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Por Mónica Flores Correa desde Nueva York Este no es un tiempo común. Y ésta no es una elección común, había apuntado Bill Clinton apenas unas horas antes de que se largara la votación. Su declaración acerca de lo extraordinario de la situación pareció confirmada a primera hora de la mañana cuando los norteamericanos se despertaron, encendieron las radios y una voz desde el espacio los instó a cumplir con sus deberes cívicos. Entre un análisis de sangre y una prueba de su ritmo de sueño y entre un traslado ingrávido y otro en el cohete Discovery, el senador demócrata y astronauta John Glenn les dijo a sus compatriotas que era imprescindible su presencia en las urnas. Es importante entender que todo espacio que se abandona, lo captura otro, había reflexionado el veterano político-astronauta en una entrevista con Walter Cronkite, cuyo párrafo clave fue repetido una y otra vez al iniciarse la jornada. Al final del día, las primeras estimaciones no permitían arrojar tendencias a nivel nacional. Pero la asistencia fue más alta de lo esperado, y esto favoreció a los demócratas. La asistencia a la elección, en este país donde la emisión del sufragio no es obligatoria, se convirtió rápidamente en tema obsesivo. Las predicciones generales señalaban que iba a ser baja, pero al final del día fue más alta de lo esperado. No parece ser éste el caso de Nueva York, comentó una periodista de la radio CBS, quien señaló que un número alto de neoyorquinos estaba entrando en las cabinas de votación. Pero el interés demostrado pareció típico de la política de la Gran Manzana y no necesariamente extensible al resto del país. Los neoyorquinos votaban si se libraban del senador republicano Alphonse DAmato o si se quedaban con él (ver nota aparte) y esta decisión los tenía muy motivados. Conscientes de cuán crucial es el turn out (asistencia electoral), y cuán pobre tiende a ser en la elección de medio término (apenas el 37 por ciento de la ciudadanía había votado en 1994, mientras que en la elección presidencial de 1996 había votado el 52 por ciento), la militancia de ambos partidos se largó en las últimas horas del lunes a una frenética apelación a sus respectivas bases, que son con las que mejor se puede contar en una elección porque siempre están rabiosas con el partido opositor. Hubo un aluvión de propagandas políticas televisivas con directas referencias a Bill Clinton y sus mentiras en torno a Monica Lewinsky. A su manera, tanto republicanos como demócratas explotaron el escándalo en su provecho. Mintió siete meses, le falta integridad, dijo una presunta ama de casa a otra en un comercial republicano. ¿Vamos a seguir permitiendo que nos hundan en el barro? Si Clinton estuvo mal, muy mal; pero el Congreso ha estado sumido en la inacción y no le ha interesado otra cosa que el escándalo, atacó un candidato demócrata en uno de los tantos avisos negativos que se acumulaban a medida que se acercaban las horas decisivas. Tampoco perdió el tiempo la fundamentalista Coalición Cristiana, que apoya a los republicanos. Su director ejecutivo Randy Tati instó a los seguidores a que ayer hicieran un referéndum de los valores familiares con mensajes grabados que sonaban en los teléfonos a razón de 50.000 por hora. El analista político Bill Schneider opinó que el problema que se presenta en esta elección para los partidos es que la gente va a votar generalmente cuando está molesta por alguna razón, cuando está enojada y quiere solucionar algo con su voto. Pero en esta oportunidad, una encuesta indica que hay un 66 por ciento que está satisfecho con el estado del paísy con la economía que funciona bien. Schneider también explicó que los avisos negativos representaban un último esfuerzo para alarmar a la gente. Pero ésta es una de las razones por las cuales los políticos están tan desconectados de los votantes. La gente no entiende por qué intentan alarmarla, dijo. Pese a haberle dado categoría de no común, Clinton negó que la elección fuese un referéndum de su cargo. Sin embargo, los medios de comunicación dijeron que la Casa Blanca esperaba una señal de los votantes. La situación del proceso de impeachment a Clinton en el Congreso, se había dicho hasta el cansancio, podía modificarse drásticamente tanto en su favor, si los demócratas conquistaban un número considerable de bancas, como en su detrimento, si los republicanos acumulaban excesivas victorias. Newt Gingrich, el ácido speaker republicano de la Cámara de Representantes, dijo al votar en una localidad de su Georgia natal: No hay intriga alguna: nosotros vamos a ganar la elección. En la elección anterior de mid term fue Gingrich el que lideró,con la que fuera en ese momento llamada revolución de los conservadores, la conquista de la mayoría en el Congreso después de 40 años de predominio demócrata. Pero ayer su triunfalismo anticipatorio sonó demasiado exagerado. Las minorías fueron cortejadas furiosamente por los demócratas. La comunidad afroamericana, afín a Clinton pero indiferente al voto, fue asediada imperiosamente. Y el vicepresidente Al Gore grabó más de dos docenas de comerciales en español para que se transmitiesen en las radios hispanas.
LA CAMPAÑA POR EL ESTADO DE NUEVA YORK FUE LA
MAS VIOLENTA Por M. F. C.
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