Por Laura Vales
Tras escucharlo por
cuatro horas el fiscal Ricardo Sáenz aseguró que Pedro Rodríguez, el testigo que
asegura haber hablado con Marcelo Cattáneo antes de su muerte, no le parece un fabulador.
Su relato fortaleció una hipótesis que los funcionarios judiciales siguen cada vez con
mayor atención: que Marcelo Cattáneo haya sido amenazado y vigilado a distancia como un
método de instigación al suicidio. La clave está en lo que el cartonero dice haber
visto personalmente: la presencia de dos hombres que habrían estado siguiendo de cerca
los pasos de Cattáneo. ¿Con este testigo toma cuerpo la hipótesis del
homicidio?, le preguntaron a Sáenz al retirarse de Tribunales. En principio,
sí, respondió el fiscal que advirtió que los datos aportados por Rodríguez
deberán corroborarse con otras pruebas. Entre ellas, la citación del hermano del muerto
Juan Carlos Cattáneo que el fiscal no descarta.
Como reveló ayer Página/12, el cartonero asegura que estuvo con Marcelo Cattáneo el
día anterior a su muerte. Según su versión, Cattáneo le dijo que se había metido
en un kilombo por plata y ahora me hacen cargo a mí, en una clara alusión al
pago de coimas por el contrato entre IBM y el Banco de la Nación. También le habría
dicho que lo seguían dos hombres y que su hermano Juan Carlos andaba en la
zona. A primera hora de la mañana de ayer, Rodríguez repitió sus palabras punto
por punto ante Sáenz y el perito psiquiátrico Roberto Godoy. Hubo un interrogatorio
informal de cuatro horas. El perito dijo al fiscal algo que Sáenz repetiría después,
que Rodríguez no le parecía un fabulador.
Fuentes judiciales explicaron que la hipótesis de que Cattáneo fue obligado a matarse
implica necesariamente la existencia de amenazas previas y de alguna forma de privación
ilegítima de la libertad. La idea es que si se trata de un suicidio inducido o instigado,
Cattáneo debió haber sido vigilado en las horas previas a su muerte.
Como primer efecto, la declaración de Pedro Rodríguez dejó al descubierto una de las
fallas más graves de la pesquisa: el flaco trabajo de calle realizado hasta ahora por la
policía. Los funcionarios judiciales coinciden en que nunca se hizo un rastrillaje a
fondo de Ciudad Universitaria. El cartonero contó que el lugar donde Cattáneo apareció
ahorcado es una zona concurrida los sábados a la noche, cuando es frecuente que, además
de pescadores, haya autos estacionados con parejas. Hay que dar vuelta la zona en
busca de testigos, porque no es posible que nadie más haya visto nada, coincidieron
ayer las fuentes consultadas.
Cerca del mediodía se decidió que Rodríguez declarara directamente ante Roberto Oscar
Ponce, el magistrado a cargo de la causa. Rodríguez, que vivió en la Aldea Gay hasta que
fue erradicada de Ciudad Universitaria, reiteró ante el juez que durante la charla
Cattáneo le confesó: Mi hermano es el peor enemigo que tengo. Me siento
perseguido. Me están obligando a hacer algo que no quiero hacer. Es mi familia o
yo.
Los funcionarios se quedaron con la impresión de que la declaración no tuvo
contradicciones, aunque fue recibida con cautela. El latero fue quien hace un mes
encontró la ropa de Cattáneo dentro de un tacho de basura y la entregó a la Justicia,
pero entonces no dijo una sola palabra sobre su encuentro con el empresario. Y esto genera
desconfianza.
El fiscal de Cámara Norberto Quantín, que le tomó declaración en aquella oportunidad,
relativizó la veracidad de los nuevos dichos de Rodríguez. Cuando trajo la ropa
tuvo toda la libertad para declarar, y sin embargo no dijo haber estado con Cattáneo. Es
extraño que recién ahora lo mencione, señaló Quantín, quien de todas maneras no
descartó que entonces Rodríguez haya tenido mucho miedo. La abogada Angela
Vani, que intermedió en la entrega de la ropa a la Justicia, tampoco se mostró segura
sobre los dichos de su cliente.
