"Rosa cobraba por proteger"
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Por Fernando Almirón Ariel Paz está bajo protección de la Policía Aeronáutica por orden del fiscal Norberto Quantín. Se negó a quedar bajo el control de la Federal. Según cuenta, fue amigo personal, asistente y una suerte de guardaespaldas de Luciano Garbellano, uno de los dueños del prostíbulo masculino Spartacus, el que tenía como costumbre filmar a sus clientes para después extorsionarlos amenazándolos con dar a publicidad sus hábitos sexuales ocultos. Ariel Paz asegura que su relación con Garbellano le permitió conocer en detalle entretelones de la protección de la que gozaba el proxeneta y los negocios que tenía en común con altos oficiales de la Policía Federal y funcionarios de la Side. --¿Spartacus estaba protegido por la Policía Federal? --Sí. --¿Pagaban para evitar que el local fuera clausurado? --Le pagaban principalmente a Roberto Rosa (comisario, ex director de Seguridad Personal de la Policía Federal, actualmente separado de su cargo) y a la Comisaría 19ª, con la que tenían un arreglo, para que no tocaran a nadie de los que trabajaban en Spartacus. --¿Quién se ocupaba de pagarle al comisario Rosa? --Uno de los socios del local, Daniel Solano. El era quien se ocupaba de eso. Pero yo le llevé dinero a Rosa en un sobre el 1º de enero y el 3 de febrero de este año.
--¿A dónde iba a parar el dinero que recaudaba Rosa? --Para arriba. El no se ocupaba de las cosas chicas, de una prostituta de la calle. El cobraba por lugares como The One, Reverse, Spartacus y otros locales donde se movía mucha plata. --¿Cuánto cobraba mensualmente Rosa por proteger Spartacus? --Yo calculo que entre 30 y 40 mil dólares por mes.
--¿Cuándo se instalaron las cámaras en Spartacus? --La idea se le ocurrió a Garbellano, a mediados del '95. --¿Con qué objeto? --Las cámaras estaban puestas para extorsionar. También para seguridad de los dueños del hotel, en ese caso usaban los videos que tenían de personajes importantes para que no los molestaran. --¿Cómo estaban instaladas las cámaras? --En el primer piso del petit hotel había cuatro habitaciones, en el segundo piso estaba la recepción y en el tercero más habitaciones. Entonces se filmaba en dos de la habitaciones de abajo y en una de arriba, en la 14, la 15 y 21. Las cámaras eran muy chiquitas y estaban puestas en una de las barras que sostenían los televisores y conectadas a una sala que había en la planta baja donde estaban las caseteras. Uno de los chicos de ahí adentro se ocupaba de cambiar las cintas. Muchas se desechaban, porque el personaje no era de importancia o no tenía suficiente plata. --¿La Side también participó de las grabaciones? --Sí, creo que a mediados de 1997 la Side se "enganchó" en sociedad con Luciano. Entonces se armó un circuito cerrado que, además de estar conectado ahí adentro, las imágenes también se transmitían directamente a algún lugar que tenía la Side.
--¿Quién era el hombre de la Side que se ocupaba del mantenimiento de las cámaras? Se mencionaba al ex comisario de la policía bonaerense Mario Naldi. --...yo en esa parte, no sé. Puede ser. A Naldi lo conocí, sí. Yo sabía que había cámaras y gente que se ocupaba de eso, pero no sé quienes. --¿Cuándo conoció a Luciano Garbellano? --Yo fui su amigo desde abril de 1996. Ya en esa época él me contaba de las relaciones y amigos importantes que tenía. Luciano tuvo varios locales (prostíbulos masculinos) Status, Spartacus y Reverse, en la calle Scalabrini Ortiz. Ahí comprobé que sus influencias y contactos eran ciertos. Pero con el tiempo yo ya sabía demasiado. Entonces un día Luciano me manda a buscar un paquete que supuestamente me tenía que entregar frente al monumento a los Españoles, sobre la avenida Del Libertador. Y cuando llegué me pegaron un tiro en el estómago. --¿Cree que él lo mandó a matar? --Sí, porque yo conocía el nombre de sus amigos más influyentes.
--¿Cuántas personas lo esperaban? --Dos, una se me acercó para distraerme y la otra me disparó el tiro. Esto fue en abril del año pasado. A mí me internan en el hospital y no se inició ninguna investigación sobre el tema. La policía no me preguntó nada y ningún juzgado abrió una causa para saber quiénes fueron los responsables.
--¿Usted hizo alguna denuncia policial? --No, yo ya conocía las influencias de Luciano en la Policía. --¿Cuáles son las influencias de Garbellano? --Tiene amigos en el Ministerio del Interior, la Side y la Federal. --¿Quién cree que le disparó el balazo, gente de la policía? --No, de la Side. --¿Y quién disparó contra Garbellano cuando fue baleado en Campana? --Pudo haber sido gente contratada por los socios de Garbellano, porque ese día Luciano iba a vender unos videos que antes les había robado a sus dos socios, Antonio y Danila Soldano, o gente enviada por los que iban a ser extorsionados, que eran personas muy importantes.
