|
Por Victoria Ginzberg "La próxima va en cana". Cuando el juez Fernando Larraín leyó la sentencia de tres años en suspenso para Miguel Osvaldo Etchecolatz por injurias y calumnias, el diputado Alfredo Bravo y su abogado, Juan María Ramos Padilla, pensaron en el juicio por apología del delito que el ex comisario tendrá que afrontar en un par de meses. "Si ahí le dan un día, va preso", afirmó Bravo al salir del tribunal. En la sala de audiencias hubo risas cuando el juez anunció que el responsable de los secuestros de La Noche de los Lápices estaba obligado a aprobar un curso de derechos humanos dictado por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y murmullos cuando dijo que por haber sido beneficiado por la Obediencia Debida se consideraba que Etchecolatz no tenía antecedentes. El acusado no escuchó personalmente la sentencia. Los manifestantes que lo esperaban para repudiarlo rodearon su auto y prefirió no entrar al juzgado. El abogado Sebastián Maffrand, que acompañó a Pedro Bianchi en la defensa de Etchecolatz, fue quien presenció la lectura del fallo en representación del represor. Bianchi miró la audiencia por televisión y aseguró que va a apelar la sentencia porque piensa que el juicio "es nulo" --cosa que el juez desestimó ayer-- y que la pena es "exagerada". El juez Larraín consideró que el ex comisario era culpable de dos hechos de calumnias hacia el diputado Bravo: lo escrito en el "libro" La Otra Campana del Nunca Más y lo que Etchecolatz pronunció durante el programa "Hora Clave" del 28 de agosto de 1997. El ex comisario fue condenado por la Cámara Federal a 23 años de prisión por más de 90 casos de tormento pero como fue beneficiado por la ley de Obediencia Debida, el juez estimó que el fallo dictado ayer era la primera sentencia contra el acusado y, por lo tanto, lo sentenció a tres años, una pena excarcelable. "Yo lo considero un reo peligroso y entiendo que tiene que estar preso", dijo al finalizar la audiencia Ramos Padilla, que había pedido cinco años de condena. A pesar de que la pena no alcanza para que el ex comisario vaya a la cárcel, Ramos Padilla dijo sentirse satisfecho con lo resuelto por el juez. En el mismo sentido, el diputado Bravo calificó la condena como "un éxito", pero admitió que esperaba "una pena de cumplimiento efectivo". El juez también resolvió que el ex comisario debe pagar los honorarios de todos los abogados y cumplir con ciertas "pautas de conducta", entre ellas el curso de derechos humanos en el MEDH. Además, por cuatro años el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense de Ramón Camps tendrá que "abstenerse de abusar de estupefacientes y bebidas alcohólicas" y deberá "someterse a un tratamiento psicológico". "Usted, como la señora Fernández Meijide, mandó a los jóvenes a la muerte", le dijo Etchecolatz a Bravo el 28 de agosto de 1997 durante el programa de Mariano Grondona. "Los miembros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos son individuos de clara relación con el accionar terrorista", escribió en su "libro". El juez consideró estos dichos, entre otros, para condenar a Etchecolatz, que además, aseguró por televisión que "hubiese sido un mérito" violar a una mujer y se refirió a las torturas que él mismo le aplicó al diputado como "un tratamiento" que "a lo mejor le hubiese curado el pie plano y los callos plantales". "Hubiera preferido que Etchecolatz estuviera cumpliendo los 23 años de prisión por tormentos a los que lo condenó la Cámara, pero ante la impunidad que recibió es bueno que no sea impune cuando hace alarde de lo que hizo durante la dictadura", dijo Aníbal Ibarra, que fue uno de los testigos del juicio. Los diputados Jorge Rivas y Mary Sánchez, el ex concejal Osvaldo La Porta, el ex diputado Hugo Piusil, el ombusdman porteño Antonio Cartañá y representantes de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, y Familiares de Desaparecidos estuvieron presentes en la sala para apoyar a Bravo. Pero Etchecolatz también llevó su "hinchada". Al término de la audiencia un hombre de unos treinta y cinco años repartió en la puerta del juzgado panfletos firmados por la "Milicia Patriótica Jordán B. Genta", que decía: "Los asesinos de ayer pretenden ser los jueces de hoy. Dígale no a los hijos, madres y abuelas de terroristas". Al salir del tribunal tanto Bravo como Ramos Padilla volvieron a referirse al juicio que en febrero o marzo deberá afrontar el represor por apología del delito. Al tener una condena en suspenso, Etchecolatz irá a prisión aunque reciba una pena menor a tres años. Esta causa también fue iniciada a raíz del programa de Grondona y del libro firmado por Etchecolatz y la lleva la jueza Ana María Bulascio de Rúa, quien cuando procesó al ex comisario aseguró que de la lectura del libro se desprende que "se enorgullece" de haber matado.
ULTIMO TESTIGO EN LA CAUSA POR LOS BEBES Por A. M. Ayer declaró ante el juez Adolfo Bagnasco el último testigo de la causa por apropiación de menores durante la dictadura. El capitán médico Carlos Octavio Capdevila negó haber atendido embarazadas, pero reconoció que Luis D'Imperio era el jefe del grupo de tareas en la Escuela de Mecánica de la Armada porque en la puerta de su despacho había un cartel que decía "Jefe del G.T.3". Capdevila declaró que acompañó a Víctor Basterra al Hospital Naval, que esa visita médica no quedó asentada en ningún registro y que ni el auto ni el chofer que los trasladó desde la ESMA estaban identificados. Según el libro Culpables para la sociedad, impunes por la ley, editado por el Centro de Estudios Legales y Sociales, Capdevila participaba de las sesiones de tortura evaluando la capacidad de resistencia física de las víctimas. Cumplía prisión preventiva por la comisión de ocho delitos, entre los que se encontraba la atención de prisioneras embarazadas que continúan desaparecidas, hasta que fue desprocesado por la obediencia debida. Actuó bajo el apodo de "Tomy". En esa publicación también aparece el capitán médico Alberto Arias Duval, de quien se dice que fue miembro de la ESMA, que atendía a las embarazadas y que actuó bajo el mismo apodo que Capdevila. Arias Duval declaró la semana pasada ante Bagnasco. Reconoció que atendió dos partos, que se llevaron a cabo en la parte trasera del Casino de Oficiales de la ESMA y que fue asistido por "una mujer que confortaba a la parturienta". Los dos médicos dicen haber recibido ordenes del capitán De Torre, quien les manifestó que "no comentara a nadie que había asistido un parto porque era secreto militar". Una versión recogida entre los ex detenidos de la ESMA refiere que habría sido Arias Duval quien le aplicó la inyección mortal a Norma Arrostito. Los "Tomy" aparecen en forma reiterada en las declaraciones de las sobrevivientes de la ESMA, al punto que los investigadores llegaron a pensar que era un siniestro sinónimo de médico. Ahora tienen nombre y apellido. Sara Osatinsky había declarado en Suiza: "Me revisó un médico al que le decían 'Tomy' y me auscultó para saber si podían seguir torturándome..."
|