En su defensa, Rodríguez insiste en que no habló antes porque tenía miedo. Las amenazas
comenzaron apenas entregó la ropa: Entonces un autose paró frente al hotel y un
tipo nos advirtió que nos fuéramos. El jueves siguiente llamaron y me dijeron
Pedrito, cerrá la boquita, si no vas a terminar como Marcelito.
El fiscal analiza la declaración de Rodríguez. Preguntado por Página/12 acerca de si
piensa citar a Juan Carlos Cattáneo, respondió: No lo descarto.
Claves * Pedro
Rodríguez declaró ayer ante el fiscal Ricardo Sáenz y el juez Roberto Ponce.
* En ambos testimonios ratificó los dichos que adelantó ayer en exclusiva
Página/12.
* Rodríguez relató su encuentro con Marcelo Cattáneo pocas horas antes de la muerte del
ex presidente de CCR.
* Según su versión, Cattáneo le dijo que se había metido en un kilombo por plata
y ahora me hacen cargo a mí. Mi hermano es mi peor enemigo.
* Me siento perseguido. Me están obligando a hacer algo que no quiero hacer. Es mi
familia o yo, le dijo Cattáneo a Rodríguez, según contó éste ante el fiscal y
el juez.
* El fiscal Sáenz considera que a partir de los dichos de este testigo cobra cuerpo la
hipótesis del homicidio o la del suicidio
inducido. |
Jamás por su
voluntad
Conociéndolo
a Marcelo estoy segura de que jamás se hubiera ido de casa por su propia voluntad. El
adoraba a sus dos hijos, era un papá increíble. Además, hablé con él a las dos de la
tarde del día que desapareció, y estaba perfectamente bien, dijo Silvina de la
Rúa después de leer las declaraciones de Pedro Rodríguez. Así lo relató a este diario
un amigo de la viuda. Es que una de sus presunciones es que Cattáneo pudo haber sido
presionado; en su declaración ante la Justicia, De la Rúa contó que el sábado 3 de
octubre, es decir la tarde anterior a la muerte de su marido, alguien filmó a su hija
mientras jugaba al hockey en el club San Carlos. Se lo contó el entrenador del equipo,
que fue el encargado de echar a los intrusos.
Desde la muerte de Cattáneo, su obsesión es que sus chicos tengan una vida normal. Por
eso, asegura, no aceptó ningún tipo de custodia. Pero la última vez que entró al
despacho del juez dejó en el expediente una frase que lo dice todo: Mi marido se
estaba defendiendo de las imputaciones de Aldaco y Contartese, y ya me había referido que
estas personas estaban mintiendo en la causa IBMBanco Nación. Tengo miedo de
enfrentarme a ellos.
El mismo día en que Cattáneo fue encontrado ahorcado, alrededor de las nueve de la
noche, su hija atendió un llamado telefónico. Preguntaron por Marcelo y soltaron una
carcajada. El 5 de octubre la escena se repitió. Y el 15, cuando la familia se disponía
a dirigirse a la morgue para retirar el cadáver, una voz femenina dijo en el teléfono
Así que están de velorio.
A pesar de que muchas de las cosas que sostiene Pedro Rodríguez le parecieron
verosímiles, a Silvina de la Rúa le pareció extraño que no lo haya contado en su
primera declaración, cuando el latero entregó el traje de Cattáneo al fiscal Norberto
Quantín. La mujer nunca habló con el cartonero. Cuando Rodríguez se presentó por
primera vez a la Justicia, la viuda concurrió a la fiscalía para reconocer la ropa, pero
nunca llegaron a cruzarse.
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No
puedo darle importancia
Juan Carlos Cattáneo dice que no quiere dar una sola
entrevista más, que la muerte de su hermano no es un tema político, y que su
dolor es una cuestión privada. Después del entierro de Marcelo cambió el número de su
línea telefónica y el de su celular. Se encerró en su casa, dicen los vecinos. No
va a atender a nadie, repiten su mujer y la empleada de la casa. Pero ayer, a la
mañana, terminó cediendo y el lugar de colgar preguntó: ¿Quién es ese
testigo?