--¿Cómo se cobraban las extorsiones? --En efectivo, cifras que iban de 50 mil dólares para arriba. A veces se repetían los pagos, y a veces no, quedaban ahí. --¿El juez Norberto Oyarbide tenía conocimiento de estas extorsiones? --Pienso que sí, porque también le servían a él. --¿Alguien se resistió a pagar a cambio de los videos? --De los que yo conozco, no. Todos estaban muy comprometidos. No se los extorsionaba a los que no tenían el nivel económico que Garbellano quería. Por poca plata, no. --¿Cuántas personas calcula que fueron víctimas de extorsión? --No sé... son muchos. Más de doscientas personas. --¿Alguna vez participó de esas negociaciones? --No, de eso se ocupaba la Side y gente del Gobierno que trabajaban con Luciano. --¿Cuál es su situación actual? --Estoy esperando a que el juez Rodríguez Lubary me reciba para tomarme declaración. Yo ya realicé una ante el fiscal Norberto Quantín, quien dispuso que sea la Aeronáutica la que se encargue de mi custodia. La verdad es que el juez ya no me inspira confianza. Yo me siento inseguro y quería que me otorguen la condición de testigo protegido... --¿Por qué cree que el juez todavía no lo recibió? --Porque va a tener que llamar como testigo al ministro del Interior.
--¿Por qué al ministro, acaso Carlos Corach estaba al tanto de lo que ocurría en Spartacus? --Pienso que sí. Al menos uno de sus actuales secretarios estaba muy al tanto de lo que pasaba en ese lugar.
La purga dentro de la Policía Federal superó los alcances previstos. De los 52 jefes de las comisarías porteñas sólo cinco quedaron en su cargo y nueve pasaron a comandar otras seccionales. Más aún, tres comisarios que están siendo investigados por la Justicia pasaron a disponibilidad. Así, el jefe de la Federal, Pablo Baltazar García, cerró la etapa clave de una depuración sin precedentes que apuntó a limpiarle la cara a una institución sumida en denuncias de corrupción y cuya cúpula, a instancias de las necesidades de la Casa Rosada, intentó diferenciar lo que oficialmente llamó un "un proceso de recambio habitual" de lo que fuera la desdichada desintegración que atravesó el año pasado La Bonaerense. Baltazar García y el comisario general Héctor Data, subjefe de la Federal, optaron por la mano dura, una iniciativa que --tal como anticipó Página/12-- ayer quedó coronada con la remoción de 47 de los 52 jefes de las comisarías porteñas (ver aparte). También se confirmó el pase a disponibilidad del ex jefe de la comisaría 16ª, Darío Capmany, quien fue denunciado este año por un cabo de esa seccional porque junto con varios oficiales de la misma brigada exigía coimas a prostíbulos, vendedores ambulantes y casas de juego clandestino a cambio de dejarlos trabajar. La causa judicial quedó en manos del juez Vicente Cisneros y del fiscal Pablo Lanusse. A raíz de la investigación quedaron imputados el comisario Luis Fernández, por entonces superintendente de Seguridad Metropolitana, Carlos Navedo, que era director de Comisarías, y el comisario inspector Alejandro Di Nunzio, que comandaba la circunscripción VI, de la que dependía la 16ª. El escándalo de las coimas llevó a que se investigara a unos 50 policías y a que se adelantara la Junta de Calificaciones. Fernández, Navedo e incluso Oscar Motoreano (que era jefe de Operaciones) fueron relegados a puestos de oficina. Lo mismo ocurrió con los siete jefes de circunscripción, encargados de coordinar a las comisarías. La decisión conocida ayer también determinó el pase a disponibilidad de Ricardo Cajal, ex jefe de la comisaría 2ª, involucrado en negocios con saunas de lujo y del torturador Roberto Rosa, ex jefe de Seguridad Personal, vinculado con el proxeneta Luciano Garbellano, amigo del juez Norberto Oyarbide (ver página 3). Poco antes de la Junta, el clima ya había cobrado mayor tensión con el retiro anticipado y sorpresivo del comisario Juan Carlos Raffaini, que dirigía la División de Drogas Peligrosas y colaboraba con la investigación de Lanusse. Sus allegados dijeron que se iba disconforme ante la pasividad de los jefes ante la corrupción. El broche de oro decoroso y democratizante de este proceso vendrá de la mano del ministro del Interior, Carlos Corach, que anunciará reformas en la Policía. Habrá un plus presupuestario para sumar personal y mejorar el equipamiento, cursos de capacitación, un plan de fusión de las comisarías con la comunidad, se integrarán fiscales de instrucción a las comisarías y se exigirá título universitario para llegar a subcomisario. Algunas voces más pesimistas, que no dejan de festejar el reciclaje, sostienen, sin embargo, que eso no garantiza un cambio de hábito. "La Policía necesita ser rejerarquizada y demanda una formación civil que erradique sus rasgos militares. Con los bajísimos salarios actuales (que rondan los 500 pesos) es difícil pensar en mejorar la eficiencia", sostiene Roque Bellomo, que preside la Comisión de Seguridad de la Legislatura porteña. Pero ni un aumento de salarios ni la sindicalización de la fuerza, dos ingredientes que acompañarían esa propuesta, figuran en la agenda de Corach. La mayoría de los comisarios cuyo alejamiento del trono de las comisarías se definió ayer, en plena "Semana de la Policía Federal", fueron a parar a dependencias donde no tienen personal a su cargo. A esta altura, y pese a la magnitud de la purga, la policía y las autoridades de seguridad siguen sosteniendo que se trata de algo normal, "sólo que esta vez fuimos más minuciosos". A las puertas del `99 está por verse si Carlos Menem y su tropa obtienen de esta iniciativa con aires de maquillaje los esperados efectos electorales.
