la investigación del fiscal ya que observa “un contenido persecutorio” en sus decisiones.
Duhalde se expresó en línea con los principales dirigentes de la Alianza. Desde Fernando de la Rúa hasta Graciela Fernández Meijide, pasando por Chacho Alvarez, todos repudiaron la presentación que el Gobierno realizó ante el procurador general de la Nación, Nicolás Becerra. “La reacción de Menem es asombrosa y todo lo contrario a lo que precisa la Justicia independiente”, dijo el candidato radical. “No va a ser Menem quien amenace a la sociedad Argentina”, agregó su competidora interna en la Alianza.

 


 

HACE TRES AÑOS ESTALLO RIO TERCERO
Silencio e indignación

t.gif (862 bytes) Fue silencio, indignación y dolor. Los pobladores de Río Tercero exigieron ayer el esclarecimiento de la tragedia producida en su ciudad por la explosión de la Fábrica Militar ocurrida hace tres años. Ayer fue el aniversario y los habitantes de la ciudad cordobesa realizaron una multitudinaria marcha de silencio y dos misas. La pregunta fue sólo una: ¿cómo se produjeron las explosiones?
Los vecinos reclamaron “que se termine con la impunidad, con los casos sin resolver”. Uno de ellos contó que “en un primer momento sosteníamos la teoría del accidente, pero estábamos muy equivocados”. Luego, Ana Gritti de Dalmasso, viuda de una de las víctimas, prometió no cejar en el pedido de justicia y recordó que ella siempre estuvo convencida de que las explosiones fueron provocadas.
Al reclamo de los vecinos se sumó el del intendente justicialista Carlos Rojo. “Queremos conocer la verdad y para eso está trabajando la Justicia” señaló. “En los últimos tiempos ha crecido el rumor de que esto pudo haber sido un atentado y no un accidente. Si esto fuera así, sería una cuestión abominable. No me entra en la cabeza”, agregó más tarde.
Por la mañana, el sacerdote Alfredo Cáceres ofreció una misa en la planta. El religioso puso en duda “que la Justicia vaya a esclarecer el hecho porque los intereses en juego van a impedir que se llegue a la verdad y que los funcionarios sean sancionados como corresponde”. Cáceres denunció luego que las indemnizaciones del Estado Nacional –que superaron los 80 mil dólares– favorecieron “a personas que fueron palanqueadas por gente poderosa mientras que los más pobres, como siempre ocurre, todavía están esperando”.

 

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