Pedro Rodríguez, la misma persona que encontró el traje de su hermano en Ciudad
Universitaria. Sostiene que habló con Marcelo poco antes de su muerte, y que él le dijo
que dos hombres lo vigilaban y usted estaba en la zona.
Qué quiere que le diga... ¿Usted cree que se lo puede tomar en serio? Es un tipo
de que nadie conoce, qué valor puede tener.
Su hermano también habría dicho que usted era su peor enemigo.
Son estupideces que dice alguien que nadie sabe quién es. Si esto mismo me lo
hubiera dicho su abogado, que tenía un contacto estrecho con él, yo podría creerlo.
Pero sale de una persona que sólo encontró la ropa de Marcelo, que no era su amigo, que
no lo conoció. No puedo darle importancia.
También sus abogados fueron cuestionados, según la versión de Pedro.
Realmente no quiero hablar de este tema. Lo único que quiero es salir de todo esto.
Nuestra familia está soportando un gran dolor.
Hay versiones de que están enfrentados por la muerte de Marcelo.
No sé de dónde salió eso.
En principio, llamó la atención que en el entierro usted y la mujer de su hermano
evitaran cruzarse.
Eso es un invento. Está haciendo un enfoque que no es correcto.
Es lo que se vio.
Porque pasó lo previsible en un lugar con tanta gente... Yo estaba con mi mamá, la
iglesia estaba llena, no pudimos ubicarnos cerca, nada más, eso es todo. Ayer (por el
jueves) estuvimos todos juntos en una misa por Marcelo.
¿Marcelo no estaba siquiera molesto con usted por el caso IBM?
Después de lo de IBM la relación no fue igual, claro. Pero no estábamos peleados.
Qué quiere que haga con lo que dice este Pedro... Yo no puedo llevarle el apunte sólo
porque encontró la ropa de mi hermano. |
SIETE HORAS DE DECLARACION
Todo lo que contó el testigo ante el juez y el fiscal
Pedro Rodríguez confirmó en
Tribunales la revelación que había hecho a Página/12. Lo que habló con Cattáneo antes
de su muerte.
Pedro Rodríguez, saliendo de
Tribunales. Durmió dos horas. Declaró durante siete. Le preguntaron hasta de su vida
privada. |
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Por Alejandra Dandan
Pedro Rodríguez durmió
sólo dos horas. Se levantó a las seis. Durante las siete horas siguientes repitió ante
el juez Alberto Posse, el fiscal Ricardo Sáenz y dos peritos la historia que ayer
publicó en exclusiva Página/12: su encuentro de cuarenta y cinco minutos con Marcelo
Cattáneo antes de su muerte. Fue el sábado 13 de octubre. Ambos estaban en Ciudad
Universitaria. Rodríguez cirujeaba como lo hacía habitualmente latas de
gaseosas de un tacho. Cattáneo se acercó y en la conversación le aseguró que dos
tipos me quieren matar. Estoy metido en un kilombo. También dijo: Tengo que
elegir entre mi familia y yo, y voy a dar la vida por mis hijos. Ante Página/12,
Rodríguez pasó luego revista a esas siete horas en las que contó su historia.
Apenas después de las nueve se enfrentó al fiscal Sáenz. Quería un relato
sintético del encuentro con Cattáneo, explica ahora el hombre. Durante la
entrevista repitió cada momento del encuentro con el empresario. Los sábados pasa
habitualmente a recoger latas de los cestos de Ciudad Universitaria porque es día de
limpieza, aclaró. Ese sábado estaba allí cuando vi aparecer a ese señor que
venía caminando desde el lado de los colectivos. Rodríguez contó que escarbaba el
tacho en el lateral del pabellón de Exactas. El fiscal pidió detalles del encuentro con
el supuesto Cattáneo. Le dije indica Pedro que se acercó y
después de saludarme me preguntó qué hacía. A partir de allí repitió la
historia que más tarde volvería a puntear con detalle frente al juez.