RENUNCIO MATTIA, EL JEFE DE POLICIA DE ROSARIO "No discrimino porque soy cursillista"
Desde Rosario El pez por la boca muere. 24 horas después de anunciar la caza de travestis y prostitutas en la ciudad, el jefe de policía Benedicto Mattía fue pasado a retiro por el gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid. "Tengo que dar un paso al costado porque mis declaraciones han causado un problema político al gobierno", dijo el jefe policial, quien sin embargo sólo se arrepiente de haber calificado de "mascarita sidótica" a una de las minorías sexuales. "No soy yanqui ni marxista", contestó cuando se le preguntó si era verdad que tenía intenciones de lanzarse a la política dentro del Partido Justicialista. Mattía ingresó en la policía como bombero, durante la última dictadura militar tuvo un cargo en la División Criminalista, se graduó de abogado en la Universidad Nacional de Rosario y llegó al cargo de jefe de policía de Rosario en diciembre de 1997. Un año después deja el cargo acorralado por las críticas que llovieron desde el propio gobierno provincial y sectores sociales luego de lanzar una cruzada contra travestis, prostitutas, periodistas y organismos de derechos humanos, para quienes había imaginado un ghetto llamado "Samantópolis", en alusión a la célebre chica del caso Coppola. --¿Cuál es su situación en estos momentos? --le preguntó ayer el periodista Pablo Feldman. --Yo he enviado mi pedido de licencia porque entiendo que mis declaraciones le han causado un problema político al gobierno, y como represento a una institución que no es corporativa como se dice, sino que somos verticales y no deliberativos, si opino en forma distinta o causo algún tipo de problemas que pueda afectar a la institución, tengo que dar un paso al costado.
--¿Se arrepiente de sus declaraciones? --Sólo me arrepiento de lo de "mascarita sidótica", de lo demás no me arrepiento porque no he ofendido a nadie ni discriminado a nadie sino que he aplicado la ley. Si la ley le gusta o no le gusta, es un problema distinto. Yo no soy fascista porque no soy yanqui ni marxista, no sé si usted entiende el mensaje. --Sí lo entiendo. Supongo que empezará la carrera en el Partido Justicialista. --No ninguna carrera, por ahora. --Porque el cantito era "Ni yanquis ni marxistas, peronistas". --Sí, es así, pero el peronismo de Perón, el que defendía la justicia social. Así que no puedo discriminar porque soy católico practicante y cursillista. Así que no discrimino a una persona por su condición homosexual. Uno de mis mejores camaradas en la policía es homosexual, y es uno de lo hombres más respetados y más efectivos de la fuerza.
--Es como decir que no soy nazi porque tengo un amigo judío. Pero de sus declaraciones se trasunta una homofobia. --No tengo ningún tipo de homofobia, para nada. Lo que no quiero es que se vistan de prostitutas y estén ejerciendo la prostitución, nada más que eso. Si el código dijera otra cosa, esta conversación no hubiera existido. El ministro de gobierno de Santa Fe, Roberto Rosúa, explicó que las declaraciones de Mattía causaron "malestar y un gran disgusto porque era un hombre que venía trabajando muy bien en la ciudad, pero violó todas las normas, desde la disciplina a la línea política del gobierno que nosotros manejamos con espíritu democrático amplio, no discriminatorio". Rossúa confesó que, con los diarios en la mesa de su oficina, convocó ayer a las seis de la mañana a Mattía. "No supo decirme por qué ha dicho todo esto", remarcó. El que era el segundo jefe de la policía rosarina, Ricardo Milicic
--quien además ofició de apuntador cuando Mattía convocó a los medios para lanzar un
ghetto para las minorías-- ocupará interinamente el cargo dejado por su superior. En las
próximas 48 horas, se sabrá quién será el nuevo jefe de policía de Rosario. |