Me dejaron tranquilo. Me dijeron que íbamos a ir con el juez porque la declaración
era muy importante. De todos modos Rodríguez quedó inquieto. A la zaga del fiscal,
el interrogatorio del perito psiquiátrico le pareció fuera de contexto. No
entiendo por qué me preguntaron sobre mi pareja, si yo lo traicionaba, si nos
paleábamos.
Desde hace cerca de ocho años, Rodríguez vive con su pareja, también de nombre Pedro.
Habitaron hasta junio el sector trasero de Ciudad Universitaria en la denominada Aldea
Gay. Un desalojo los expulsó y desde entonces viven en un hotel subsidiados por el
gobierno porteño. El cirujeo de chatarra y comida fue siempre su modo de subsistencia y
la zona universitaria uno de los sectores de recolección más seguros. Las preguntas del
perito profundizaron en esta relación. Ahora Rodríguez intenta comprender por qué
para saber si soy loco o no me tienen que preguntar si yo era activo o pasivo en la
pareja. La estadía de tres horas en la fiscalía concluyó con una huida rajante y
semiclandestina hacia Tribunales.
Todavía quedaban otras cuatro horas de indagatoria que Rodríguez debía campear. Eran
las 12.30. Me ametrallaron a preguntas. Eran como siete tipos. Estaba el fiscal, el
juez, el perito y un montón de otra gente. Los flancos de indagación se
multiplicaban. Después de hablar sobre el punto de encuentro con Cattáneo, Pedro
admitió que cuando aquel hombre se acercó yo me perseguía. Cuando Posse
preguntó por qué tenía miedo una persona que como él se dedica hace tanto a ese
trabajo, él apostó por una respuesta irónica: Una persona que nace con
miedo siempre tiene miedo. Yo hasta hoy, aunque me siento familiar de los tachos, tengo
pudor todavía. Desde el estrado preguntaron color de ropa, edad, hora. Pedro habló
del pantalón de traje, camisa blanca arremangada y saco al hombro con el que andaba
Cattáneo. Dijo que era fornido y de unos cuarenta años.
Dice que no quiso hacer más silencios. Hasta ayer sólo había revelado parte de la
trama. La vinculada al traje encontrado por su compañero Pedro en un tacho del Pabellón
II de Ciudad. Llegó el turno en que el tribunal instituido para la indagatoria quiso
averiguar por qué Cattáneo lo eligió a Rodríguez para hablar: No sé, supongo
que habría querido hablar con alguien.
Paso a paso, volvió a contar que él también preguntó por su familia. Sí tengo
le dijo el empresario sí, tengo mi mujer y mis hijos. Hubo más en
aquel momento y también ayer frente a la Justicia: Estoy en un kilombo y me van a
hacer cargo a mí. En su declaración, Rodríguez repitió: Me dijo que el
hermano lo hacía responsable a él de eso, de ese embrollo o sea que se había lavado las
manos y lo hacía responsable a él. La artillería de preguntas se endureció ante
cada generalización. Me pedían que detalle, que dé más detalles. Algunos
de esas explicaciones volvían a fracasar. Una, dos y tres veces tenía que repetir
las cosas, dice Pedro después, algo más tranquilo.
¡Traigan un mapa, un mapa! Al mando del batallón de administrativos
judiciales, Posse exigió un mapa para la reconstrucción a distancia de cada
uno de los pasos en el terreno. Pero ese mapa ni servía se jacta Rodríguez,
viejo conocedor de la zona, si ni siquiera tenía el zanjón. Ese zanjón se
transforma en pieza clave del relato. El diálogo con Cattáneo fue interrumpido por la
aparición de dos sujetos sobre una loma a espaldas de un arroyo. Ante la Justicia,
Rodríguez repitió ayer que cuando el empresario los vio quedó como paralizado.
Como yo los tenía de espaldas no los veía. Me volteé y los vi. Vio dos hombres
agachados, uno de campera de jean y con bigotes. Le dijo al empresario
parece que te esperan y Cattáneo respondió ha de ser mi hermano y un
amigo. Después de ese trabajo de sondeo sobre el mapa el magistrado pidió al
hombre que lo ayude porque me dijo que no conoce el terreno. Todavía Pedro se
pregunta ¿cómo puede hacer para entenderme si nunca estuvo en el lugar?.
¿Usted llamó a la mujer de Ca-ttáneo por teléfono? Esa fue la pregunta que
causó más sorpresa en Rodríguez. No doctor dijo ni conozco a esa
mujer. Pero no fueron las únicas sorpresas. En la sala de audiencias pusieron
un montón de fotos cuenta el hombre para que yo identifique el lugar
dónde había aparecido la ropa. Ninguna imagen coincidía con la del cesto:
Pero yo no sé cómo puede ser. Eran todas fotos de los tachos que están en la
vereda de enfrente, en la parte de la estación y justo del lado del Pabellón ni una foto
había. Ni una. Pedro menea la cabeza en busca de alguna explicación.
Transpirado consiguió responder todavía sobre seis amenazas. Desde el hallazgo del traje
hubo tres llamados telefónicos al hotel en donde vive. Pedro atendió dos veces y el
tercero fue mediado a través de los dueños del lugar. Dijeron decile a Pedrito que
cierre la boquita si no va a terminar como Marcelito. Siguieron otros dos avisos que
Rodríguez llama intimidaciones. Dos hombres de civil en un coche lo
sorprendieron en Ciudad y le recomendaron no volver. Si no mi cabeza terminaría en
el río, dice ahora Pedro sobre este dato que olvidó mencionar en el Juzgado. Hubo
un auto verde oscuro que también lo siguió. Le dije al juez que bajaron el vidrio
y me señalaron, después se fueron.
Terminada la declaración Pedro busca espantar amenazas y esa especie de vigías
permanentes que encuentra en todo sitio. Está cansado. Fuma. Qué, qué quiero
increpa...irme a dormir.
BAGNASCO PROCESO POR COHECHO A JUAN CARLOS
CATTANEO
Era Juan Carlos y no Marcelo
El juez consideró que el mayor de
los Cattáneo manejaba los hilos de la compleja trama delictual en el affaire
IBM-Nación. También procesó a Aldaco, Contartese, De Lellis y Alladio. Cómo
sigue la causa en EE.UU.
Juan Carlos Cattáneo fue
procesado nuevamente por cohecho por el juez Adolfo Bagnasco.
Era Juan Carlos quien manejaba los hilos de esta complicada trama que
configuró el cohecho activo. |
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|
Por Adriana Meyer
Marcelo Cattáneo fue
un mero intermediario o mensajero de los principales autores de la maniobra,
mientras que Juan Carlos manejaba los hilos de esta complicada trama de conductas
delictuales. Lo aseguró el juez federal Adolfo Bagnasco en la resolución por la
cual volvió a procesar al ex subsecretario General de la Presidencia, Juan Carlos
Cattáneo, y al ex presidente de la empresa CCR, Alejandro De Lellis, por cohecho activo,
a los ex directivos del Banco Nación Alfredo Aldaco y Genaro Contartese por cohecho
pasivo, y al ex vicepresidente del BICE, Jorge Alladio, por encubrimiento, en la causa que
investiga las millonarias coimas que habría pagado la empresa IBM por haber obtenido el
contrato del Proyecto Centenario por 250 millones de dólares.
A las esposas de Aldaco, Contartese y Alladio cuyos nombres aparecían en las cuentas por
donde pasó el soborno les dictó la falta de mérito, como también a los representantes
de la Banque Privée Edmond de Rothschild, Ernst Strickler Hansli, Rodrigo Sosa Pintos y
Gustavo Coll Pisani y al oficial de cuentas del Banco General de Negocios, Vicente
Fernández Ocampo. Pero todos ellos continúan siendo investigados. A los procesados les
duplicó el embargo de 1 millón de pesos que ya les había trabado.
En su extensa resolución, Bagnasco analizó la situación del empresario Marcelo
Cattáneo, miembro de la firma CCR, quien apareció ahorcado el 4 de octubre cerca de la
Ciudad Universitaria. Sin merituar acerca del grado de responsabilidad que pudo
haber tenido el reciente y desgraciadamente fallecido Cattáneo, resulta también
ilustrativo del papel secundario que desempeñó en el teatro de los hechos,
el que haya tomado extensas vacaciones justamente en el momento en que la adjudicación de
la licitación estaba en su punto culminante. Esto refuerza el convencimiento de que era
Juan Carlos y no Marcelo, quien manejaba los hilos de esta complicada trama de conductas
delictuales que configuraron el cohecho activo y acabaron por perjudicar al Estado,
sostuvo Bagnasco.
Los hermanos Cattáneo fueron fundadores y directivos de Consad y CCR, subcontratadas por
IBM para el diseño de un sistema informático alternativo, por un monto de 37 millones de
dólares. Los investigadores sospechan que esa suma de la cual se cobraron 21
millones estaba destinada al pago de coimas.
Aldaco fue procesado por cohecho activo porque aceptó una promesa de una suma de
dinero para realizar un acto relativo a su función. Ya estaba procesado por
defraudación a la administración pública. La situación de Contartese es similar. A
través de la cuenta bancaria de De Lellis, se efectuaron las distintas transferencias que
terminaron engrosando el patrimonio de los directores del Banco Nación. Tenía estrecha
vinculación con Consad. Jorge Antonio Alladio, procesado por encubrimiento, prestó su
cuenta en el exterior.
El magistrado consideró que el cohecho se consumó cuando el pliego de la licitación del
Proyecto Centenario estaba en elaboración. Para Bagnasco se observa con claridad la
cantidad de transferencias que se efectuaron en nueve días, a partir de las dos primeras
ordenadas por Alejandro De Lellis, al día siguiente del ingreso de los 10 millones 600
mil dólares en su cuenta del Banco General de Negocios, hasta su acreditación en las
cuentas Putter, Flexi y Duquesa. El pago efectuado por IBM a CCR dice el
juez fue producto de un acuerdo anterior entre sus destinatarios finales hasta
el momento Aldaco y Contartese y quienes podrían resultar beneficiados con su
conducta, esto es IBM Argentina y sus socios solidarios. Ello a cambio del
direccionamiento de la licitación que terminara excluyendo a cualquier otra empresa
interesada.
Una vez recibida la documentación requerida a la Justicia del Cantón de Ginebra, se
ampliaron las declaraciones indagatorias de las personas que aparecen como titulares de
las cuentas. Contartese reconoció latitularidad de la cuenta Flexi abierta en
el Banque Privée Edmond de Rothschild, y señaló que hacia fines de abril de 1994
una vez que la licitación 60/93 había sido adjudicada a IBM Marcelo
Cattáneo se entrevistó con él y le dijo que la empresa informática estaba interesada
en hacer un reconocimiento a algunos directores del banco que habían actuado en el
contrato, sugiriéndole que le informara el número de alguna cuenta en el exterior para
efectuar el depósito de la suma ofrecida. Por su parte, Alfredo Aldaco manifestó algo
similar.
Al momento de ser escuchado por Bagnasco, Marcelo Cattáneo negó en todos sus términos
las reuniones relatadas por Aldaco y Contartese y dijo desconocerlos. Durante los careos
entre los tres, cada uno se mantuvo en sus respectivos dichos. Sin embargo, las
secretarias de los ex directivos del Nación manifestaron que Marcelo Cattáneo había
llamado por teléfono y también había concurrido a sus despachos en alguna
oportunidad.
El 16 de julio de 1997, la sala I de la Cámara Federal le había prohibido al juez que
investigue el delito de cohecho, por lo cual ahora podría cumplir con la amenaza
pronunciada entonces de quitarle la causa. Pero Bagnasco ha colectado nuevas pruebas y
testimonios, y consideró que ahora tiene más elementos para volver a intentarlo. Si la
Justicia argentina avanza en la comprobación de que existió soborno en este caso, se
podrían activar las investigaciones en Estados Unidos sobre las responsabilidades de los
directivos de la casa matriz de IBM, en virtud de la Ley de Prácticas Corruptas en el
Extranjero. En caso de confirmarse las medidas dictadas por Bagnasco, los procesados
podrían ser condenados a prisión en un juicio oral que se concretaría el año próximo.
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